Grace Pons trabajaba en una casa de citas hasta que escapó de esa vida llena de peligros y vergüenza, para acabar dando su consentimiento a un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, no viviría mucho tiempo como una mujer respetable si no conseguía mantener su pasado y su corazón bajo siete llaves.
El amor era lo menos importamte en el matrimonio para un hombre que había empezado de cero, y tenía aspiraciones políticas. Bruno Valverde necesitaba una esposa adecuada para garantizar su elección y darle una madre a sus hijos.
Aún así, el deseo hacia su bella esposa comenzó a ser irresistible, hasta que los secretos de su pasado empezaron a descubrirse...
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Conociéndose un poco.
Durante esos años, ¿a dónde habría dicho a su esposa e hijos que iba los lunes y los viernes por la noche?
La familia Valverde no se parecía a nada que hubiera conocido, vivir entre ellos era como estar en un cuento de hadas.
Bruno apagó la lámpara de buró y le tomó la mano para salir con ella de la habitación. ¿Qué haría si Bruno salía habitualmente por la noche? ¿Había casa de citas en Sonora?, se preguntó ella con espanto.
¿Quieres acompañarme un rato más?, le pregunto él en el rellano de la escalera.
Sí.
Si quieres, puedes traer un libro o la costura.
Ella podía coser lo suficiente para remendar algo, pero nunca había hecho costura.
Leeré, comentó ella antes de ir a su cuarto para buscar un libro.
Grace, puedes pasar las tardes como quieras le dijo él cuando volvieron a estar juntos en el despacho.
Me gusta estar aquí si no te molesto.
Claro que no me molestas replicó él sentándose en una silla y mirando su libro, ¿qué estás leyendo?
Es una historia de amor, ellos estaban predestinados a vivir juntos, pero por una u otra causa estaban separados.
Este libro ya lo he leido varias veces, y aún así me sigue gustando.
¿Eres muy romántica?, le preguntó él.
No, pero un poco de amor a nadie le hace daño.
Ella jamás había amado, y ningún hombre le había hablado de amor.
Bueno, pasan una serie de cosas, continuó diciendo Grace, y al final se quedan juntos para siempre.
Muy bonito final, dijo él, ¿existe un amor así?, en las novelas lo pintan muy bonito, ¿pero de verdad existe?
Pues la verdad no lo sé. Dijo ella con un aire de nostalgia.
Bruno le quitó el libro y se puso a hojearlo, pues luego me lo prestas para leerlo.
Sí claro, ella recuperó su libro y se sentó en un diván que había al lado.
Puede levantar cualquiera de los brazos hasta que se suelte el seguro y luego bajarlo para reclinarte, le explicó él mientras le enseñaba el mecanismo.
Qué ingenioso.
Él dejó el brazo bajado.
Podrías sentarte a mi lado le propuso ella.
Bruno le miró la cara levantada, la delicada curva de las mejillas y sus ojos expectantes. Se le aceleró el pulso y se le alteró el sentido común.
Esa tarde ya había comprobado que no podía resistirse en lo que se refería a ella.
Había prometido que daría un plazo de seis meses para que su relación evoluciona. Sin embargo, al pensarlo, ese tiempo le parecía una eternidad insoportable, pero tampoco podía sentarse en el extremo opuesto de la habitación y eludirla durante seis meses. Ganarse su confianza era parte de esa evolución de la relación, se sentó en el diván.
¿Quieres traer tus libros y dejarlos en una estantería aquí? Así, los tendrías más cerca por las tardes.
Me gustaría, además, puedes leer el que quieras.
Si me gustaría, gracias. Tú también puedes leer los míos.
Ella echó una ojeada a los lomos.
¿Cualquiera?
Claro.
Ella se levantó y fue leyendo los títulos hasta que se paró en uno.
La dama de las camelias, leyó ella en voz alta.
Es una novela sensacionalista, me temo que mis gustos literarios no son tan refinados como los tuyos, se disculpó él, también hay clásicos si los buscas.
¿Qué es una novela sensacionalista?
Que tienen argumentos con asuntos que impresionan a algunas personas, si decides leerlo no se lo pases a las damas de Sonora.
¿Qué asuntos son esos?
No quisiera estropearte la historia.
Es más probable que me atraiga.
Se había casado con una bebedora de champán que no se amilanaba porque algo pudiera ser inadecuado.
No hay exploradores mexicanos, una mujer que parece una perfecta ama de casa no es más que una chica de la vida galante, y gana muchísimo dinero.
Creo que será el primero que lea, comentó ella con una sonrisa.
Te he avisado…
Ella se sentó al lado de él con el libro sin abrir, entía que ese libro la iba a gustar mucho.
Aviso recibido.
Háblame de tu familia, le pidió él, tenemos mucho de qué hablar, ¿no?
No hay gran cosa que decir de ellos, ella se alisó la falda.
¿A qué se dedica tu padre?, preguntó él.
Celeste había tenido razón, durante el viaje desde Montemorelos había comentado que tenían que pensar lo que iban a decir a la gente. Según ella, la gente no caía del cielo y tenían que tener preparada la historia de su vida. Por eso, siempre que podían estar un momento a solas, comparaban lo que habían pensado contestar cuando les preguntaran algo.
Era banquero, accionista, en realidad, pertenecía a un club de caballeros y asistía a la iglesia episcopal.
¿Y tu madre?
No la conocí mucho, eso era bastante cierto, pero él esperaba más y tenía que mentir otra vez. ¿Siempre le contaría mentiras? Murió cuando yo era muy pequeña por eso fui al colegio de la señorita Ana.
¿Tienes hermanos?
No, ¿y tú, tienes hermanos?
Tengo una hermana mayor que yo y dos hermanos menores, contestó él.
¿Vivieron todos juntos cuando eran pequeños?
Sí, nuestras peleas se enojaban mucho de nuestra pobre madre, pero es una santa.
¿Todavía vive?
Sigue viviendo en la casa familiar de Sinaloa. Iremos a visitarla antes de que acabe el año, le gustará ver a los niños y quiero que te conozca.
Ella asintió con la cabeza sin poder imaginarse lo que sería conocer a su madre.
Mi padre falleció hace unos años, siguió él, era juez por eso fui a la escuela de derecho pero entonces hubo problemas y no pude acabar.
Quería construir algo y no me había olvidado de este sitio, así que regresé y me licencié en Derecho, compré mucha madera y le pedí a una joven que se casara conmigo. Entonces en Sonora no había muchas casas, solo uno que otro edificio.
Descubrí que podía vender la madera mucho más cara de lo que me había costado y la vendí. Pedí que me mandaran más, puse anuncios en los periódicos más importantes, y varios comerciantes e incluso un dentista también se lanzaron a la nueva empresa. No hay nada como establecerse y ver crecer algo, Sonora tardó muy poco en ser un pueblo respetable.
Ella, más cómoda porque la atención se había centrado en él, escuchó la historia con interés.
Bruno era impresionantemente emprendedor y ambicio. Se sorprendió al enterarse de que tenía un almacén de madera.
¿Ahí es donde trabajas durante el día?
No, tengo personas que lo dirigen por mí. Yo trabajo en un despacho del ayuntamiento.
EXPLÍCAME POR FAVOR AUTORA.
¿QUE PASÓ CON EL VIERNES Y EL SÁBADO, Y COMO LLEGARON A LA NOCHE DEL SÁBADO?