Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 12: Placer
Kallias no sabía en qué situación estaba metido, lo que sí sabía, era que lo iba a disfrutar al máximo. La sensación de adrenalina y el sentimiento pecaminoso inundaban su pecho. Pensaba una y otra vez y solo llegaba a una conclusión. No se arrepentía de nada. Gimió cuando su cuerpo fue estrellado rudamente contra una superficie de metal, estaba fría y contrarrestaba con su cuerpo caliente, dándole una sensación más deliciosa a su excitación. Sintió una lengua malvada hurgar entre el espacio de su hombro y cuello, es su clavícula, la sensación fantasma que dejaba la humedad y el calor de la saliva le iba a enloquecer.
Sintió un par de manos agarrar fuertemente su cintura, más adelante las sintió tocar y apretar en lugares prohibidos. Sintió el cómo la Alfa frente a él apretaba sus nalgas a la par que lamía su cuello. Su cuerpo fue jalado y se topó con un par de pechos cerca de su rostro. La excitación era tanta que no se daba cuenta de que estaban en público.
— Busquen un motel, sucios — Hasta que el señor de la casa de enfrente le sacó de su ensoñación.
Kallias gimió sintiendo la vergüenza abriese paso en su interior mientras que iba ganándole terreno a su lujuria. La Alfa frente a su persona gruñó y él sintió su cuerpo arquearse ante el sonido.
La mujer miró con disgusto a su vecino y, como pudo, sacó las llaves de su bolsillo, eran de repuesto y las originales estaban en su bolso, en el auto.
De igual manera abrió la cerradora y empujó suavemente el cuerpo delgado dentro. Kallias sintió el olor conocido de la Alfa frente a él envolver su cuerpo, eso solo hacía ponerlo más cachondo. Cuando la mujer cerró la puerta nuevamente, él no pudo evitar que su cuerpo reaccionara por el mismo y buscara el contacto ajeno. Se acercó con necesidad y puso sus manos en los pechos de la mujer, apretando y sintiendo la suavidad en el tacto. Le hizo gemir.
La Alfa observaba todo sin mover un músculo, vio como el Omega le robaba una mirada y le hacía una súplica silenciosa. Ella captó el gesto. Con una de sus manos agarró la otra del contrario y la dirigió a su entrepierna.
— Quieres hacerme sentir bien — Gimiendo cuando su orden fue seguida sin reparos.
Kallias movió sus dedos en círculos, si recordaba bien las clases de la profesora de biología, ese es un punto muy sensible de las mujeres, así como también lo son sus senos, él recordó esto y se acercó para lamer la redondez por encima de la tela.
La Alfa soltó un gran gemido para luego gruñir, agarró a Kallias del brazo y lo jaló rudamente hasta llegar a su habitación. Lo empujó dentro y lo tumbó en la cama subiéndose encima después.
— Lo vas a disfrutar… —
........
A la mañana siguiente, en el caos de una habitación desordenada y hedionda a sexo, el Omega, que estaba atado por las muñecas a la cama con una cuerda de quién sabe dónde, despertó, perdido y desorientado.
— ¿Dónde estoy? — Preguntó con voz rasposa, intentando mover su mano para acariciar su cien. Sintió las restricciones en sus muñecas, levantó la vista y se encontró amarrado a la cabecera de la cama. Abrió sus ojos con sorpresa y miró todo a su alrededor, de pronto, y, de manera pausada y floja, los recuerdos empezaron a llegar a él, el primero fue el de la cita, cuando se subió al auto de la Alfa y luego el entrar a su casa, en el segundo se le mostraba desnudo y… Montando un dildo de unos grandes centímetros… El calor subió con rapidez por su cara, se lamentó una y mil veces e intentó disipar un poco la vergüenza y el dolor de cabeza para poder pensar en su siguiente movimiento.
Pensó y pensó. Al final solo tuvo que mover su mano y jalar el canto de la pita para que el nudo se deshiciera, cuando estuvo libre de sus manos se puso en pie, sus piernas las sintió entumecidas, aun así, caminó por la habitación y encontró sus pantalones en el suelo, se los puso, regresó a la cama y tomó asiento, su mirada fue capturada por una nota en la mesita de noche, estaba doblada y pisada por las llaves de un auto.
La abrió.
