Los primogénitos de Luriel y Anahí deberán tomar decisiones que afectan a sus corazones y a las leyes de su pueblo. El amor en la Aldea representa el vínculo que los une y los protege de todo el mal que los acecha. Podrán prevalecer sus corazones para mantener la paz o deberán elegir sacrificar el amor por la Aldea.
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Fuera de la corriente
Salió de su habitación y miró hacia todos lados para detectar la presencia de alguna persona. Todo estaba en un completo silencio. La casa estaba a oscuras y caminó despacio hasta que salió al jardín y comenzó a escabullirse rápidamente. En su bolso había una toalla, protector solar para su piel, un libro y una botellita de agua.
Iba caminando lentamente mientras los primeros rayos del sol comenzaban a despuntar los árboles, realmente era un bello lugar y disfrutaba de los aromas que se mezclaban y de los sonidos que la asombraban continuamente. Le servía tener estas experiencias para poder narrarlas con más veracidad en sus trabajos de literatura.
De pronto comenzó a pensar en ese hombre del rio. Su cabello castaño corto, sus ojos celestes una piel salpicada por algunas pecas en la nariz que lo hacía ver inofensivo… siguió recordando su boca sexy y sus estilizados músculos. Medía alrededor de 1, 80 o quizás más… no se había podido acercar mucho porque estuvo enojado todo el tiempo y si hoy lo encontraba otra vez, le iba a dejar bien en claro que no era una niña caprichosa… o si lo era… pero a él eso no tenía por qué incumbirle…
Pasó por enfrente de una casa pequeña donde parecía que todos estaban dormidos y siguió caminando, era una zona más boscosa, la temperatura era un poco más baja y sintió un escalofrío… ¿y si era realmente peligrosa la zona? ¿Qué animales podría haber tan temprano? Desecho esos miedos que le habían sobrevenido y luego se armó de valor mientras continuaba caminando pasando por otra casa más grande, en un terreno más elevado.
Anahí tenía en su mano una taza de café, con los años le había tomado el gusto por el café a primera hora, vio a su hijo mayor mirando atentamente algo por la ventana y se acercó curiosa…
- ¿Qué miras con tanta atención…? – se colocó un poco por delante de él y llegó a ver a una joven de cabellos rubios.
- Un caprichoso problema… - contestó Karai malhumorado
- ¿La conoces…? – miraba a su hijo con insistencia leyendo todos esos gestos que veía en su rostro y su postura
- Es la nieta del juez… - dijo volteándose – ayer me estuvo mirando mientras ejercitaba…
- Bueno… - dijo sonriendo para fastidiarlo – tiene buen gusto…
- Le dije que era muy peligroso ese sector a esta hora… - no miraba a su madre, pero sabía que ella no perdía detalle – no quiero gente a mi alrededor…
- No seas tan huraño hijo… - trataba de disminuir su tensión – el juez siempre ha sido muy amable y paciente con nosotros… - quiso presionarlo más – cumplió con todo lo que le pediste cuando eras niño… ahora tenle paciencia a su nieta… es de la ciudad… no va a estar preparada para el monte…
- ¿Y qué quieres que haga…? – sonó más enojado - ¿Qué le espante mosquitos y hormigas…? ¿Qué sea su niñero…?
- Puedes empezar por eso… - dijo palmeándole el brazo – en la cocina hay un pote de repelente que preparó la abuela… llévalo ahora cuando vayas a nadar… - y mientras que sonreía a Luriel que había entrado agregó – se va a ir en unos días…
- ¿Quién se va en unos días…? – preguntó curioso
- La nieta del juez que acaba de pasar rumbo al rio… - dijo con una sonrisa rara – y a tu hijo le molesta…
- ¿Es linda…? – le preguntó a su hijo en complicidad
- No lo sé… - dijo hosco – no le presté atención…
- Entonces es muy linda… - dijo riendo
Karai no estaba de humor para seguir escuchándolos, así que salió rumbo al camino, no sin antes pasar por la cocina y tomar el pote de repelente…
Esa niña solo le estaba arruinando sus mañanas.
