Edward Sackler El CEO Cruel Y Despiadado

Edward llegó a su edificio, estacionó su auto y se dirigió a los ascensores apretó el botón para subir a su penthouse, al llegar sentía que el cansancio y la pesadez lo invadían, aún así entró a su estudio y  decidió servirse un trago para beberlo mientras revisaba unos documentos, pasado un rato empezó a frotarse el puente nasal en señal de cansancio, el vaso estaba casi vacío y de reojo vió la carpeta que contenía el contrato de lo que sería ahora su vida. 

Seguía sin poder creerlo, el cólera lo invadió de nuevo y estrelló el vaso contra la pared en un estallido de furia. –Maldita sea Alice Smith no debiste firmar, eres demasiado inocente para estás cosas ahora tú y  tú abuelo pagarán por lo que hicieron, a mi nadie me dice que hacer. Habló para él mismo. Estaba realmente furioso porque nunca nadie se atrevió a desafiarlo y a quitarle el control de las manos como lo estaban haciendo ahora Jeff y por supuesto Alice. 

Se recostó en el sofá del estudio y se quedó dormido pero se despertó al instante así que decidió irse a su habitación, para darse una ducha rápida e intentar dormir. 

NARRA ALICE…

Me despedí de Annie en el restaurant para poder irme a casa ella quería que fuéramos a otra parte a despejarnos un rato pero la vdd estoy sumamente cansada y sólo quiero dormir aparte mañana tengo bastantes pendientes en la oficina por lo que tengo que levantarme temprano, llegue a casa y mi abuelo ya dormía claro cómo podría dormir después de lo que me hizo, -Alice reviró los ojos observando a la nada- entonces mejor voy directo a mi habitación para tomar una ducha e intentar descansar.

A la mañana siguiente Edward no había podido dormir casi nada necesitaba relajarse un rato y se vistió para salir temprano a correr a los alrededores del edificio dio varias vueltas por un parque que estaba cerca y regresó a su penthouse, tomó una rápida y breve ducha se vistió con un traje de lino color azúl marino una camisa blanca, zapatos, cinto y corbata a juego una vez que estuvo listo fue escaleras abajo dónde se encontraba Margaret el ama de llaves de Edward; una señora mayor de mal carácter y bastante callada que había cuidado de él desdé que se mudo a vivir sólo, Margaret conocía y sabía las necesidades que Edward tenía con tan sólo verlo. 

–Señor Edward, aquí tiene su café tal y cómo le gusta. Margaret, gustosa de atenderle cómo todas las mañanas lo hacía, le entregó una taza e hizo una rápida reverencia y se marchó sin esperar respuesta alguna. 

Edward jamás tomaba desayuno en casa, prefería hacerlo mas tarde en la oficina y simplemente tomaba una taza de café negro no tan caliente que bebía en 10 segundos y se disponía a partir hacia la oficina. 

Tomo el ascensor hasta la planta baja para pedirle a Carl su chofer que lo llevara a las empresas Sackler.

Por otra parte Alice sólo había conseguido dormir unas cuantas horas se sentía cansada y sin mucho ánimo, tomó una ducha y eligió un conjunto simple y bastante holgado que más bien parecía atuendo que usaría una mujer mucho mayor, que se conformaba por un pantalón con blazer a juego color beige 3 tallas más grande, una blusa sencilla y unas zapatillas de tacón medio, cómo fue criada por su abuelo y por Georgine se vestía con ropas sumamente recatadas y holgadas que no dejaban ver ninguna de sus curva ella se sentía de lo más cómoda así y no tenía la más mínima intención de cambiar sus gustos pues la habían criado con cierto recelo hacía la ropa entallada.