"Hola hermosura, ¿Cómo amaneciste?, Espero que bien;
Quiero que sepas que disfruté cada momento que pasé contigo, si después de esto necesitas ayuda con algo no dudes es contactarme, ahora tienes una nueva amiga, o una amiga con derechos, lo que prefieras;
Allí te dejo las llaves del auto, puedes ir a buscar en tuyo y dejar en mío aparcado en el restaurant, luego lo voy a buscar;
¡Espero que pases buena tarde!
Pd: Espero que esto no sea una despedida, sino un hasta pronto
Pd 2: No olvides tomar supresores ¿No queremos accidentes, cierto?
Con amor... Tu bella amiga..."
Kallias leyó y volvió a leer la nota 3 veces seguidas, riendo a lo último por el contenido de esta, le parecía que su nueva amiga era una persona muy especial.
Se puso en pie, se terminó de vestir y luego salió de la casa, cerrando con seguro a lo último, para luego tirar las llaves por debajo de la puerta. Miró a su alrededor, calculaba que serían al menos las 7 de la mañana, de su bolsillo sacó su billetera, contó el dinero y decidió coger un taxi, no estaba dispuesto a dejar un auto ajeno abandonado frente a un restaurante, y mucho menos cuando el mismo podía llegar hasta aquel lugar de forma sencilla, de igual manera no estaba muy lejos, el restaurant quedaba casi al centro de la manada-ciudad, y la casa de la Alfa un poco más atrás, así que no tendría problemas de irse a pie, eso, claro, si estuviera ganas de caminar, pero por alguna razón le dolía la cadera.
Cuando llegó a su destino, bajó del auto, le agradeció y pagó al taxista, luego se dio la vuelta y caminó hasta la recepción, encontrando a la misma mujer del día de ayer.
— Buenos días, señorita, vengo a buscar mi auto, lo dejé ayer con el portero, me imagino que estarán las llaves aquí — Dijo con amabilidad.
La mujer tras la el muro de la recepción sonrió, con su dedo, señaló hacia su derecha, dónde se podían ver varias llaves de distintos automóviles.
— Escoja la suya — Fue lo que dijo.
Kallias pestañeo tras su flequillo, ladeó la cabeza con confusión ¿Así de fácil? Encogiéndose de hombros miró dónde le señaló la mujer y encontró sus llaves, las tenía marcadas con un corazón, además de eso su hijo le hizo un llavero a los 10 años con una foto de ellos dos y mucha escarcha, así que no tuvo problemas al identificarlas de entre las otras.
Con un asentimiento se despidió de la mujer, salió del establecimiento y se encontró con su auto, los rayos del sol apenas estaban apareciendo cuando llegó a su casa.
Sin fijarse en nada abrió la puerta y entró, caminó por la sala, pero se llevó un susto al ser interceptado por su papá cuando quería subir las escaleras, estaba en bata y se notaba a leguas que casi no había dormido.
— ¿Dónde estaba el señorito? — Le preguntó.
Kallias pestañeó, lo volvió a hacer y luego, una vez más, no le sorprendía ver a su papá así, siempre era lo mismo en su adolescencia, lo que si le sorprendía es que así sea incluso después de viejos ¡Por dios!, Él ya tenía 30 años ¡No es un niño! Pero al parecer su papá no pensaba igual, eso lo confirmó al verlo arquear una ceja, expectante.
— Estaba en una cita — Fue lo único que respondió.
Su padre entrecerró los ojos.
— ¿Una cita? ¿Toda la noche? —
Ahora Kallias cerró los ojos y suspiró con fastidio.
— Sí, y todo lo que pasa después. Ya sabes, la lujuria, el placer, los gemidos, jadeos, lloriqueos. Todo eso papá — Se detuvo al escuchar el gruñido del Alfa.
— Pues no puedes pretender llegar a las 7 de la mañana, cuando te has ido sin decirme nada a quien sabe dónde y con quién — Se detuvo, olfateó al rededor y luego frunció la nariz, en un acto de desagrado — ¿Una mujer? ¿No que eras gay? — Lo último le dejó desubicado.
— ¡Papá! — Chilló — Yo nunca he dicho que sea gay —
— Nada. Que esto no se vuelva a repetir — Otra vez frunció la nariz — ¡Y báñate por favor, es insoportable ese olor a puta! —
Kallias subió muy enojado a su habitación ¡De verdad su papá no cambiaba!
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del papel también está en tu imaginación para poder entender también