Cerca de donde le podía ver llegar, se internó en el monte y avanzó con cautela… quizás dejaría que le picaran un poco los mosquitos del monte para que aprendiera… se quedó oculto y para su placer ella no dejaba de mirar el camino, como si estuviera esperándolo, extendió una toalla donde los primeros rayos del sol daban en pleno, se quitó el pantalón corto que tenía puesto y Karai no pudo dejar de mirar esas piernas torneadas… tal vez patinaje o baile desde pequeña habían logrado eso… pero cuando se quitó la remera pudo verla en cuerpo completo, era la mujer mejor formada que había visto en mucho tiempo y eso que en sus prácticas hospitalarias había visto muchas bellas mujeres….
Comenzó a sentir que su entrepierna le molestaba y eso era lo último que quería… y que necesitaba… miró hacia otro lado hasta que se pudo controlar y cuando volvió a mirarla recién pudo notar el color rojo de su bikini que contrastaba con su piel extremadamente blanca y mientras miraba pequeños detalles de su pelo comenzó a verla pegándose palmadas y rascándose cada vez más violentamente… ya la habían atacado.
- Se llaman “mbarigüí” – dijo con voz potente a su espalda y la asustó completamente – son mosquitos muy potentes…
- Tengo puesto repelente… - decía mientras que veía las ronchas aparecer una tras otra – pero no hacen efecto…
- Ponte esto… - le dijo pasándole el pote – es lo que usamos aquí…
- Huele bien – dijo mientras que comenzaba a ponerse en los brazos – gracias
- Te dije que era peligroso venir tan temprano… - dijo sonriendo – y tener tan poca ropa tampoco sirve… - la vio avergonzarse completamente.
Camila se puso de pie para seguir poniéndose el repelente en todo su cuerpo y Karai no dejaba de mirarla… ella se dio cuenta y el placer que le causó fue muy estimulante…
- ¿Me puedes poner en la espalda que no llego? – se lo preguntaba con cara de inocente mientras le pasaba el pote
En cuanto él tomó el pote ella se dio vuelta y corrió su cabello hacia adelante para despejar la espalda, ya tenía varias picaduras, así que tomó un poco de la crema y comenzó a esparcirla en los hombros y poco a poco fue bajando por la espalda.
- Voy a desprender el sujetador – dijo con voz ronca y desprendió las tiras que sujetaban el corpiño, la vio sujetarse los senos rápidamente
Le colocó la crema hasta la cinturilla del bañador y siguió esparciéndolo hacia los costados luego sujeto el pote entre las piernas y tomó ambos tirantes del sujetador que colgaban a los costados y se los volvió a prender.
- ¿Quedó bien…? – dijo Camila con voz sugerente mientras se giraba a mirarlo
- Lo mejor posible para evitar que te sigan picando… - trataba de mirarla a los ojos pero sistemáticamente sus ojos se desviaban a sus senos que se movían con la respiración agitada de Camila – hazme caso y mañana no seas una niña caprichosa...
Sin decir nada más, se alejó rumbo al rio.
- NO SOY UNA NIÑA – le gritó enojada
Karai no respondió, comenzó a desvestirse… si no era una niña, no tenía que preocupare por andar en calzoncillo frente a ella… por esa bikini que usaba parecía que tampoco era muy tímida.
Encontró que el agua fría le venía muy bien para enfriar esos pensamientos que se agolpaban uno tras otro en su mente. Llevaba unos quince minutos nadando cuando la curiosidad por saber que hacia se apoderó de él y se detuvo para poder mirar hacia la costa, la vio juntando sus cosas de forma apresurada y no pudo evitar sentir decepción que no siguiera con el juego de molestarlo… En realidad le gustaba que le enfrentara, era tan distinta a las mujeres complacientes que trataban de llamar su atención en la universidad y que nunca lo habían tentado.
Hasta le había quitado las ganas de nadar… quedó flotando un rato fuera de la corriente y luego decidió salir e ir a la aldea a ver en que podía ayudar.
Llegó a la costa y comenzó a buscar su ropa… que había desaparecido…