La Villana Quiere El Divorcio (PAUSADA)

Cuando Alyssa abrió los ojos, aún no amanecía. Giró el rostro a un lado encontrándose con aquel hombre y soltó un suave risa mientras lo observaba dormir, luego suspiró antes de levantarse pero al momento de alejarse de la cama un fuerte dolor en su vientre le hizo caer de rodillas. Apretó los dientes aguantando el quejido, busco su ropa y se la colocó, peinó su cabello con sus dedos y se alistó lo más rápido que pudo antes de dejar una nota sobre la mesita de noche.

Salió silenciosamente y se subió a su carruaje dónde el cochero aún la esperaba.

— Hoy nunca pasó. — Murmuró mientras se alejaba.

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Montana se despertó al amanecer, se estiró y buscó a tientas el cuerpo que debía estar a un lado de él pero solo pudo sentir el vacío y el frío de la cama lo que significaba que hacía bastante rato que se había ido.

— ¡Ian! — Llamó.

Un mayordomo entró, llevaba una bandeja con comida, jugo y un té medicinal. Por supuesto que no era que no tuviera más sirvientes, era solo que cada mañana para él estaba cargada de dolor constante y por ello se rehusaba a que otros lo vieran aunque, por alguna razón, una mueca se formó en su rostro en aquel momento.

— Ian, no me duele nada.

La sorpresa en el rostro del joven hombre casi le hace soltar la bandeja que llevaba.

— ¿Qué?

Montana se miró las manos y luego su vista se centró en su pecho, en aquella marca oscura. Se sentía letargico, como si el dolor fuera un vago recuerdo pero no entendía por qué.

— No importa. Debe ser temporal, ¿Cuando se fue? — Preguntó mientras se levantaba y comenzaba a vestirse. Ian dejó la bandeja en una mesita y se acercó a arreglar la cama.

— Mucho antes del amanecer. Señor... — Lo llamó.

— ¿Qué sucede?

— Esa mujer es la esposa del Marqués McKellan.

— ¿Y?

— ¿Cómo es que seguia siendo virgen?

— ¿Qué? Eso no puede ser posible. — Se acercó a la cama e hizo una mueca al ver la mancha de sangre.

— ¿Señor?

— Finnigan McKellan, un Marqués y un caballero, se fue hace 3 años y medio al campo de guerra pero se supone que vuelve a la capital al menos cada 6 meses... Entonces, ¿cómo es que tiene una esposa joven y hermosa que aún era virgen? Algo no cuadra aquí.

Su vista se centró en la pequeña nota y sonrió inconscientemente.

'Esta ha sido una noche inolvidable, la recordaré siempre en mi corazón.

Alyssa.'

— Ian, averigua qué sucede con el marqués y ahora dime ¿Qué sabes de ella?

— Como diga. Alyssa Stella Rubinette, tercera princesa y actual marquesa de McKellan. No se hace cargo del marquesado, todo queda a cargo del mayordomo asignado por el rey. Se dice que es caprichosa y poco sociable, suele fingir enfermarse para recibir atención.

— ¿Es así? — Estaba confundido, las veces que la había visto no le parecía así. Menos aún porque hubo veces en que, aunque la vio, ella no llegó a notarlo.

— Fue así hasta hace más de medio año. — Montana observó a Ian y le hizo una seña para que continuara. — Tuvo un "accidente" y cayó por las escaleras. Tardo una semana sin despertar y cuando lo hizo, se recluyó una semana más. Después de eso, ella cambió. Algunos dicen que ha madurado, otros dicen que parece alguien más mientras que otros dicen que solo muestra su verdadera forma de ser.

— Según lo que sabes, ¿qué sucedió?

— Me arriesgo a pensar que es la última opción.

— ¿Por qué?

— La Alyssa Rubinette de la que todos hablan era una niña necesitada de amor, muy simple e ilusa. La Alyssa Rubinette que ahora se muestra no es simple, de hecho, puede ser vista como maquiavélica. — Ante ello, Montana sonrió.

— No digas su nombre tan a la ligera, ahora bien, ¿En qué te basas?

— Me disculpo. — hizo un pausa y lo observó con seriedad. — La tercera princesa no cayó.

— ¿Qué?

— Alguien la empujó.

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Cuando Alyssa llegó a la mansión lo primero que hizo fue bañarse y al terminar se preparó un té anticonceptivo. En ese momento lo que menos necesitaba era quedar embarazada, ella necesitaba lograr el divorcio sin ningún problema e incluso si alguien la vio entrar a la habitación con Montana, no habían pruebas reales porque, para su suerte, no existían la cámaras digitales.

Aunque algo era cierto, las cosas iban cambiando. Sabía que eso pasaría, había hecho muchas cosas que la Alyssa original nunca hizo pero la principal era él, Montana.

"Se supone que faltaba al menos un año y medio para el encuentro. Debía ser en el festival de primavera porque se le exige estar ahí al menos cada 2-3 años, entonces ¿por qué está aquí ahora?"

— Esto me molesta. — Murmuró mientras hacía una mueca de incomodidad.

Soltó el primer botón de su camisa y observó su pecho, si bien tenía todo tipo de marcas en su cuerpo, lo que la sorprendió fue la que se suponía que era la marca de la familia real. Por alguna razón, estaba brillando.

— ¿Qué es esto? ¿Por qué brilla de nuevo?

— ¿De qué habla, señorita? — Dora, que recién entraba la observaba con confusión.

— Mi marca, está brillando.

— ¿Brillando? ¿La marca real? ¿Otra vez? — Alyssa asintió y Dora se mostró entre horrorizada y alegre.

— No me vas a decir que encontré a mi "mate" o mi "alma gemela", ¿verdad?

— ¿Qué? Señorita... a veces no comprendo de qué habla. — Alyssa soltó una leve risa y negó.

— No importa, dime qué sabes.

— Si. Según lo que he visto, la marca brilla una vez en la vida del portador y eso es cuando el despertar del atributo se aproxima.

— ¿Qué? Pero... ¿cómo puede ser posible?

— Eso es lo que no me explico, señorita y que al mismo tiempo me asusta... Desde que usted nació supe que era especial pero... es la tercera vez que brilla su marca.