Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
NovelToon tiene autorización de AraMosBa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Planes.
— Por supuesto, te haré saber si tengo noticias de ellos. Buena suerte en tu búsqueda, Felipe.
Con eso, Felipe salió de mi oficina dejándome con un nudo en el estómago. Sabía que Lorena y Dylan estaban a salvo por el momento, pero también sabía que la situación no podía durar para siempre. Tenía que asegurarme de que estuvieran completamente fuera del alcance de los Mendiola.
Llamé a Lorena para informarle de lo sucedido, y juntos acordamos que sería mejor que se fuera al día siguiente como habíamos planeado. No podía permitir que los Mendiola los encontraran, sabía que su seguridad estaba en juego.
Preparé todo para su viaje, asegurándome de que tuvieran todo lo necesario y de que estuvieran protegidos en todo momento. Lorena y Dylan salieron de la hacienda al amanecer del día siguiente, camino a una nueva vida en Estados Unidos.
Me sentí aliviado al verlos partir, sabiendo que estaban lejos de cualquier peligro. Había hecho lo correcto al ayudarlos y protegerlos. Lorena merecía una segunda oportunidad, y estaba feliz de poder dársela.
Sebastian había salido atendiendo a un llamado de su padre, esperaba que todo estuviera bien, pues conociendo al fulano, siempre se traía algo bajo la manga contra el pobre amigo mío. Parecía que la cosa era sería, pues él no regresó a la fortaleza, solo esperaba que estuviera bien.
— Alejandro, ¿Como es que Felipe Mendiola estuvo aquí? ¿Y que a Lorena y Dylan ya los enviaste a estados unidos? Me fui un día, y en mi ausencia haces todo este desmadre, ¿Porqué dejaste que ese idiota viniera aquí? Hasta dejaste que entrara.
Sebastian llegó con sus respectivos reclamos, y me alegré de verlo y saberlo bien.
— Antes de responder tus preguntas, respóndeme tu la mía ¿Todo bien con tu papá?
Lo vi suspirar y supe qué definitivamente no.
— ¿Que quiere está vez?
— Quiere que me casé con la hija de los Vega.
— ¿A tu papá que le está pasando? O sea, ¿Estás seguro de que es tu papá?
— ¿Sabes que lo mismo me he preguntado toda la vida? Quiero hacerme un ADN con él, así salgo de dudas.
— Tú dime lo que necesitas, sabes que cuentas conmigo. Además, no tienes que obedecerle, eres un adulto y tomas tus propias decisiones, no necesitas nada de ese viejo. Así que aprovechando el momento, te propongo que seas mi socio en el proyecto hotelero en Cancún.
— ¿Tu socio? ¿Estás seguro?
— Si, es un hecho, mira esto.
Le pase los documentos y el los leyó detenidamente, y luego de un rato me dijo que si, mi amigo estaba muy feliz. Le dije que en cuanto el abogado tuviera todo listo, firmaríamos la sociedad.
— Todo lo de la sociedad es muy lindo y lo que quieras, pero ya, hablemos de Mendiola ¿Qué te dijo?
— Que chismoso eres Sebastián, pero está bien. Vino a verme para averiguar si tenía aquí a Lorena y al niño, aunque no me lo preguntó directamente al principio, sino que llegó con la excusa de haberse enterado de lo que sucedió con los Márquez y que deseaba una explicación de mi parte.
— Qué idiota, ¿Y tú qué le dijiste?
— La verdad, no le negué ni le oculté nada, le dije que efectivamente los fui a ver porque tenía curiosidad de conocerlos y que en eso se había presentado el incidente, también le dije que yo encontré al niño y que también había intervenido para que su padre no metiera a Lorena a la cárcel. ¿Sabes que me llevo a decirle todo eso? Qué noté sinceridad en él, al parecer todo esto lo hicieron a sus espaldas, aunque no por eso se pueda justificar su actitud cobarde.
— Cómo sea, Alejandro, los Mendiola no son buena gente, y Felipe, enterado o no, culpable o no. No se merece ni a Lorena y menos a su hijo, él ya era mayor de edad cuando se metió con ella, debió portarse como un hombre y enfrentar al demonio de su padre, pero dejó que ese viejo hiciera lo que quisiera con ellos. Porque aunque no tengamos todos los detalles de lo que ocurrió dentro de esa hacienda, estoy seguro que allí Lorena vivió un infierno peor que el de su casa.
— Lo sé Sebastián, allí sucedieron cosas que solo ella y esos animales saben, pero hay que darle tiempo a Lorena para que sane y pueda hablar de eso.
