Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
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Capítulo XI
Cayó sobre la silla, su cuerpo entero se soltó sobre ella, que está se reclinó casi al punto de caerse, su cabeza quedó suspendida en el aire, sus ojos se cerraran ante el vago recuerdo de la noche anterior.
Esos ojos esmeraldas no abandonaron sus pensamientos en toda la noche, su aroma aún seguía impregnado en sus fosas nasales, su piel suave y tersa aún podía sentirla en la palma de sus manos, su cuerpo menudo y pequeño aún estaba marcado en cada centímetro de su piel.
Lo recuerda, recuerda la noche anterior, símbolo de su memoria fotográfica que le estaba dando factura de los estragos que le provocaba el verla en su sueño.
El nerviosismo que tenía ante la presencia del rubio no pasó desapercibida, y uno de los hermanos de Celine, se mostró hostil y molesto de verlo en un mismo lugar que su hermana. Además de que ella no tardó en apartarse de él cuando entendió cuan cerca estaba de él, su hermano la abrazo con fuerza y protegió con su cuerpo de John Mayers quien trató de aligerar el ambiente.
Alexander Morgan conocía a la perfección a los Blackwood, estos al igual que ellos portaban un aura para nada amigable, su hostilidad se presentaba en su forma de andar, de vestir, en sus rostros neutrales y sin emoción, superaban la frialdad de los Morgan. Pero cuando llegaban a conocerlos en persona, más íntimamente, podían llegar a ser las mejores personas de momento. Su amabilidad y afecto era abrumadora, y cuando amaban, solo lo hacían una sola vez.
El rostro inerte y sin emoción del mayor de los hermanos, Trevor Blackwood no utilizo sus palabras mordaces porque no era necesario, su rostro evidenciaba a la perfección que el rubio, no era bien visto.
Como si fueran modelos, los vio irse y dejándolo en ese maldito e incómodo tiempo con su ex mejor amigo.
¿Qué había ocurrido para que dejaran de ser amigos? Bueno, la evidente mujer que acaba de irse, fue la razón de sus presentes desacuerdos y peleas.
Él la presente como una de sus amigas, él se interesó en ella, ella de la misma manera, salieron y entonces salieron las cosas al aire cuando John tuvo la valentía de decirle que estaba interesado en la castaña. Las peleas entre ellos y su amigo no tardaron en explotar, los reclamos, los celos. Su relación se hizo casi tan tóxica que no tuvieron más que decir que su relación terminará de una manera dolorosa.
Alexander Morgan entendía el hecho de que ambos se hubieran divorciado, que ambos hubieran decidido seguir con sus caminos lejos de sí mismos.
Recuerda aún esa noche así como la pelea entre ambos estalló, las cosas a su alrededor sufrieron la consecuencia en atravesarse en su camino, había insultado y hecho menos a la mujer que no se molestó en siquiera disculparse, la había dejado ahí, con una simple pelea ambos habían terminado la relación de casi dos años.
No era excusa que había vuelto, que el verla le había provocado una sensación inexplicable que desde el momento en que la vio jamás sintió, pero ahora le resultaba diferente, casi inexplicable el sentimiento que sentía por ella.
—Señor, lo requieren en el centro de inteligencia
Un soldado con el uniforme camuflajeado de un color azul marino se presentó ante él dando un saludo como es pertinente al estar frente a alguien de alto rango. Saliendo de sus pensamientos asintió colocándose de pie con un poco de pesar.
Al menos tenía un poco de distracción, pensar y pensar en la noche anterior le estaba pasando una factura demasiado dolorosa de la cual nunca había cambiado, pues inevitablemente tenía que aceptar que la mujer estaba como quería.
—Creí que nunca vendrías..
Un hombre rubio lo recibió a las afueras del departamento de inteligencia, el mismísimo Teniente Rowan Presley y el mejor amigo que tenía el egocéntrico de Alexander Morgan, ambos estrecharon sus manos y chocaron sus hombros con la satisfacción de verse de nuevo después de tres años de desaparición del pelinegro.
—El trabajo llama
Limitó a decir a lo que su amigo estalló en una risa por el comentario de su amigo. Se habían criado juntos desde niños, adolescentes y siguieron el mismo rumbo hasta la academia militar, aun que sus padres nunca los obligaron a seguir los mismos pasos que ellos, esos quisieron enorgullecer a sus padres, llegando a hacer lo que ellos fueron en sus años de juventud.
—Cuéntame, como fue tu supuesta luna de mil..
Pregunto conforme entraban en el departamento de inteligencia y caminaban entre los cubículos.
—De la mierda...
—Lo supuse, aún no logro comprender, como es que estás con ella, si ni siquiera la soportas
—Ni yo mismo conozco la respuesta
—Eres un mujeriego empedernido, como porque estarías con una sola mujer
—Las personas cambian...
—Dudo mucho que hayas cambiado, hasta cierto punto las personas no cambian, solo ocultan lo que no quieren que otros vean
Y cuanta razón tenía Rowan Presley, ocultaba todas las cartas de la rubia que no le importaba que en ocasiones ella se sorprendiera o quedara en ridículo, pero su relación con ella, es más un obligación puesto el salir con ella fue un error desde el principio, sus padres, ni siquiera la quieren, la hostilidad entre sus familias sigue y cada vez más peor.
—Fue un error desde el principio
Lo reconoce, desde el primer día en que no pudo controlarse en aquel club, en el que sabía a la perfección que una mujer como ella sería un verdadero dolor de cabeza, lo sabía, más no pudo evitar que la noche sucediera.
—Un error que ya te resignaste a aceptar, dejaras todo, todo por lo que has luchado...
Unas palmadas en su hombro, junto con aquellas palabras fueron como un golpe de realidad, miró a su amigo rubio que entraba en la oficina donde se requirió de su presencia, pero aun viendo la puerta abrirse y cerrarse, no se inmutó.
Tenía razón, su mejor amigo tenía razón, dejaría su puesto y la milicia a alguien más, por qué el se retiraría a sus apenas treinta años para postrarse detrás de un escritorio para ser un aburrido empresario. Si, esa idea no lo entusiasmaba.