16 extraños han sido abducidos para ser parte de un juego mortal, a manos de un fanático peligroso quién quiere recrear los escenarios macabros de sus series de terror y thriller favoritas ¿quién sobrevivirá a las reglas absurdas del autoproclamado Señor Cornamenta?
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un tribunal de muerte
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, los recibió la vista preciosa de una sala alta y espaciosa, adornada con detalles en oro y mármol, dándole la apariencia de una catedral italiana. La luz de un atardecer rosáceo se colaba por los enormes vitrales, de los cuales estaba compuesta la cúpula que rodeaba sus cabezas. Diversos triángulos de colores se reflejaban en las paredes y en el piso, generando la sensación de estar en el interior de un gran prisma. Neo no podía salir de su impresión: ¿Cómo era posible que estuviesen viendo el cielo a través del tragaluz, si habían descendido varios pisos por debajo de la tierra?
Si bien ese tribunal era indudablemente hermoso, contenía elementos que volvían su estancia ahí dentro inquietante. Cuadros de gente siendo desollada viva. Un Saturno devorando a su hijo. La estatua de una virgen inmaculada, sobre un estanque de agua enrojecida, con sangre saliendo de sus ojos y muñecas. Unos de los peores: el detalle de las cabezas de animales cercenadas decorando las paredes circulares, todas con expresión de genuino sufrimiento. No ayudaba el hecho de que en los asientos del jurado hubiese una docena de personas encapuchadas, todas armadas con hachas, lanzas y escopetas, mirando al grupo fijamente.
La viva imagen del Señor Cornamenta se encontraba en una especie de trono, con las piernas cruzadas y sosteniendo su mentón con el puño de su mano. Llevaba un traje elegante al estilo ejecutivo, y la cabeza de ciervo se veía imponente con los cuernos brillando, como si les hubiesen hecho un tratamiento de pulido y barnizado. La luz de los vitrales no llegaba a tocar con sus rayos el asiento del cornudo, lo que le otorgaba un aspecto sombrío y misterioso. Neo se imaginó que aquel hombre debía estar sonriendo malévolamente detrás de aquella máscara, y sintió un verdadero odio por dentro.
–Bienvenidos –se le escuchó decir al anfitrión, aunque no había movido un solo músculo– mis queridos sujetos de prueba ¡Por fin a llegado la hora de dar inicio al primer juicio del juego mortal!
Los integrantes del jurado se pusieron de pie, y comenzaron a aplaudir y dar gritos de júbilo, en un coro alegre que duró por unos cuantos segundos. No fue sino hasta que el cabeza de ciervo extendió sus manos hacia el frente para llamar la calma que el vitoreo se acalló.
–Lo sé, lo sé, mis leales súbditos –exclamó él en un tono casi paternal– yo también me encuentro profundamente emocionado. Es un honor –dijo colocándose de pie y llevándose la mano en el pecho, que ya había inflado tal cuál un gavilán– un verdadero honor, ser el juez y voz de mando que presidirá este evento sin igual.
Otra ronda de aplausos colmó el espacio, un poco más corta que el anterior, pero cargada de mucha devoción por el sujeto que tenían como líder. Se sentía como si Neo y sus compañeros no estuviesen ahí, cómo si de repente hubiesen tomado sólo el papel de unos lejanos espectadores. Quizás se debía a la impresión, pues al menos él pensó que ninguno ellos se había paseado la idea de que una escena como esa les estaba aguardando. Incluso, Úrsula se veía descolocada, quién minutos atrás parecía ya tener todo el caso resuelto en su cabeza.
–Sin más preámbulo –prosiguió el Señor Cornamenta, cuando las palmas de su excitado público cesaron de aplaudir– Es hora de comenzar con nuestra tertulia –anunció haciendo una pequeña reverencia, para luego sentarse en su trono, adoptando la posición del inicio.
En ese instante, las antorchas en las paredes se encendieron de manera secuencial, provocando que las sombras de todos aquellos individuos bailaran en una danza macabra. Aunque una especie de trapo les estaba ocultando el rostro, se pudo percibir como aquellos hombres giraron su cuello en dirección a las puertas del ascensor. Nadie se atrevió a realizar ni el menor movimiento, se mantenían recelosos, alertas a cualquier otra cosa que pudiera ocurrir. El cornudo pareció impacientarse, porque su voz retumbó con frialdad en la sala.
–No creo que sea necesario que yo les diga que ustedes deben pasar al centro –expresó, realizando una pirueta con su mano, invitándolos a sentarse en las sillas de metal que estaban organizas en filas de 4– creo que ya son lo suficientemente grandes como para saber qué hacer.
