AMARTE, DUELE

Narra Bastián

Llego al hotel y subo a mi habitación, tomo una botella y sirvo una copa, los pensamientos llegan a mi como una lluvia de ideas, quizás me equivoque al estar con Kenia, esta noche ver a Kate ha desequilibrado todos mis sentidos, cuando creí que ella era un asunto superado, vuelvo a verla y supera todas mis expectativas, me siento terrible por desear la hermana de mi novia, se supone que debo amar y desear solo a Kenia, pero demonios como hago para sacarme a esa mujer de mi cabeza.

En ese momento llega marco con euforia y me invita a salir con Kate y sus amigos, en un inicio me niego, pero su insistencia es insoportable, así que decido ir. Me cambio de ropa y rápidamente llegamos al lugar, nos acercamos a ellos y marco hace hincapié en que no quería dejarme solo como una ostra en la habitación del hotel, cosa que no es mentira, pero no hace que me sienta menos incomodo en una celebración a la cual no fui convidado.

Saludo a todos y en especial Kate, pero ella se muestra igual de fría que siempre, lo que me recuerda porque me decidí alejarme de ella, sin embargo llega un momento en el que estamos solos, pero ella se va a la pista para bailar sola y apartarse de mí.

Voy tras ella y la tomó por sorpresa, le pido que bailemos, pero ella se niega, diciendo que no debería, luego le propongo que bailemos como si fuéramos dos desconocidos que se gustan, no sé de donde saque esas malditas palabras. Al inicio ella se desconcierta y no desea bailar conmigo, pero después de un juego mental la reto para que acceda, sentir como menea su tentador trasero hace que mi amigo se despierte, no lo dudo y al verla de frente me descontrolo y la beso, ella se resiste un poco, pero luego se deja llevar, siento su inexperiencia, abro mi boca y me ladeo para que nuestros rostros tengan la posición perfecta para probarnos, introduzco mi lengua en su enigmática cavidad bucal, no sé cuantos minutos duramos en ese excitante momento, solo sé que deseo más de ella. Por un momento ella recupera su cordura se aparta y se va, mientras yo quedo en la pista extasiado y a la vez la culpa me acompaña.

Vuelvo a la mesa y después de media hora vuelve Kate para ayudar con esta desastrosa escena, donde su amigo esta llevado por los tragos, Marco y Sofía parecen discutir y a la vez coquetear, no entiendo un carajo, le pido a Kate que hablemos de lo sucedido pues quiero explicarle que ella me gusta, pero me silencia con un rotundo no, sin dejarme hablar y luego su amigo se despierta para confesar su gran amor por ella, eso me molesta un poco. Marco y yo les indicamos que nosotros los llevaremos, pero ellas se niegan. Las acompañamos a tomar el auto que Sofía había solicitado y luego vamos directo al hotel.

Ya tirado en mi cama comienzo a divagar entre sus recuerdos, como es posible que me sienta tan embelesado con una mujer tan fría, una que se nota lo poco que le intereso, de no ser por ese beso juraría que es un tempano de hielo.

Pasan al menos tres días más, luego viajamos por algunas semanas más a otro país para conocer posibles y potenciales clientes y es hora volver a casa, me quedo dormido parte del vuelo y cuando aterrizamos bajo a esperar mi equipaje, pero los gritos de Kenia por todos el aeropuerto me sacan de mis pensamientos

− ¡Amoooor¡– grita ella mientras llega a mi

− No grites de esa manera, estamos en un lugar público – le exijo molesto

− Pensé que estarías feliz de verme – me dice con un puchero

− Lo estoy, lo estoy, pero sabes que no me gusta dar espectáculos – le hablo más calmado

− ¿y que me has traído? – me pregunta

− ¿de qué? – le pegunto sin entender

− Pues es la primera vez que nos separamos tanto tiempo, creí que me traería algún regalo – me dice furiosa

− Lo lamento no tuve tiempo, si quieres vamos te compro algo – le hablo persuasivo, pues la verdad no se me paso por la cabeza comprarle algo

− No es necesario, solo quería que lo hicieras por iniciativa propia – me dice triste

− Perdóname – le pido

− Te perdono, solo si me concedes algo – me dice coqueta

− Claro, lo que tú quieras – le respondo

− Quiero que vayamos a tu apartamento, quiero mostrarte algo – me dice ella con una sonrisa juguetona

− Está bien - acepto

Tomo mi equipaje y vamos directo al auto. Le indico al conductor que nos lleve a mi apartamento, al llegar subirnos al último piso donde está mi pent-house, abro la puerta y le pido que sirva dos copas mientras yo tomo una ducha, a lo cual ella accede. Subo a mi habitación, dejo la maleta y me meto de inmediato a la ducha, es en ese momento donde los recuerdo que aquel fenomenal beso vuelven a mi mente, remuevo mi cabeza sin saber que hacer o cómo actuar, como se supone que deba seguir con la hermana de la mujer que deseo, sé que quiero a Kenia, lo que siento por Kate puede ser solo deseo y solo eso, mientras Kenia me ha demostrado ser una mujer incondicional y amorosa, un poco dependiente, sí, pero es por su edad, mientras que Kate es una mujer ambiciosa, ruda, terca, y totalmente fría.