¡Plan BL! Renaceré Como Tu Esclavo, Mi Querido Alfa

...Narra Ahderon...

No debo pegar ojo esta noche, aunque es poco probable que esa persona que, se supone se transforma en cuervo, vuelva. Parece que a Cian le afecta la situación y contra todo pronóstico le debo un favor por salvar a Vicaria.

Por ello, no le quito ojo de arriba y parece que ahora logra descansar mejor. No es alguien normal, definitivamente no lo es, de ser así no estaría interesado en un maldito y otro lo estaría persiguiendo.

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El resto del viaje ocurre sin contratiempos, pero no me permito alejarme demasiado de Cian por dicho problema. Él por su parte parece aceptar la idea sin ningún tipo de contra, realmente parece gustarle por la forma que brillan sus ojos.

En el castillo, él debe quedarse solo por un momento dado que su presencia ante la reina sería una ofensa, ya que es solamente un esclavo.

—No me dejes solo —dice él tomando mi mano.

—No te pasará nada, los guardias te llevarán a mi habitación —le respondo.

—¿¡Dormiremos juntos, amo!? —dice ahora con toda la emoción que le caracteriza.

—Desgraciadamente, sí. En este lugar te entienden como mi esclavo sexual y no debo ir en contra de esa opinión. No significa que sea real, compórtate —le comento al ver su rostro tomando colores rosas intensos.

—Pero técnicamente es verdad, amo, ya que nos acostamos y soy su esclavo. Repetir no sería un problema —dice acercando su cuerpo al mío.

Maldito sea el momento en que se me ocurrió comprar a este esclavo específicamente de entre todos los que vendían. Quizás mi suerte fuese muy diferente y no estaría ahora atrapado en este problema.

—No volverá a pasar y tampoco le comentes a nadie si quieres seguir conservando tu cabeza, es una advertencia, esclavo —le respondo cortante y sin usar su nombre. Sin embargo, no parece marcar un límite para él. Solamente sonríe y me despide con la mano.

Mientras le dejo atrás, uno de los guardias me acompaña a la entrada. Justamente uno de los que tengo infiltrados en el palacio para la obtención de información.

—Ella tiene pensado acabar con su vida, tiene la justificación perfecta —comenta la persona que me guía.

—Entiendo, tienes otra orden, investiga todo lo que puedas del esclavo que traje conmigo. Su nombre es Cian y proviene de la casa de subastas "Ópalo de estrellas" —le comento antes de entrar a la audiencia.

El salón central se yergue entre colores dorados y blancos, cada estatua y adorno es oro o algún metal raro de conseguir. La opulencia es importante porque es de las caras del país, donde cualquiera que llegue podrá ver que no hay problemas económicos. Como algo central, sobre el trono hay una estrella hecha de rubíes y bajo ella, la reina madre está sentada en el asiento que ya no debería ocupar.

Con su hijo mayor muerto, ahora debería estar ahí el menor, sin embargo, según tengo entendido, no le gusta dar la cara a pesar de ser el principal consejero de la familia real.

—Mi querido Duque Xic Vermish, una lástima volvernos a ver en una situación como esta —me dice la reina, una señora de cabellos llenos de canas y atuendos negros en representación de sus lutos, el del marido y su hijo.

—Realmente una lástima, mi reina —le respondo en un tono formal—: el ducado de Vermish le acompaña en el luto, nadie podría predecir el ataque a la mansión.

—Las preguntas y formalidades se llevarán a cabo en el juicio de mañana, espero que el resultado pueda dejar descansar en paz el alma de mi hijo, mi querido Francis —dice ella limpiando las lágrimas de sus ojos para afilar la mirada sobre mí. Crowley, a su lado, susurra algo en su oído haciendo que el aura se vuelva más pesada—. ¿Es cierto que ha optado su forma maldita en público?

—Fue una urgencia para salvar la vida de uno de mis... sirvientes. —Cambio el rango de Cian.

—Innecesario, es algo que rompe nuestros acuerdos, duque. Será visto de igual manera en el juicio —comenta ella.

El cuerpo de su hijo llegó junto conmigo, por lo que el velatorio, será ahora. Para cubrir parte de los acontecimientos desaparecí pertenencias del rey y otras de la mansión. También varios de los sirvientes fueron reportados como muertos e hice algunas heridas en mi cuerpo que no fuesen mortales para la ocasión. Aún con todo eso, sé que va a ser difícil que me consideren inocente, pues desde que nací han buscado la forma de deshacerse de mí.

¿Las maldiciones? Las personas que las poseen simbolizan caos, no solo muerte, sino sublevaciones y ríos de sangre. Llevados por los caminos de lo que conocen como el mal, ¿no es estúpido? No es algo que desee, pero no les aconsejaría forzarme.

—Entiendo, mi reina, la resolución tomada será la que acataré —respondo sin mostrar emociones más allá.

—Puede retirarse —dice ella dejándome en libertad de marcharme.

Fuera de la sala me detengo unos minutos en la puerta, acto que hace que Crowley pueda llegar hasta mí. Su simple presencia me molesta y sé que a él la mía también.

—Será algo divertido juzgarle, duque Vermish —dice él con una sonrisa sumamente disimulada.

Le ignoro, no gastaré mi preciado tiempo en dialogar con él. Cada segundo es oro, cada segundo que malgaste podría costarme la vida.

—¡Duque! —grita él haciendo que me detenga—: su esclavo, también deberá ir a juicio con usted. A fin de cuentas, tiene todas las características que amaba el difunto rey Francis. ¿No cree?

Albinos... Hombres... Y sobre todo, que se pareciesen a mí.