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Amor En Tiempos De Guerra

Amor En Tiempos De Guerra

Status: En proceso
Genre:Aventura / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor en la guerra / Romance oscuro
Popularitas:801
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Yo antes era una espía y asesina respetada por todos, temida por todos, la más importante y reconocida por todos aquellos que oían mi nombre temblaban del terror y la desesperación que sentían al oír de mí. Creía que lo tenía todo, incluso creía que tenía a mi lado a un hombre que me amaba y respetaba como mujer y compañera de equipo. Desgraciadamente estaba muy equivocada y terminé por ser traicionada por él y por la gente que creía que me era leal, pero ni siquiera eso.

Ese día perdí todo y terminé por ser arrestada, humillada, maltratada, casi violada por uno de los custodios que me llevaba a ser finalmente encarcelada, sin juicio alguno en cual pudiera defenderme; era frustrante dado que yo fui una de las personas que propuso que todo criminal, sin importar su rango no tendría un juicio sino que en cambio iría directamente a "Azgaard" la más cruel y sanguinaria cárcel clandestina que el mismo maldito Hitler autorizó sin haber consultado a sus generales y consejeros.

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Capítulo 18.

SOFÍA

A pesar de que Maxwell no quiso decir nada acerca de lo que había sucedido afuera de su oficina. Pese al cuidado que tuvo... alguno de los líderes políticos fascistas deseaban que Maxwell fuera retirado de su cargo como Alcaide de Azgaard debido a que tenía con él una traidora, una desertora, y como amante del Alcaide gozaba de privilegios dentro de la cárcel, Maxwell aún seguía siendo Alcaide y mandaba aún con mano de hierro en la cárcel , sobretodo no había perdido sus privilegios siendo un aristócrata alemán, pero si perdió la total confianza de sus superiores, lo cual lo hizo reflexionar acerca de quién pudo haber sido la persona que lo delató y pronto descubrió que quién había sido esa persona. Por lo que Maxwell capturó a esa persona con ayuda de algunos de los oficiales de la SS y lo llevaron devuelta a la cárcel para matarlo él mismo en una de las mazmorras. Luego de una larga y eterna tortura...

Supo que había sido un doctor el que lo había delatado, el cual estaba acompañando a las reas muertas en la fosa común de la cárcel. Luego de ello volvió a mi lado y se quedó conmigo en el sofá, recostado a mi lado abrazándome por detrás acariciando mi cabello sin decir decir una sola palabra, lo cual me desconcertó porque él siempre tenía algo que decirme. Sin embargo; al verlo de esa forma no pude evitar preguntarle, pero no lo quise presionar y simplemente dejé que él mismo fuera el que se acercara a mí para decírmelo. Aunque por su mirada supe que posiblemente podría tratarse del chisme que se corrió en la cárcel.

Pero ninguno de los dos dijo nada. Pero eso no evitó que Maxwell viera mis manos estropeadas, luego de que él tomara mi mano y la besara justo en la palma de esta. Quiso que dejara mi labor como modista y le dije que no porque yo quería ser útil cuando fuera libre de la cárcel. Quería tanto confeccionar la ropa que mis hijos iban a usar cuando llegaran al mundo.

Luego de unos días las cosas se calmaron y creía que el mayor peligro ya había pasado, sin embargo... algo me decía que eso no era todo y pronto el peligro vendría hacia nosotros. Pensaba que ese peligro estaba más cerca de lo que yo suponía y Maxwell compartía la misma opinión que yo. Por lo cual no me era raro que posiblemente la causante de eso podría ser la misma Sarah pero ella había sido cruelmente advertida por Maxwell, pero no quitaba el hecho de que ella aún buscaba deshacerse de mí a como diera lugar.

Así que preferí observarla desde lejos y ver qué hacia, y para mi sorpresa ella se había aliado con un médico de la cárcel además de que sedujo a un oficial que desde hace tiempo que me estaba acosando y lo hacia desde que había llegado a la cárcel pero no quise decir nada al principio pero una vez Maxwell lo atrapó mirándome desde las duchas vistiéndome y casi lo mata. Desde ese día la sobreprotección de Maxwell se fue a los extremos tanto que hasta él mismo iba conmigo a las duchas en secreto para cuidarme.