Las risas burlonas no se hicieron esperar, como si aquello hubiese sido la broma más ingeniosa dicha por cualquier otro ser humano. El grupo se juntó en una especie de formación india que marcho con pasos torpes hasta el frente del estrado. Los asientos tenían un gafete pegado con las siglas que representaban un tipo de personalidad en la teoría del MBTI. Antes de que cada quién tomara su respectivo lugar, Cobalt y Blonde preguntaron en dónde debían situar a los dos integrantes que se encontraban todavía inconscientes. <
Neo era el primero en su fila, teniendo a Sky de su lado. Detrás de él se encontraba violeta, mientras que el asiento que tenía adelante estaba desocupado. Los nervios y el miedo se podían notar en las caras de cada uno de ellos, haciendo que la espera se volviese una verdadera tortura. Neo no sabía que esperar, nunca había pisado una corte, o al menos, no tenía la impresión de haberlo hecho jamás. Aquel tribunal era una versión de pesadilla de aquellos que solía ver en la televisión o en las películas. Toda aquella decoración le hizo recordar a la concepción que se tenía de las reuniones en un culto satánico.
–Antes de nada –comenzó diciendo el Señor Cornamenta, rompiendo con el silencio que se había formado – me parece imprescindible explicar la dinámica en estos juicios, por ser este el primero. Así como en cualquier otro tipo de tribunal, existen diversos actores que deben representar un papel específico dentro de una corte. Yo –se tocó el pecho con las yemas de sus dedos– cómo ya había dicho previamente soy el juez. Aquí a mi lado –señaló a su izquierda– está el jurado, y entre uno de ustedes –se reclinó hacia el frente– está el criminal que asesinó brutalmente a nuestra víctima, la cándida y pobre ENFJ, a quién ustedes han decidido llamar como Olivia. He de decir que el uso de apodos profanos no será admitido en esta corte –extendió los brazos en busca de calmar a los presentes al presenciar que los muchachos reaccionaban con pavor– no me refiero a que tenga consecuencias mortales el uso de estos nombres, simplemente no los tomaré en cuenta. Es importante referirse a cada una de las partes por el código que se le fue asignado. Por supuesto, un juicio no es juicio si no hay una parte acusadora, y otra defensora –entrecruzó los dedos mientras apoyaba los codos sobre sus muslos– deben elegir entre ustedes 15 a las personas que van a tomar esos roles. Ello no implica que el fiscal, o el abogado defensor, vayan a estar exentos de ser justiciados si se les descubre como el culpable de este siniestro
Úrsula levantó la mano casi inmediatamente después de que el cornudo terminara de pronunciar esas palabras.
–¿Cómo funciona exactamente el papel de los abogados?, y ¿cuál es el rol del resto de participantes? –preguntó ella, mientras sacaba su propia libreta y bolígrafo de su bolsillo
–El fiscal acusa, y el defensor defiende, no entiendo que es lo que no se capta de esos dos conceptos –respondió con sorna, mientras se recostaba en la silla– Con respecto al resto, su papel se reduce a simples testigos. El fiscal crea la teoría, acusa formalmente a alguien, y presenta las pruebas. El defensor desmiente la teoría, busca la forma de sacar al acusado de la escena, y convence al jurado de su inocencia. Por supuesto, los testigos también pueden hacer preguntas o resaltar hechos importantes, pero principalmente, su rol es el de decir lo que saben.
–¿Usted dice que el defensor debe <
–Sabes cómo funcionan los juicios, ¿Verdad? Los abogados deben demostrar la culpabilidad o inocencia de un sospechoso, para que el jurado pueda deliberar y votar por el culpable. Dependiendo del resultado que me proporcione el jurado, será la sentencia que yo voy a aplicar.
–¡No! ¡Tú no puedes hacer eso! –se levantó la bruja, tirando la silla al piso en el proceso– ¡Así no es como funciona este juego! –señaló ella al cornudo, completamente indignada. Su cara se había puesto roja en un santiamén.
–¡Ja! –se burló él – ¿Qué yo no puedo hacer qué cosa, INTP? –preguntó en un tono desafiante– ¿Se te olvida que <
–¡No puedes confiar el voto en terceras personas!, ¡Se supone que somos nosotros quiénes votamos! –insistió ella fuera de sí– ¡Así no se hace en dangan…!
–Esto no es Danganronpa –respondió el cabeza de ciervo con aire triunfal– este es mi juego. Yo hago en él lo que se me da la gana. Ahora, ¡Basta de perder el tiempo!, ¡Elijan a sus abogados!
