ASERE

YAIMARA

Apresuro el paso para entrar a la agencia, desde hace días sé que alguien me está siguiendo, aún no lo comento con Claudia para no quedar como loca porque no sé de quien se trata, pero estoy segura de que es así. Mi papá desde pequeña me enseñó a fijarme en todo a mi alrededor, sobre todo en las personas y hay un hombre que últimamente lo veo rondando por cada lugar al que voy, aunque trata de mezclarse entre la gente.

Liborio nos lleva hasta la locación para las tomas de la marca Colori, ahora me siento más segura, aunque no se quedará con nosotros. De la agencia somos dos modelos los contratados por ellos, Marcelo que es albino y yo ¡qué contraste!, ¿no?.

Entre tomas, repeticiones y cambios de vestuario transcurre el día, ya quiero irme a casa, estoy cansada y fachá (hambrienta). En el momento que recojo mis cosas, el asistente de fotografía se me acerca para invitarme a salir, trato de negarme amablemente, pero él insiste.

—Se accetti di uscire con me posso procurarti più contratti (Si aceptas salir conmigo puedo conseguirte más contratos)— dice y no me gusta nada, aunque pueda parecer una oportunidad.

—Il mio agente è Liborio Nurzia, ho parlato di assumermi tramite lui (Mi agente es Liborio Nurzia, tramite mis contratos a través de él)— le respondo, pero el tipo parece que no entiende.

—La mia proposta può darti un sacco di soldi che non dovrai condividere con un agente (Mi propuesta puede darte mucho dinero que no tendrás que compartir con un agente)— y ahí entendí, que este debe ser otro reclutador de scorts.

Veo a Marcelo tomar su bolso y me deshago del tipo diciéndole que me están esperando y sin dejarlo responder corrí con mis cosas hasta mi compañero.

Llego a mi edificio, de un camión están bajando muebles, ver extraños a esta hora haciendo lo que parece una mudanza me pone nerviosa, entro rápido al ascensor, cualquiera pensaría que estoy psiquiátrica (loca), pero desde la visita de Loretta ando mas precavida, he escuchado muchas historias y no quiero ser parte de ellas.

MARIANO

Sin qué nadie lo supiera, recorrí las calles de Roma infructuosamente, tratando de encontrala, al día siguiente regresamos a Sicilia como estaba acordado y ya llevo una semana entre documentos y reuniones para acelerar mi regreso a la capital.

—Mariano— la voz de mi hermana me saca de mi concentración —¿ya sabes adónde vas a vivir?— frunzo el entrecejo porque no entiendo su pregunta —que dónde vas a vivir en Roma, supongo que el dueño de la Vitreria G&V no va a vivir en un hotel.

—Claro que no, le encargaré eso a una inmobiliaria— respondo manteniendo la vista en los balances que tengo en mis manos.

—Tranquilo, déjamelo a mí— dice mientras abandona la oficina y yo continúo en mis labores.

Finalmente, llegó el día de instalarme por un tiempo en Roma, en el aeropuerto rento un vehículo y conduzco hasta la dirección que me dió mi hermana, es un edificio moderno en una buena zona, subo hasta el Penthouse; en lo que menos me fijo es en el espacio porque la vista de la ciudad desde aquí es magnífica, ahora entiendo las razones de Majo de comprar en esta zona y no cerca de la fábrica que sería lo más lógico.

YAIMARA

Mientras ayudo a Claudia a tener todo listo para su viaje a Milán, le comento lo que me pasó al terminar la sesión de fotos y me dice que en este medio sí hay reclutadores de acompañantes, pero, aunque son bastante insistentes, no obligan a nadie, porque el trabajo implica ser una agradable compañía para los clientes y que aunque no todas se prostituyen, si terminan todas teniendo mala reputación.

Me levanto temprano para desearle suerte a mi compañera en la Semana de la Moda, le comunican que la esperan afuera del edificio y salgo con ella para ayudarla con sus valijas, por lo que no me fijo en quien es la persona que está en el ascensor, aunque el aroma que está flotando en el ambiente me trae recuerdos.

—Disculpa, pero esta mujer es mía— Escucho decir, levanto sorprendida la mirada al ver a Mariano, mi corazón comienza a latir a prisa, él toma mi rostro entre sus manos y sin importarle la presencia de mi amiga, me besa.

No fue un beso tan prolongado, pero si profundo, hasta que Claudia se aclaró la garganta.

—Perdona, mi nombre es Mariano Márquez— se presenta descarado, sin ninguna vergüenza por lo que hizo.

—El hermano de María José— responde ella sonriendo y él asiente achinando la mirada como pensando en algo.

Al llegar a planta baja, el venezolano ayudó a la maracucha con sus maletas, me despido de ella y giro para entrar nuevamente.

—¿A dónde vas?— dice tomándome por los hombros para detenerme, hablando detrás de mí al oído, el contacto de sus manos me causan una serie de sensaciones que ponen a mi cerebro y mi corazón queriendo cosas distintas.

—A mi apartamento ¿y tú?— digo

—A tu apartamento— responde girándome para estar de frente —usted y yo debemos hablar.

—Pero ibas de salida— le digo tratando de zafarme de la situación.

—Lo haré después, tú eres muy escurridiza y no voy a permitir que sigas huyendo— esas palabras dichas por otra persona me hubieran hecho correr; sin embargo y a pesar de no entender el por qué, salidas de la boca de Mariano me emocionan.