La Intranquilidad, No Es Para Siempre

La relación entre Lina y la familia continuó evolucionando en un nuevo equilibrio. La supervisión de Diego aseguró que los límites fueran claros y que las visitas se mantuvieran dentro de un marco saludable. Lina se sintió agradecida por la oportunidad de seguir siendo parte de la vida de los niños, mientras que Diego valoró el compromiso de Lina y el respeto que mostró por su rol como padre.

A medida que el tiempo avanzaba, Lina y Diego mantuvieron una comunicación abierta para ajustar cualquier detalle que pudiera surgir y garantizar que las visitas siguieran siendo beneficiosas para los niños. La transición de terapeuta a amiga y mentora se manejó con sensibilidad y cuidado, y los niños continuaron prosperando en un entorno que combinaba apoyo profesional y familiar.

Las visitas de Lina a los niños se volvían más frecuentes, Diego empezó a notar una evolución inesperada en sus propios sentimientos. A pesar de que al principio su enfoque principal había sido el bienestar de sus hijos y la adaptación a la nueva dinámica, comenzó a darse cuenta de que sus interacciones con Lina estaban afectándolo de maneras más profundas de lo que había anticipado.

Al principio, Diego se enfocaba en asegurarse de que las visitas de Lina fueran adecuadas para los niños, supervisando cada detalle con diligencia. Sin embargo, conforme Lina se integraba más en la vida cotidiana de la familia en un contexto menos formal, Diego empezó a apreciar otras facetas de ella. Observó su capacidad para relacionarse con los niños con una paciencia y calidez genuinas, y se dio cuenta de cómo su presencia aportaba un aire de alegría y serenidad a su hogar.

Diego, que había atravesado una etapa emocionalmente difícil tras la pérdida de su esposa, había estado sumido en una rutina de responsabilidad y desgana, enfocándose únicamente en el cuidado de sus hijos y en mantener su vida en orden. El duelo había sido abrumador y la idea de abrirse a nuevas relaciones le había parecido imposible. No obstante, la presencia de Lina estaba despertando en él sentimientos que creía haber dejado atrás.

Al principio, Diego se sintió incómodo y confundido por estos sentimientos. No había estado en una situación en la que pudiera pensar en el romanticismo desde el fallecimiento de su esposa. El hecho de que Lina fuera la psicóloga de sus hijos y la relación profesional que había entre ellos complicaba aún más sus emociones. Sin embargo, no podía ignorar la atracción que sentía hacia ella, ni la forma en que Lina le hacía sentir algo que había estado ausente en su vida por mucho tiempo.

Diego empezó a notar cómo su admiración por Lina se volvía algo más personal. La forma en que Lina hablaba, su sonrisa, la manera en que se relacionaba con sus hijos y la pasión que mostraba en cada detalle de su vida profesional lo afectaban de manera creciente. A medida que pasaba el tiempo, Diego se encontraba esperando con ansias las visitas de Lina, no solo por el impacto positivo en sus hijos, sino también por el deseo de pasar tiempo con ella.

Este nuevo desarrollo en sus sentimientos llevó a Diego a un conflicto interno. Sabía que debía mantener la profesionalidad y respetar el rol que Lina había desempeñado en la vida de sus hijos. No quería que sus emociones personales interfirieran en la relación que Lina había cultivado con ellos ni en el acuerdo que habían establecido. Sin embargo, sus sentimientos eran cada vez más difíciles de controlar.