Neo jamás se imaginó que llegar a un consenso fuese una verdadera tortura. La mayoría de sus compañeros estaba en desacuerdo con permitir que Úrsula se propusiera a ella misma como fiscal. Por más que les insistió en que ella tenía experiencia previa con ese tipo de casos, basada en su conocimiento sobre el juego en el que se inspiraba, el descontento que sentían ellos por la bruja era más fuerte que sus argumentos. Blonde y Rosa eran los que estaban más en contra en dejarla ocupar ese rol. Neo conocía las razones, pero incluso él sabía que no era correcto tomar decisiones guiándose por lo que le dictaba el corazón; y por mucho que los demás consideraran a Úrsula cómo una especie de traidora, ninguno estaba en posición como para darse el lujo de rechazar a alguien que bien podía sumarles una ventaja.
–Ustedes no saben el error que están cometiendo –acusó Úrsula con una voz amenazadora– no tienen idea, ¡Ni la más mínima! –gritó con impotencia– ¿Ustedes creen que pueden resolver este caso por su cuenta? ¡Ja! No lo creo. Los he visto actuar –empezó a caminar de un lado al otro con los brazos cruzados, mientras apartaba la vista– son tan débiles de mente, fáciles de manipular ¿No me quieren a mi? –se apuntó el pecho con el dedo índice– ya quiero ver hasta dónde llegan –terminó diciendo, mientras volvía a su asiento de mala gana.
Aquello no surtió ningún efecto en el grupo. Parecía como si los que estaban en desacuerdo con ella, hubiesen acordado ignorarla. Neo la miró por el rabillo del ojo, como murmuraba para sí misma con una expresión de odio tallada en su cara. En definitiva, el no estaba de acuerdo con la opinión general; pero también reconocía que Úrsula no hacía precisamente más sencillo que ellos aceptasen sus ideas, cuando la actitud con la que se mostraba era de una alta algarabía la mayor parte del tiempo. Pensó que realmente daba un poco igual quién tomara el rol al final, porque todos podían contribuir en el proceso del juicio; pero sintió que de todas formas, era importante mantener a un guía lo suficientemente imparcial como para escuchar las opiniones de cada uno. Si sus compañeros no eran capaces de realizar un pequeño ejercicio de tolerancia, entonces todos estaban destinados a fracasar.
Neo trató de pensar: alguien imparcial… alguien que viene más allá de sus emociones… la única persona que se le venía a la mente yacía en el suelo con una contusión. Arturo les habría venido de maravilla, pero nada podía hacer estando inconsciente. Él había sido testigo de la capacidad de oratoria que tenía el de azul, encontrando la forma de calmar las aguas y sembrar la semilla de la esperanza. Neo sabía que ya no valía la pena siquiera planteárselo, pero tuvo que admitir que no encontraba a ninguna otra persona con la misma virtud.
Coincidía con el resto de que las mejores opciones con las que contaban eran tanto Julio como Sky, pues ambos parecían mantener suficiente sobriedad como para formar un juicio acertado; pero, aquella posibilidad se había esfumado cómo el humo de un cigarrillo: después de los sucesos de aquella tarde, los dos muchachos habían invertido sus energías en cuidar y vigilar al par de compañeros que se encontraban en un estado cercano al coma. Ciertamente, Sky había organizado los grupos para que cada quién realizara una apropiada investigación. Sin embargo, la realidad había sido que la mitad de los integrantes habían desviado su objetivo en asegurar la integridad y estabilidad de los dos miembros caídos
Con sorpresa, Neo terminó descubriendo que las únicas personas que se habían tomado en serio la tarea de recolección de pruebas habían sido él con su grupo, Úrsula, Tyrone, Violeta y Helio. El grupo de la bruja se había desintegrado en el momento en el que tanto el moreno de Tyrone, como Cobalt, se llevaron la gran humanidad que era Arturo hasta el Lobby; cosa que no había sido fácil. A partir de allí, Tyrone comenzó a trabajar solo. Helio y Violeta habían quedado asignados en un mismo equipo, y fue hasta poco antes de que llegara la hora de reunirse frente al ascensor que ellos terminaron separándose.
–Supongo que lo mejor es elegir entre las personas que se quedaron investigando hasta el final –sugirió Sky calmadamente.
–Entonces, uno de los más indicados es Neo, ¿No? –comentó Violeta mientras señalaba con su índice al pecho de Neo– de todas formas, él es quien lleva la cámara.
El muchacho tardó unos segundos en procesar las palabras de la chica de morado: aquel comentario lo había tomado con la guardia baja.
–¿Y-yo? –le tembló la voz– P-pero, yo no tengo idea de cómo p-podría ayudar –negó con la cabeza– Además, fue Lilith quién le tomó las fotos al cuer… –le vino una horrible visión del estado en cómo habían encontrado a su amiga, y eso le causó un escalofrío. Tragó fuerte para seguir hablando– a Olivia –musitó con cierto esfuerzo en la voz.
Un murmullo enfadado, <
–¡Oh! Pero fuiste tú quién anotó todas las evidencias en esa libreta que traes en el bolsillo –mencionó alegremente Blonde, quién era el que le seguía frotando la cabeza de manera juguetona.