Lo cual no me molestaba pero... siempre que me veía desnuda tomando una ducha no dudaba en tomarme por detrás y tener sexo en las duchas, lo cual era arriesgado pero a él poco le importaba. Y llegados a ese punto... lo obligué a construir una ducha dentro la oficina para que evitar más atentados y más problemas de los que ya había. Luego de que la ducha se terminó de construir finalmente tuvimos más libertad pero sobretodo yo porque nadie más me acosaba a excepción de mi lascivo amante.

Estando embarazada sus deseos y exigencias sexuales aumentaban debido a las hormonas y el orgullo que sentía al verme embarazada de cuatro meses. Afortunadamente sólo tenía dos bebés dentro de mí y no más, y pateaban mucho cuando su Padre les hablaba y les decía que debían cuidarme de todo hombre que me mirara y le dije que era ridículo, pero no le interesó y siguió haciendo lo mismo.

Pasó una semana y las cosas seguían prácticamente igual hasta que una noche luego del trabajo salí algo tarde y Maxwell no pudo ir por mí como siempre hacía al llegar la noche, porque tuvo que lidiar con la fuga de varias reas que eran amantes exclusivas que ya no soportaban ser tocadas por hombres pervertidos de Alto rango. Entonces decidí no llamarle con el teléfono que me había dado para mi protección y en caso de emergencias. No lo usaba mucho y realmente no me gustaban los teléfonos, pero accedí por la seguridad de mis hijos.

Iba en camino al camión verde olivo ocultando lo más que pude mi vientre con el uniforme que traía puesto que era un poco más grande y holgado lo suficiente como para esconder mi embarazo. Así que con absoluta discreción fui hacia el camión y al querer subir alguien me sujetó del brazo y al sentir el tacto de la mano que me tocaba supe que no era Maxwell, estaba muy oscuro afuera pero sabía con absoluta certeza que no era él. Él nunca me sujetaba de manera tan brusca y descuidada.

Miré hacia atrás y vi quién era. En ese momento maldije en silencio.

-¿Tú?-

Me soltó casi de inmediato y huyó antes que pudiera decir algo, pero pese a la oscuridad de esa noche supe que era Edward Schneider... el bastardo que me había traicionado. Después de tantos meses se atrevió a buscarme con quién sabe qué motivos y ese hecho no lo pude ocultar porque al día siguiente Maxwell se enteró y me reclamó el por qué no le había dicho nada.

-¡¡¿Por qué carajos no me dijiste?!!-Gritó muy molesto, no conmigo sino con ese hombre.

-Tuve miedo, no quise decirte porque sé que eres capaz de ir tras él y matarlo, y hacerlo nos pondría en un mayor peligro, perdóname por no decírtelo, lo único que buscaba era proteger a nuestra familia y por lo visto no logré nada más que hacerte enfurecer de preocupación.

Mis palabras lo calmaron casi de inmediato, hubo un silencio que se apoderó de la habitación en la que dormía con Maxwell cada noche desde que nos conocimos y ese día ninguno se dirigió la palabra y cada quien estuvo en su rincón hasta que nuevamente esa misma noche otra vez Edward se apareció nuevamente pero en vez de tomarme del brazo y correr, me tomó de la mano y me llevó con él a la oscuro de un bosque y me estampó contra un árbol, me tomó de ambas manos poniéndolas arriba de mi cabeza, me miró detenidamente y se dio cuenta de que estaba embarazada porque levantó mi blusa y vio mi vientre crecido. El cual sólo miró, mientras que yo rezaba porque no me tocara porque su toque me daba asco y no lo soportaba.

-Es cierto... estás embarazada... pensé que eran sólo rumores, pero es la verdad. Eres la amante del Alcaide... ¡¿Cómo es eso posible?!-Gritó con evidente frustración lo cual hizo que la gente ajena a nosotros se percatara de lo que estaba pasando y entonces uno de los Celadores de confianza de Maxwell nos vio e intervino, me llevó lejos con la excusa de que sería castigada por esconderme en el bosque para no volver a la cárcel. Me sentí aliviada y me llevó devuelta luego de eso le llamé a Maxwell estando aún aterrada le dije lo que estaba pasando y oí como golpeó el escritorio con el puño. Estaba FURIOSO.