— Asumo entonces que no te dijo nada. Es entendible, hay cosas que al hablarlas vuelven a doler, y todo esto es muy reciente, esa chica aún es muy joven y ha tenido que vivir de toda clase de violencia, esto me tiene muy ofendido de verdad.
Observé con detenimiento a mi amigo, y algo surgió en mi corazón.
— Sebastián, necesito que me hagas un favor. Lorena ya está en estados unidos, pero necesita adaptarse, creo que tú puedes ayudarla con eso.
Él me miró con cara de sorpresa.
— ¿Me estas diciendo que me vaya a Estados Unidos?
— Temporalmente, solo mientras ella se adapta y aprende lo que necesita. Eso no creo que te lleve más de un par de meses.
— ¿Y por qué no vas tú? Te serviría para que salgas de estas cuatro paredes por más de unas horas, tal vez allá salgas más a la calle y el sol te pueda reconocer y así darte colorsito, pues no te lo había querido decir, pero estás muy pálido y me estás preocupando de veras.
— No te desgastes, sabes que no saldré de aquí, esta es mi fortaleza, y no pienso irme a ninguna parte. Si no quieres ir, está bien, buscaré a alguien más que lo haga, ahora déjame trabajar.
— Pero que gruñón te pusiste, malo hablar pues.
Sebastián salió de mi oficina y yo me recosté en la silla, cerré los ojos y me perdí en mis pensamientos.
Sebastian.
Soy Sebastian Lizalde, tengo 26 años y pertenezco a una de las familias más influyentes de este país. En este momento de mi vida, soy conocido como el hijo menor del presidente de turno. Si, mi papá es el actual presidente del país.
Algunos podrían pensar que ser alguien influyente y tener dinero y poder, es lo máximo de la vida, pero la verdad es que no. Nunca me ha interesado nada lo que tiene mi familia, siempre he considerado que el dinero es de mi papá, pues él fue quien lo ganó y quien ha trabajado mucho por llegar a donde esta, así que nunca he contado con sus recursos, así como nunca desde que cumplí mayoría de edad, he dejado que maneje mi vida.
Mi papá y el papá de Alejandro fueron muy buenos amigos, y eso hizo que Alejandro y yo desarrollaramos una amistad desde que éramos unos bebés, pues nuestras madres parecían hermanas, entonces siempre compartimos todo. Cuando los señores Montalver murieron, mis padres me dejaron estar con Alejandro, básicamente me mudé a vivir con él, fuí su apoyo y he cuidado de él desde entonces.
Pero tuve que irme al extranjero unos años, ya que tenía que estudiar y mi amigo no quiso ir. Es de ese viaje que acabo de regresar. Pero, he encontrado a un Alejandro diferente, se vé pálido y agotado y aunque a simple vista la gente que no lo conoce no lo perciba, yo sí, pero él no me quiere decir que es lo que sucede.
Y bueno, está el tema de la chica y su hijo, situación que de alguna manera se ha vuelto el centro de nuestra atención, y estamos trabajando en ello para ayudarla y así no vuelva a caer en las garras de los Mendiola.
— Hijo, me dijo tu papá que te fuiste. ¿Por qué te comportas de esa manera Sebastian? Somos tus padres y solo nos preocupamos por tu futuro, a tu edad, ya tus hermanos estaban casados, formando familia y relaciones poderosas. ¿Que es lo que piensas hacer con tu vida?
— Mamá por favor, no empieces, precisamente me fui sin decirte nada, porque no quería que me dieras tu sermón. Fuí muy claro con mi papá, no me pienso casar con esa fulana y menos si es por establecer relaciones comerciales, yo no soy una prenda de cambio. Así que por favor, déjenme vivir mi propia vida, conformense con que mis hermanos les hayan dado gusto, creo que eso es suficiente ¿No?.
Colgué el teléfono y sentí que me dolió la cabeza, así que reconsidere la propuesta de Alejandro, tenía que irme a Estados Unidos, alejarme lo más posible de mis papás, conociendo a mi madre, se aparecería por aquí en cualquier momento, y no iba a poner a mi amigo en aprietos.
— Oye, lo acabo de reconsiderar, me iré a Estados Unidos para ayudar a Lorena.
— Y tú reconsideración seguramente tiene nombre y apellido, tus papás.
— Deberías dedicarte a esto de la clarividencia, tendrás mucho éxito.
Él sonrió y yo me fui a arreglar mis maletas. También tenía un plan en mente, y estaba luchando por la felicidad de mi mejor amigo.