–P-pero, yo creo que Lilith está mejor capacitada para ejercer este papel– insistió Neo, apartando la mano de Blonde– fue ella quién dedujo que alguien había dejado el ascensor en el piso inferior para crear un prototipo de <
–Sí –afirmó Blonde mientras sonreía– pero no acertó del todo, ¿verdad? Creo recordar que fuiste tú el que había dicho que su hipótesis tenía un error cuando ella la había planteado –se llevó las manos a la cintura mientras adoptaba una expresión de saberlo todo– ¿Qué era? ¡Ah, sí! Que no podía ser un cuarto cerrado si el asesino se llevaba las llaves.
Lilith abrió la boca estúpidamente, y se llevó una mano a la cara para taparse los labios. Cómo si aquel comentario la hubiese expuesto y ofendido, le lanzó una mirada terrible al grandulón.
–¡Pero yo no dije que las llaves estaban dentro de la sala de mantenimiento! –exclamó Neo, ya desesperado.
–Pero a esa conclusión ibas a llegar –asintió con la cabeza– además, ¿No fuiste tú el que hizo un chequeo al ascensor el segundo día?
–No sólo eso, también se tomó el tiempo de revisar qué habitaciones tienen cámaras y cuáles no –comentó Germán despreocupadamente.
–¿Que hizo qué? –preguntó Violeta con la misma rapidez de una bala, permitiendo que percibiera un deje de incredulidad en su voz.
–¿Cámaras? –preguntó Lilith, genuinamente sorprendida.
Julio se sostuvo el puente de la nariz mientras negaba con la cabeza, en un gesto de desaprobación. Sky por su parte, le metió un pisotón a Germán, quién levantó el pie, adolorido, para sobárselo.
–Estúpido –le dijo ella en voz queda.
–¡Ay! Se me olvidó –expresó él, apenado– pero de todas formas –se aclaró la garganta– Neo ha sido nuestro Sherlock durante toda la estadía en el hotel…
–Cuidado con lo que dices –lo amenazó Sky entre dientes, con una voz casi imperceptible, mientras vigilaba los movimientos del Señor Cornamenta por el rabillo del ojo.
–¿De qué sirve bajar la voz, si es más que obvio que escuchó lo que dije? –preguntó él mientras arqueaba una ceja.
–¡Qué te calles! –le golpeó Sky en la nuca con la palma de su mano– hay más de dónde vino ese.
–Vale, vale –suplicó Germán, ahora sobándose la cabeza– ya entendí.
–No tiene caso que te hagas el modesto –se dirigió Blonde a Neo– has estado jugando al detective todo el rato. Lo único que tienes que hacer es elegir entre defender o acusar.
Las palabras de Blonde resultaron ser más irritantes que las de Germán ¿A qué se refería el grandulón con que él estaba fingiendo modestia? En ningún momento había pretendido ser el <
–Yo no creo que sea justo que dos personas de un mismo grupo realicen la dinámica de abogado defensor y fiscal –expresó Tyrone de manera inusitada– porque ya ambos tienen la misma información. El otro abogado tiene que presentar una propuesta con otra perspectiva diferente. Cosa que puedo hacer sin muchos problemas –se encogió de hombros– ¿Alguien tiene problema con eso?
Neo pudo notar cómo Blonde arrugaba el ceño con desconfianza, pero no objetó nada. Supuso que el grandulón no estaba del todo de acuerdo, o que al menos, estaba librando una lucha dentro de sí para aceptar el hecho. Era probable que eso se debiera a que Blonde no le tenía mucho aprecio al moreno, pues al igual que Úrsula, él se había apartado del grupo. Pero una gran verdad que flotaba sobre ellos era que, al menos en las últimas horas, Tyrone no se había negado en ayudar y colaborar en lo que había sido falta. Viendo que nadie se quejaba al respecto, continuo diciendo:
–En ese caso, yo preferiría adoptar el papel de fiscal. No sé qué digas tú, Neo.
No recordaba ni siquiera una sola vez en la que hubiese intercambiado palabras con Tyrone, y la simple interacción se le hacía rarísima. El muchacho lo veía con determinación, como si no tuviera intenciones de cambiar de idea; pero de todas formas, Neo no podía estar más de acuerdo con el moreno.
–Ningún problema –alcanzó a decir, todavía sin poder creérselo. Agradeció internamente porque resultará ser al final así, pues para él, en esos casos era más sencillo si alguien más le decía qué hacer. Justamente por ello, estaba aterrado. No tenía planificada ninguna estrategia, tampoco tenía sospechosos en mente; y ahora en la posición que se encontraba, necesitaba hacer funcionar su mente lo más rápido que podía para no quedar en ridículo frente a todos.