Before You Leave

El tiempo corre y no espera a nadie, así que tienes que tomar la decisión de, o dejar que te alcance o ganarle. El tiempo es el competidor constante en el maratón, es el que marca la salida y el juez que indica al ganador. Es el que prolonga la carrera y no tiene fin, aun cuando muchos corredores son eliminados de esta. Sin embargo, muchos más son añadidos, y, a pesar de que es una carrera, los obstáculos son distintos para todos, algunos nacen con el privilegio del camino despejado, y, otros, como si todos los obstáculos existentes estuvieran a su paso.

La existencia misma se reduce en la toma de decisiones continua de cada individuo, eliges quedarte quieto por los siguientes diez años, o avanzas hasta ser la mejor versión de ti mismo, eliges prosperar a pesar de los obstáculos, a pesar de los errores cometidos, a pesar de las decisiones de otros. Así es como sabes, que le ganaste al tiempo.

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13 de mayo de 2007

-¡¿Con qué dinero compraste ese estúpido pastel?! ¡Has estado escondiendo dinero, o al parecer me robas! ¿Cuál de las dos, ah? - suelta una cachetada- ¡Contéstame! - agarra del cabello

-Ni-ninguna, en serio, mi mamá vino anoche y lo trajo para Sofi-dice llorando- por favor Cisco, es en serio, suéltame, te estoy diciendo la verdad

-Así que tu madre viene a mi casa y yo no me entero, ¿a caso metes a más personas a escondidas? ¿A caso crees que puedes meter a quien tú quieras a mi casa cuando no estoy, maldita zorra? Te voy a enseñar a respetar...

-¡No, por favor! No se va a volver a repetir, te lo juro

-Por supuesto que no se repetirá, de eso me encargo yo- golpea repetidamente

No sé a qué hora me quedé dormida, pero mamá fue a despertarme para salir del armario, al parecer llorar me agotó por completo.

-Ven, cariño, sal de ahí- dijo agarrando mi brazo para ayudarme a salir

-Mami, tienes muy hinchada tu carita-dije mientras acariciaba su rostro-él es malo, vámonos de aquí por favor, vámonos, no me gusta este lugar-comencé a llorar

-Lo sé, cielo, pero tenemos que aguantar un poquito más ¿si?, perdóname por favor, mi niña, pronto no iremos de aquí, lo prometo

-¿En serio, mami? ¿Lo prometes?

-Claro, cielo, lo prometo, ven vamos a comer el pastel que compró tu abuelita, ¡es de chocolate con cerezas!

-¡Sí!

*Sonido de alarma*

Solté un suspiro y me limpié las lágrimas, estúpido sueño.

He soñado lo mismo los últimos 16 años en mi cumpleaños, de haber sabido que sería el último que pasaría con mamá, jamás la habría soltado.

Había estado tan bien, pero me preocupaba que volviera a aparecer, supongo que nunca se irá, me perseguirá por siempre.

Abrí la llave de la regadera y me metí al agua. Me quedé ahí debajo unos diez minutos totalmente inmóvil, solo pensando en todo y al mismo tiempo en nada, las lágrimas se mezclaban con el agua y, entonces, caí al piso, todo esto me estaba volviendo loca. Necesitaba un respiro de mi vida. Ya casi, pensé, ya casi me iría de aquí, del lugar que tanto tiempo me mantuvo en la agonía y que conocía mi pasado, el lugar que mantenía mis secretos guardados y los atesoraba, esperando a que fueran revelados.

Salí de la ducha envuelta en la toalla, y me dirigí a mi cama, por lo regular voy al despacho los sábados aunque sea medio día, pero como no tengo cosas que hacer, el licenciado Herrera me dijo que me tomara el fin de semana para descansar, y, aprovechando, celebrara mi cumpleaños, aunque por obvias razones, no soy muy fan de esta celebración.

Como aún era temprano me recosté un rato más y traté de dormir, sin embargo, recuerdos seguían llegando a mí.

No toda mi infancia fue horrible, hubo momentos maravillosos con mamá y nona que me hicieron sentir muy feliz y agradecida con la vida, tal vez si Francisco no hubiera estado en nuestras vidas, todo hubiera sido diferente, inclusive, mamá seguiría aquí conmigo, viéndome alcanzar mis metas y sintiéndose orgullosa de mí, tal vez nos reuniríamos los fines de semana para cocinar o hacer pijamadas, tal vez asados en el patio de la abuela, no lo sé, hay un sin fin de cosas que podríamos haber hecho. Pero no está. Y hay cosas que son irreversibles, que no podemos cambiar y tenemos que vivir con eso por el resto de nuestros días.

Me encontré llorando nuevamente, como odiaba este día. Sé que hay personas que viven a diario afrontando cosas mil veces peores, pero ¿cómo le explico a mi niña interior que está dañada, qué tiene que vivir sin su mamá?

Mi abuelita ha tratado de hacerme sentir que no estoy sola y me ha acompañado en cada aspecto de mi vida, me ha apoyado y me ha visto crecer en muchas maneras, y le estoy y estaré eternamente agradecida, pero no es mamá, me hace falta, daría lo que fuera porque estuviera aquí, aunque fuera solo un día.