Ordenó al oficial que me estaba escoltando que pusiera más vigilancia y que por nada del mundo permitiera que alguien se acercara a mí. Lo cual hizo que las cosas en Azgaard fueran más problemáticas porque luego de lo sucedido, Maxwell se volvió más precavido y sobretodo yo porque él no iba a estar siempre conmigo cuando tenía ir a la fábrica. Pero esos viajes los tuve que dejar de hacer por seguridad y fue entonces que opté por quedarme en el despacho de Maxwell durante la noche y en el día sólo hacer mi trabajo y después volver antes del anochecer, siendo escoltada a escondidas.

Pasaron dos semanas y ya no volví a ver a Edward, pero algo me decía que él estaba cerca y que tenía que tener mucho cuidado con cada paso que diera. Las consecuencias de haber sido llevada a Azgaard me han llevado a darme cuenta de que el pasado estaba por alcanzarme y a la vez venía a destruirme por dentro y tal vez a destruir lo que tanto quise olvidar, pero es bien sabido aunque uno huye del pasado este lo persigue hasta que finalmente lo alcanza. Y eso era algo que estaba viviendo en carne propia, sin embargo no podía negar que mis sentimientos hacia Edward en un inicio estaban latentes, pero al tenerlo frente mío me hizo darme cuenta de que esos sentimientos habían muerto y sido enterrados en lo más profundo de mi ser.

Pero lo más extraño era que no lo odiaba sino que ya no sentía nada por Edward, además... no me gustaba el hecho de verlo y de que él me viera cada puto día trabajando en la fábrica lo cual me incomodaba y enloquecía a la vez cuando notaba por el reflejo de la ventana de la fábrica que él estaba allí. Incluso tuve que hacer que uno de los Celadores lo viera sin hacer nada haciendo pequeñas cosas como decir: "Hay algo raro en la ventana..." decía con desconcierto y eso hacía que Edward huyera en ese momento sin éxito hasta el punto de regañarlo y expulsarlo de la habitación, ya que esa clase de cosas eran vistas como interrupciones innecesarias en el trabajo.

Al dar las cinco de la tarde finalmente me iba devuelta a la cárcel y en el camino me daba cuenta de que Edward me seguía y eran esos momentos en los que le enviaba un mensaje a Maxwell y luego de eso me respondía rápidamente que no me alejara del Celador a cargo de mí, lo cual hice hasta que finalmente llegaba a la cárcel y prácticamente corría al bajar del camión y me dirigía a toda velocidad lejos de las miradas de los demás hasta el despacho. Al llegar allí entonces abría la puerta y me encerraba allí esperando a que Maxwell llegara, pero esa vez no tuve que esperar dado que él ya estaba en la oficina y al verme vi cómo la dureza de su mirada se suavizaba y cambiaba a una mirada preocupada y llena de angustia.

-¿Te siguió?-Me preguntó sujetándome de los hombros.

Negué con la cabeza y eso lo relajó casi de inmediato.

-Me estuvo observando mientras trabajaba, algo desea de mí y por lo que noté en él está desesperado-. Confesé cruzada de brazos.

-¿Cómo es que se coló aquí sin ser reconocido?-Me reí.

-Es fácil... sólo consigue un uniforme y la identidad de otro que sea físicamente parecido a ti-. Él se rió con ironía y fue entonces que exclamó con decisión:

-No dejaré que te aleje de mí, primero lo mato antes de que se atreva a llevarte lejos de mí.

Sus palabras me tranquilizaron pero al mismo tiempo mis preocupaciones pasaron a mis bebés quienes me estaban pateando con fuerza y entonces tuve que tomar asiento en el sofá.

-¿Estás bien?-Me preguntó.

-Si, estoy bien, es sólo que tus hijos me están pateando muy fuerte.

Se rió de mi respuesta y se sentó a mi lado, me dio un beso en la frente y luego me abrazó de la cintura de manera posesiva.

Había momentos en los que él simplemente dejaba todo de lado y se enfocaba en nosotros, pero en esos momentos mi seguridad era la prioridad pero yo misma me iba a proteger de todo aquel deseaba hacerme daño y sobretodo iba a proteger a mis hijos y al hombre que amaba, que me protegía y sobretodo que me valoraba como mujer y no me veía como un arma que uno podía usar beneficio por propio.

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