Shophie simplemente desapareció. No hubo explicaciones y dejó a Aiden con el corazón en mil pedazos. El destino siempre tiene la última palabra y después de cinco años vuelven a verse. ¿Tendrá Sophie una buena explicación para su ausencia?
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Capítulo 13
La poca paciencia de Aiden se acaba y termina por expresar su molestia.
- Habla, ¡carajo! Tuviste muchos años para preparar tu argumento.
- ¡No! Jamás pensé que volvería a verte.
- Claro, qué fácil, salir huyendo y creer que el karma no te alcanzaría.
- Me equivoqué, lo admito.
- ¿Aitana es hija mía?
- Sí, lo es- admite bajando la mirada, le es imposible mantener el contacto visual cuando es evidente el desprecio que siente por ella.
- ¡Mírame! Espero una explicación. ¿Cuándo te enteraste de que estabas embarazada?
- Algunos días antes de la boda de Ava. Después te escuché hablar con los chicos sobre tus dudas y cuando volvimos a Londres te pregunté tu opinión acerca de tener hijos y tu mirada cuando preguntaste por un posible embarazo me lo dijo todo.
- ¡¿Te dijo qué?! Por Dios, yo te amaba.
- ¡Jamás me lo dijiste! Cada vez que yo lo decía te quedabas en silencio.
- Era tan difícil para ti entender que contigo estaba dando pasos agigantados. Fuiste mi primera relación seria. Siempre te di tu lugar, eras mi novia. ¡Mi novia! ¡Maldita sea! Y lo mejor que se te ocurrió fue desaparecer llevándote a mi hija.
- Estaba confundida- admite sollozando- Tenía miedo; de tu rechazo, de que todo terminara así de rápido como comenzó.
- Y lo mejor fue huir, sin darme siquiera una explicación. ¡Excelente! ¡Te felicito!- le dice mientras aplaude con ironía.
- Por favor, Aiden. Entiéndeme.
- ¿Qué quieres que entienda? Te fuiste, intenté encontrarte, me negaba a aceptar la realidad. Me doy cuenta de que jamás me conociste, ¿cómo pusiste pensar que te daría la espalda? Si bien un hijo no estaba en mis planes, lo habría aceptado, de hecho te habría propuesto matrimonio.
- Obligado por las circunstancias y no era eso lo que yo quería. Te quería a mi lado por convicción, por amor...
- Creí demostrarte mi amor con acciones, quizá me faltaron las palabras, pero siempre me preocupé por hacerte feliz. Quiero conocer a mi hija y pasar tiempo con ella.
- Claro, yo no me opongo.
- No estás comprendiendo, quiero a mi hija en Londres, viviendo allá, conmigo.
- ¡No! Por favor, te lo suplico. Podemos llegar a un acuerdo.
- No, está vez harás las cosas a mi manera. Ya tuviste tu oportunidad. Ahora llévame con mi hija- el tono de su voz le deja claro que no está dispuesto a negociar.
Sophie tiene un nudo en la garganta, la angustia la invade. Al incorporarse, su cabeza da vueltas y debe apoyarse en el brazo del sofá para no caer al piso.
Aiden la observa y por un instante siente la necesidad de acercarse y sostenerla, pero su coraje es mucho más grande y se niega a sentir compasión.
- Por favor, piénsalo. Te lo suplico.
- Fuiste tú quien debió pensar antes de actuar.
- Aitana nació aquí, toda su vida se concentra en este lugar.
- Yo soy su padre y me la negaste por cuatro años, merezco tenerla cerca. Mi abogado se pondrá en contacto contigo en los próximos días y más te vale que no desaparezcas, porque esta vez soy capaz de todo para dar con tu paradero y no por ti, por mi hija.
Ella entiende que está entre la espada y la pared, decide no discutir más y llamar a Elena para que traiga de vuelta a su hija. Termina la llamada casi de inmediato.
- ¿Quién es la tal Elena?
- Una buena amiga, ella y sus padres han sido lo más parecido a una familia para nosotras.
- Mi hija no necesitaba de extraños, tiene su propia familia.
- Te pido que mantengamos la calma frente a ella, que no nos vea discutir.
- No intento dañar a mi hija.
- Pero si quieres llevarla lejos.
- Yo vivo en Londres y tengo derecho a tenerla cerca.
Llaman a la puerta y se ven obligados a terminar la discusión. Elena se limita a entregarle a Aitana a Sophie y se marcha.
- Ven, cariño, quiero que conozcas a alguien.
La niña camina de la mano de su madre y ve al hombre de ayer de pie junto al sofá.
- ¿Tú eres mi papá?- pregunta curiosa.
- Sí, yo soy tu papá. ¿Me permites abrazarte?- le pide mientras se inclina.
La niña corre a sus brazos y se aferra a su cuello.
- Tenía muchas ganas de conocerte, papi.
- Y yo a ti, mi niña.
