Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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13 - Plan.
A la mañana siguiente sin pensarlo mucho me alisté para ir a la residencia del joven duque Aaron, no envié ningún aviso ni una petición de una audiencia, sabía que era algo grosero ya que no era para nada normal, que alguien llegué de visita sin una cita previa.
Pero la reunión de la fiesta de compromiso del príncipe heredero era en una semana.
Sabía que era un plan del príncipe, para que no me preparara correctamente.
Pero él no sabe de lo que soy capaz.
Y al llegar a la residencia Maximilian, me sorprendió la forma tan respetuosa en la que me recibieron.
Estaba tan acostumbrada a no ser bien recibida cuando llegaba de visita en el palacio imperial, que ser recibida de forma tan cariñosa me sorprendía de sobremanera.
Al final fui llevaba a una habitación donde recibían las visitas, me sirvieron té y esperé con paciencia, ya que había llegado bastante temprano en la mañana, que asumo que el joven Duque Aaron tendría otras cosas de la cual encargarse.
Mientras el tiempo pasaba, miraba con curiosidad los libros que decoraban la pequeña librería, eran muchos que databan la historia del imperio y cosas más serias, como matemáticas y física.
De ahí miré el gran cuadro que decoraba la habitación, era un paisaje de lo que parecía ser una llanura libre, en la esquina de ella una solitaria casa de techo rojo y paredes pintadas color crema.
El cuadro transmitía una sensación de paz que me calmaba.
Me gustaría conocer un lugar así, que parecía estar en silencio, que solo el susurro del aire se escuchara en mi cabeza.
Tal vez, si las cosas no resultan bien, podría escapar hacía un lugar así.
Perderme en el silencio y ser olvidada en una pequeña choza.
De pronto la puerta fue abierta de manera abrupta, me sorprendí por lo brusco del movimiento y miré hacia la entrada.
El joven Maximilian me miraba con sorpresa y lo que parecía ser, su respiración alterada, como si hubiera hecho un esfuerzo o como si hubiera corrido.
A su espalda estaba el mayordomo que me recibió más temprano.
-Buenos días joven Maximilian, ¿Estaba ocupado en algo? -Pregunto con una sonrisa
-La señorita Barlovento llegó de visita sin avisar, supongo que sabe que eso fue grosero.
Me encogí de hombros.
-A una villana no debe de importarle ser grosera, es parte de mi naturaleza.
Mi comentario hizo que el joven Aaron soltara una carcajada.
Sin decir ninguna palabra más mis pies me guiaron al sillón donde me encontraba anteriormente y me senté.
Aaron siguió mis acciones y se sentó. Hasta ese momento me di cuenta de la forma en como el duque venía vestido, era algo que ya había notado desde hace mucho.
Vestido con una blusa blanca simple y pantalones de vestir negros o colores oscuros.
Hasta pensar en que ese era su uniforme de diario hacía que una carcajada se atascara en mi garganta.
-La fiesta de compromiso de su alteza el príncipe heredero es en una semana, quiero que vayamos como una pareja vestidos a conjunto.
-¿Estas segura? Las personas hablarán.
-Las personas siempre hablan, hablarán si no voy, hablarán si voy sola, hablarán si voy contigo. -Me encogí de nuevo de hombros y miré a Aaron directamente a los ojos. -Yo puedo soportarlo porque siempre he estado bajo esos ojos que me juzgan.
Al analizar la expresión del joven duque me percaté de que era un tema sensible para él.
En mi vida era bastante normal ser el centro del ojo crítico de todo el mundo.
Tal vez para él era mucho.
-¿Es demasiado para ti? Si es así, iré sola. -Al no recibir respuesta me puse de pie.
No había mucho que negociar.
Si él no quería acompañarme yo no lo iba a obligar.
Justo al dar un paso, el me detuvo de la muñeca. Su agarre era firme sin ejercer más fuerza de la necesaria.
-¿A dónde vas? Debemos de elegir nuestros atuendos para el banquete.
La sonrisa juguetona que Aaron me dedicó me sacó una carcajada.
Parecíamos un par de niños a punto de cometer una travesura.