Un Viaje A Lo Desconocido

La lluvia provoca que el aire esté más limpio y purificado.

Seguramente alguna vez has visto llover. Este fenómeno puede motivar diversos pensamientos y sensaciones: alegría, tristeza, soledad, entre muchas más. Pero en los chicos, en ese momento, solo provocaba algo muy difícil de quitar en ese lugar.

Un frío aterrador que provocaba que sus dientes sonarán como sonaron en aquellas plantas carnívoras que en un momento quisieron comérselos.

Sus brazos estaban cruzados, buscando un poco de calor en ellos mismos, pero era imposible si la lluvia seguía cayendo sobre ellos, mojando al máximo sus ropas.

La caminata seguía y la lluvia igual, ya estaban en un lugar con más árboles grandes alrededor. Eso le daba una idea de buscar un lugar cómodo para pasar la noche, porque ya las horas pasaban y la noche llegaba.

—Busquemos un lugar donde armar una especie de casita— sugirió Winder.

—Armemos dos, necesito quitarme esta ropa mojada— hablo Gabriel.

—Estoy de acuerdo contigo, no perdamos tiempo— dijo Renata buscando con que armar las casas.

En silencio y con gran esfuerzo, armaban las casitas donde cada pareja buscaría calor entre ellos. Era sorprendente como trabajaban sin decir una palabra, pero dejando muy cómodo el lugar.

—¿Gabriel, vas a dormir en pelotas?— bromeó Renata, haciendo que Alicia se sonrojara.

—Si por mí fuera sí, pero mi Ali aún no está preparada para eso— Respondió él con una sonrisa, que molesto a Alicia.

—Yo sí estaré en pelotas, así que no anden husmeando para acá— les advirtió winder.

—¡No se van a poner hacer cosas ahí!— exclamó Alicia con vergüenza.

— No lo hago por respeto a mi chica— dijo Winder con descaro.

—Creen que me pondré hacer algo aquí y que me persiga una serpiente o tal vez un oso—

—¡CÁLLATE RENATA!— Grito Gabriel y Alicia.

—Bebe, no te enojes conmigo— susurró Winder.

—¿También quieres que me calle?— interrogó con un puchero Renata.

—Es que tienes una boca de profeta, todo lo que dices se cumple— afirmó Winder, haciendo sentir muy triste a Renata.

—No te sientas mal, Reni, solo no digas nada de cosas que nos harían corren como locos— le pidió Alicia con cariño.

—Ya terminemos aquí y busquemos calor, que me mata el frío— interrumpió Gabriel temblando del frío.

Buscaron las últimas ramas que cubrían el techo y evitaba que cayera agua al re ellos, Gabriel y Winder quitaron sus ropas, quedando solo en bóxer, no cumplieron lo que quedar en pelotas. Las chicas hicieron lo mismo, quedando en ropa interior.

Las dos chozitas estaban listas, Winder y Gabriel colocaron unas tapas que sirvieran de pared del lado de ellos, así tener un poco privacidad, tal vez para algún beso o caricia que calmara su frío.

—Ali, quiero un beso— Susurró Gabriel, a un lado de Alicia, que temblaba de frío y su corazón latía fuerte de nervios. Ella solo asintió, Gabriel abrió sus piernas y se posicionó arriba de ella, besando su cuello y mejilla.

—Gabi— Gimió Alicia

—Relájate y olvídate del frío— pidió él entre susurro, besando sus labios, subiendo a sus orejas, presionando su hombría, eso hacía que ella suspirara. Pero sus compañeros no estaban atentos lo que había, su atención estaban en sus besos y caricias que calmaba el frío.

Aunque la calentura era mucha, no se atrevían a llegar más allá. El frío cesó en ambas parejas y el sueño los rindió, Winder y Gabriel tenían pensado en vigilar pero más pudo el cansancio, llevándolos a un profundo sueño, olvidándose totalmente de cualquier peligro cerca.

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