Madre Soltera a los 18

Analu jugó el resto de la tarde en la plaza, ella estaba muy feliz. Rebecca compró algunas cosas para comer, pero incluso comiendo, Analu quería estar jugando. Fue una diversión muy buena.

Carol: ¿Vamos a pedir algo?

Rebecca: Puede ser.

Carol: De acuerdo.

Analu: Tío mamá.

Rebecca: Hija, él no viene. Ya está durmiendo.

Analu: Juguetes para que él vea.

Rebecca: Otro día él los verá.

Analu: No.

Rebecca: Sí, Analu, ¿vas a desobedecer a mamá?

Ella se queda calladita y llorosa, Analu siempre ha sido tranquila, siempre que Rebecca hablaba, ella obedecía, nunca desobedeció y eso era muy bueno. Rebecca supo educarla perfectamente y Analu siempre fue un dulce de niña.

Carol pidió lasaña, ellas comieron y se quedaron en la sala conversando, Analu estaba jugando con la muñeca en la alfombra, no iba a soltar ese juguete.

Carol: ¿Qué vas a hacer mañana con Analu?

Rebecca: La dejaré con tu mamá.

Carol: ¿Aunque él no quiera?

Rebecca: Sí, él no tiene que querer, yo soy su madre, así que yo decido, él no es nada de ella.

Carol: Él sería un buen padre.

Rebecca: Entonces que tenga los suyos.

Carol: ¿No sientes ni un 2% por él?

Rebecca: Nada.

Carol: Si fuera yo, ya habría atacado jajaja.

Rebecca: Puedes hacerlo si quieres.

Carol: Él no me quiere, él te quiere a ti.

Rebecca: Vamos a dormir, Carol, voy a bañar a Analu para que duerma.

Carol: Me voy a casa, buenas noches.

Rebecca: Buenas noches.

Ella se va, Rebecca baña a Analu y la acuesta para dormir, ella quiere dormir con su juguete, pero eso no cabría en la cuna, así que duerme con su muñeca. Rebecca se va a su habitación y descansa.

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Augusto pasó la tarde ansioso, quería ir al centro comercial pero sabía que a Rebecca no le gustaría, él extrañaba a Analu, quería verla, incluso después de pasar el día con ella, se sentía así.

Las horas pasaban y él miraba el celular esperando que ella lo llamara para invitarlo a ir allí, pero no pasó nada, él sabía que estaban jugando en la plaza y eso lo estaba volviendo loco. Iolanda vio su estado, tenía miedo de que él se acostumbrara a la niña y terminara confundiendo las cosas, tenerla como hija sería difícil porque Rebecca hará todo lo posible para alejarlo.

Augusto pensó en ir allí, pero su madre no lo dejó, le dijo un montón de cosas que lo hicieron reflexionar sobre todo esto, sabía que ya era demasiado, esta ansiedad por verla, el cariño, todo lo que está haciendo... él sabía que estaba mal, no podía hacerlo.

Augusto estaba cansado, se acostó reflexionando sobre todo hasta que se durmió.

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Al día siguiente, Rebecca siguió su rutina diaria, dejó a Analu con Paula y fue a trabajar.

Al llegar, comenzó con su trabajo, esta semana sería agitada, Rebecca iba a bautizar a Analu, hace algún tiempo que lo venía mencionando, pero quería recibir su sueldo para poder comprar al menos un pastel.

Ya estaba reservado en la iglesia desde hace algunas semanas, el bautizo será este fin de semana, Rebecca solo invitó a algunos amiguitos de Analu a comer pastel, no haría una fiesta porque no es su cumpleaños, pero para celebrar este momento tan importante en su vida, haría solo una pequeña celebración.

Carol está ayudando a Rebecca, como ella ha vivido en el país desde que nació, ella sabe de un lugar que hace pasteles personalizados.

Rebecca dejó de pensar cuando llegó un paquete para Iolanda, ella subió a la azotea y lo dejó en la sala. Rebecca ya iba entrando al ascensor cuando Iolanda llegó.

Iolanda: ¡Rebecca!

Rebecca: Hola, señora, buenos días.

Iolanda: Buenos días, querida, no me llames señora, solo Iolanda.

Rebecca: Como quiera.

Llegó un paquete para usted, así que lo dejé en el sofá.

Iolanda: Gracias, querida.

Quería hablar contigo.

Rebecca: Puedes hablar.

Iolanda: El sábado es el cumpleaños de Augusto, quiero que vengas con Analu a cenar con nosotros.

Rebecca: ¿El sábado?

Iolanda: ¿Ya tienes un compromiso?

Rebecca: Es que el sábado es el bautizo de Analu, no sé si pueda ir. Ella puede cansarse porque he invitado a algunos amiguitos suyos a jugar con ella.

Iolanda: Qué maravilla, entonces no te preocupes por eso, yo entiendo y él también entenderá.

Rebecca: Como ahora forman parte de la vida de Analu, están invitados, pero que sepas que no será nada elegante.

Augusto: ¿Invitados para qué? ... entra en la sala

Iolanda: Buenos días, hijo.

Rebecca: Ya me estoy yendo.

Augusto: Nadie me respondió.

Iolanda: He invitado a Rebecca y a Analu para que vengan el sábado a celebrar tu cumpleaños, pero ellas no podrán ir, así como yo entiendo que tú también lo harás.

Augusto: Por cierto, ¿dónde está Analu?

Rebecca: Con Paula.

Augusto: Vale, voy a buscarla. Ya le he dicho que ese no es un buen lugar para ella.

Rebecca: ¿Y con qué derecho tienes que ir a buscarla y opinar?

Él se queda en silencio, sabía que no tenía derecho y eso lo estaba volviendo loco.

Rebecca: Gracias por la invitación, Iolanda. Si no aparecemos, ya sabes el motivo.

Iolanda: Claro, querida.

Augusto: ¿Y por qué no vienen?

Rebecca: Permiso.

Rebecca entra en el ascensor, vuelve al trabajo respirando profundamente.

Augusto se queda en la sala mirando a su madre esperando una respuesta.

Iolanda: Es el bautizo de Analu, Rebecca ha invitado a algunos de sus amiguitos, por eso puede que esté cansada para salir por la noche.

Augusto: ¿Es su bautizo y no nos llamó?

Iolanda: Sí nos llamó, pero llegaste justo en ese momento y no sé la hora y dirección.

Augusto: ¿No le agrado, verdad?

Iolanda: ¿Cómo podría agradarte si haces todo en contra de sus decisiones como madre?

Augusto: No es así exactamente, mamá. Solo no creo que ese sea un buen lugar para que Analu se quede. Mira, fui allí ayer y la mujer que se encarga de ella estaba bebiendo con dos amigos.

Iolanda: Eso no es problema tuyo, hijo. Rebecca es la madre, ¿has pensado alguna vez que no tiene otra opción más que dejarla allí? Ella trabaja duro aquí en el hotel para pagar a alguien y mantenerse, ser madre soltera no es fácil, hijo.

Augusto se queda pensativo, Iolanda le da un beso y se va.