Los ojos de Sophie se llenan de lágrimas, no se había dado cuenta de lo mucho que su hija añoraba a su padre.
La conexión entre Aiden y Aitana es instantánea. Después de un buen rato abrazados, es la pequeña quien le dice que quiere mostrarle su habitación, Sophie asiente cuando él busca su aprobación con una mirada.
Los deja pasar tiempo solos, se desploma en el sofá. Su mente es un caos de ideas que van y vienen, se siente terriblemente culpable por sus malas decisiones y a la vez el temor de lo que viene la abruma, comienza a tener una inexplicable opresión en el pecho.
Escucha a su hija hablar sin parar y reírse a carcajadas cada tanto, su emoción es palpable. De pronto aparecen ambos frente a ella.
- Mi papi me dijo que tú me vas a explicar por qué no lo conocía.
Sophie intenta crear una historia que no dañe a su pequeña, más no se le ocurre nada.
- Hija, yo...
- Tu mamá y yo tuvimos problemas de comunicación, ambos cometimos errores, pero eso forma parte del pasado. A partir de hoy las cosas serán distintas.
- ¿Dónde vives, papá?
- Vivo en Londres.
- ¿Eso está lejos?
- Un poco, debes volar en avión para llegar ahí.
- ¿Podemos ir a Londres, mamá?
- En algún momento iremos, hija.
- Muy pronto viajarás allá y estaremos juntos.
- ¿Mami y tú se van a casar?
La pregunta los toma por sorpresa a ambos y ninguno qué responder.
- No, cariño. Eso no va a suceder.
- Ya quiero conocer a mis abuelos y a mis primos. Papá me dijo que tengo dos primos. Tendré con quien jugar.
- Sí mi amor.
- Debo irme, hija. Tu mamá tiene mi número, yo te estaré llamando todos los días y te prometo que pronto te llevaré a Londres conmigo.
- ¿Mamá también va?
- Claro.
Aiden se inclina para besar y abrazar a su pequeña hija. Le lanza una mirada fría a Sophie antes de dirigirse a la puerta.
- Estaré en contacto, no intentes nada- le advierte antes de marcharse.
Cuando madre e hija se quedan solas, Aitana comienza a hacer una pregunta tras otra. Ella no consigue concentrarse, su mente es un caos, quiere encontrar una salida a la que está por venir, pero sabe que esta vez no hay escapatoria.
- Mi papi es muy guapo. ¿Por qué no te casaste con él? ¿Por qué vivimos tan lejos?
- Hija, eres muy pequeña. Hay cosas que no comprenderías.
- No soy tonta, mami. Explícame.
- Nosotros tuvimos algunos problemas y no nos comunicamos de la manera adecuada. ¿Comprendes que quizá debamos mudarnos?
- Sí y yo quiero vivir cerca de mi papá. ¿Tú conoces a mis tíos y a mis primos?
- A tus tíos y a tu primo Connor.
Llaman a la puerta, da por hecho que se trata de Elena y abre inmediatamente.
- Cuéntame todo- pide su amiga.
- Cariño, ve a tu habitación y haz un hermoso dibujo para tu papá.
- Ya sé que quieren hablar a solas.
Ambas mujeres esperan a que la niña se aleje. En cuánto escuchan la puerta de su habitación cerrarse comienzan a hablar.
- No sé qué voy a hacer. Quiere que Aitana viva en Londres.
- ¿Y eso te sorprende? Pensé que amenazaría con pelear la custodia.
- No dudo que una vez ahí, lo haga.
- Actuaste mal, amiga y ahora toca asumir las consecuencias. Aitana merece crecer cerca de su papá y de su familia paterna. Aunque eso implique que se vayan lejos. Las vamos a extrañar.
- No sé cuánto le pueda afectar el cambio a mi hija.
- Ella es pequeña y a esa edad se adaptan a todo. Sí tú lo permites, podríamos ir a visitarlas cada tanto.
- Sabes que eso no tienes ni que preguntarlo, siempre serán bienvenidos.
Las amigas se abrazan, a Sophie la reconforta ese abrazo.
- Tienes muchas cosas que planear.
- Lo sé; tendré que renunciar a mi trabajo, dejar la que ha sido mi casa y a ustedes que son mi familia.
- Van a estar bien, estoy segura. ¿Crees que entre ustedes exista la posibilidad de una reconciliación?
- No. Él tiene una relación. Anoche estaba cenando con una chica muy guapa que dijo ser su novia.
- Es su novia, no su esposa.
- Creo que entre nosotros ya no hay nada, lo único que nos une es Aitana.
- Permíteme dudarlo. Donde hubo fuego, cenizas quedan.
- Esas cenizas ya se las llevó el viento.
Elena decide no decir más, pero su instinto le indica que entre su amiga y el padre de Aitana existe un sentimiento muy fuerte y confía en que el tiempo le dará la razón.