*Sonido de llamada entrante*

Al parecer me volví a dormir. Con trabajo abrí mis ojos, extendí la mano para agarrar mi celular de la cajonera al lado de mi cama y contesté:

-Abre, cielo

-¡Ay, abue! No me dijiste que vendrías, ¡ya voy! - me paré rápido de la cama y fui a abrir la puerta.

-Feliz cumpleaños, corazón mío, ya 29 años, mi vida, no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo, pero, ¿por qué estás en toalla?-dijo soltando el abrazo que me había dado

-¡Rayos! Olvidé este detalle, ahora vuelvo- corrí a mi habitación, había olvidado que me dormí en toalla, así que me vestí con algo cómodo y volví a la sala, pero mi nona no estaba ahí, así que fui a la cocina, y, en efecto, ella estaba ahí, me senté en una de las sillas de la barra y me quedé mirando lo que hacía.

-¿Cómo dormiste, hija?-dijo sin mirarme

-Muy bien, abue, ¿y tú?- ella sabía del sueño, lo había descubierto en mi cumpleaños número 15 cuando me desperté gritando, y tuve que contarle

-¿Segura? - dijo dudosa

-Sí, descuida, estoy bien- desvié la mirada

Me quedó mirando y soltó un suspiro, se dio la vuelta y comenzó a sacar las cosas que había traído.

-¿Te ayudo en algo?

-No hace falta, cariño, tranquila, quédate ahí

Mi abuela a sus 68 años gozaba de buena salud a pesar de todo lo ocurrido, decía que era obra de Dios para cuidarme, no sabía si era cierto, pero ahí estaba, moviéndose por la cocina con una agilidad impresionante. Casi una hora después, tenía en frente una jarra de agua de avena, una taza de café negro, un buen plato de chilaquiles verdes con huevos estrellados, y, pan dulce. Wow.

-Muy bien, a desayunar- me dijo con una sonrisa y se quedó esperando a que yo probara

-Abuela, que delicia, amo tus chilaquiles-dije después de un bocado- son los mejores chilaquiles del mundo

-Me alegra que te gusten, Sofi, comamos

Y así se pasó el desayuno, entre pláticas y risas, con un poco de nostalgia recordando algunas cosas, pero sobre todo, con mucho amor. No era una celebración lujosa llena de pretenciones y cientos de invitados, pero nos teníamos una a la otra y eso era más que suficiente.

Cuando nos dimos cuenta, eran casi las 12 pm, así que nos paramos y entre las dos lavamos los trastes sucios del desayuno. Seguimos platicando y le dije a mi abuelita que quería que fuéramos a almorzar más tarde, y aunque al principio dijo que prefería cocinarme, la terminé convenciendo, así que tratamos de hacer tiempo viendo películas, las cuales ni siquiera prestamos atención debido a la plática.

Cuando dieron las 4 pm, comenzamos a arreglarnos, y, como el plan de mi nona era pasar el fin de semana aquí en mi casa, había venido preparada con sus cosas.

Casi dos horas después, estábamos saliendo de mi casa para dirigirnos al restaurante que habíamos elegido.

El "Delicatessen Sea Taste" se alzó ante nosotras y entramos. Nos recibió un mesero y nos llevó a una mesa disponible, nos dejó el menú y se fue.

-Cielo, todo está algo caro-dijo mi abue con cara de preocupación

-Abue, tranquila, disfrutemos por hoy ¿sí?

-Está bien, solo digo que nos hubiéramos ahorrado un poco si me hubieras dejado cocinar

-Siempre me cocinas, abue, y aunque amo tu comida tan deliciosa, hoy quise que descansaras un poco, por favor elige lo que tú quieras

-Ay, niña, de acuerdo, luego no te quejes porque todo se ve delicioso

Soltamos una carcajada y miramos el menú, cuando estábamos listas para ordenar llamamos al mesero. De entrada nos dieron un guacamole con totopos y aguachile de camarón con jaiba, de ahí mi abuela pidió unos camarones al ajillo que se veían y olían maravilloso, estaban a acompañados por una ensalada a la caribeña y arroz blanco con elote y zanahoria, yo pedí filete de pescado al horno, que era un filete sellado a la plancha con especias y luego lo meten al horno con papas en rodajas y elote bañados en mantequilla con ajo, se acompaña con arroz blanco y una crema de champiñones que estaba deliciosa, no conforme con eso, pedimos una rebanada de pastel de zanahoria para las dos, y obviamente, todo lo que bebimos. Por las siguientes tres horas, estuvimos comiendo y pasándola muy bien.

Cuando salimos del restaurante ya estaba oscuro, pero decidimos caminar un poco para bajar la comida, realmente nos sentíamos superllenas por todo lo que comimos. Nos detuvimos en un parque después de media hora de caminata y nos sentamos en una banca desocupada, nos quedamos calladas un buen rato, miramos al cielo y observamos las estrellas que se dejaban ver con el cielo nocturno despejado.

Fue un cumpleaños maravilloso.