La Rebelde Mila Y El Mafioso.

—Kenán, ¿por qué te dejas golpear por esta estúpida?—Le grita la tipa.

Horacio me toma por las muñecas y me detiene, me siento sudada, el cabello pegado por toda mi cara, la respiración agitada y con ganas de seguir dándole golpes, es un bastardo como se le ocurre hacerme esto.

—Suéltame, déjame ir, por favor.

—No puedo lo siento—Dice tan frío.

—Mira chiquilla estúpida, deja a mi hombre en paz, deja tus dramas.

Su hombre, con que está es la fulana novia, será que la muy ridícula, sabe que Horacio es mi esposo.

—Suelta, me voy a quedar tranquila—Me calmo, siento que perdí muchas fuerzas.

—Tu hombre dijiste—camino en su dirección—Horacio se pone en guardia—lamento decirte que es mi, esposo—sonrió con malicia, ella podrá ser una asesina, o lo que sea, pero a mí no me va a venir a joder.

—Mila—dice Horacio.

—¿Qué dijiste estúpida?, Kenán, ¿qué fue lo que ella dijo?

Bingo, la mujer no sabe nada.

—Jessy te dije que era lo mejor.

—Después dijiste que no lo harías, que no era necesario, ¡me engañaste!

—Piensa lo que se te dé la gana—le habla con fuerza, yo solo estoy disfrutando de esto.

Voltea hacía a mí—igual es un matrimonio de mentira, ya que Horacio no existe—Ríe satisfecha.

—¿Estás segura de que se casó bajo ese nombre?, ¿estás segura?—Meto la cizaña si yo no voy a estar tranquila, ellos tampoco.

Además, ahora recuerdo que el día que nos casamos él tapó el nombre en el libro, ¿por qué lo hizo?, acaso es que el sí se casó bajo el nombre de Kenán.

—Kenán, ¿que paso?, ¿dime qué lo que está diciendo está bastarda es mentira?, amor—Se acerca a él y lo besa en la boca, siento rabia, porque, que me importa a mí lo que ellos hagan.

—Jessy, no te metas en mis asuntos, como yo haga las cosas, no son tu problema, me vas a apoyar y si no ya sabes el camino de regreso a Suecia.

—Kenán, ¿por qué me hablas así?, ¡tú me estás botando por culpa de esta estúpida!

—Piensa lo que te dé la gana, no interfieras en mis cosas, ahora sí puedes irte y dejarme solo con Mila—Me mira, ¿para qué quiere quedarse solo conmigo?, ¿qué me quiere hacer?

—No me voy, no te dejaré solo con ella—Zapatea duro en el piso.

—¡Que te largues!—Me hace dar un brinco por el fuerte grito.

Ella se da la vuelta y me lanza una mirada que parece que me fuera a matar y sale sonando los zapatos.

—Ustedes también salgan, déjenme solo con ella.

¿Qué quiere?, ¿por qué solos?, me da miedo, pero jamás se lo voy a demostrar.

Los dos hombres salen—No dejen entrar a Jessy por nada—Ellos cierran la puerta y Horacio la asegura por dentro.

Me mantengo tranquila, no voy a demostrar el miedo que tengo.

—Mila lo siento mucho, sé que no era lo que tú querías, no debiste decir lo del matrimonio, ahora ella estará muy molesta.

—No me importa, eso es tu problema, nadie te mando a qué te casarás conmigo teniendo una novia tan desquiciada como ella.

—Si te portas bien—A qué se refiere—pronto saldrás de aquí, coopera con nosotros en todo, no hagas que me moleste y todo estará bien.

—Eres un cínico, ¿que es lo que quieres?, dinero, oro, eso es lo que todos quieren, ¡maldito dinero!

—Quiero oro, sí, pero quiero las refinerías.

—Eres avaricioso, vas a lo grande, entonces eso será lo que vas a pedir de rescate—camino por la biblioteca y veo los títulos de los libros.

—Eres muy inteligente, ve esto de la mejor manera, por fin serán la familia menos adinerada y serás feliz, ah y también dejarás de ser tan desconfiada—se acerca a mí, me mira fijo a los ojos, se ven tan vacíos.

Levanta una mano y con su dedo índice toca algo que tengo en mi mentón, algo que siempre tapo con mi maquillaje, que hoy no tengo y no lo pude hacer.

Sus dedos son tan fríos, no puedo entender por qué, estamos en una temporada de calor, muero por preguntar por qué es, pero que se pudra.

Me sigue mirando a los ojos, mientras toca mi lunar, siento nervios, ganas de besarlo pero también de matarlo por bastardo y mentiroso.

Veo como inclina un poco la cabeza hacia abajo, será que piensa besarme, cómo es tan desgraciado para querer hacerlo.

Cuando sus labios están muy cerca de los míos cierro los ojos, levanto la rodilla y le doy bien duro en los huevos.

—¡Ayayay!—grita de dolor al tiempo que se encoge, cobarde—¡Estás loca!

Creí que me conocías, supuse que sabías que me falta un tornillo, puedo estar muy loca, pero jamás escucha bien, jamás vas a besar estos labios.

—Loca, estás loca— y sigue agarrando a su preciado miembro, me siento en un sofá que está en el lugar, antes había tomado un libro que tiene por título, “Dexter, el asesino exquisito”

—Escucha bien Mila Kunis, te vas a quedar aquí, mientras tus padres se porten bien, tú estarás bien, coopera y pórtate bien, vendré siempre a visitarte, aquí hay mucha seguridad por lo que no intentes escapar, mis hombres disparan muy bien, no me gustaría que te hicieran daño, hay una mujer que te ayudará en todo, cuando necesites algo solo se lo pides a Elías, es el hombre que te trajo.

—¿Tengo alguna otra opción?—hablo sin quitar la mirada de las letras del libro.

—No—sonríe—deja de leer eso, no aprenderás como acabar conmigo. ¡Eso es lo que piensas, querido esposo!