"Me cruce por su camino una vez... Solo una vez. ¿Suerte, casualidad o destino?. No lo sé. Pero desde que eso ocurrió conocí al hombre que cambio mí vida..."
Renzo Leone (27 años) es un poderoso mafioso de Grecia: Inteligente, despiadado, sin corazón y frío asesino, todo eso se oculta detrás su fachada de ángel hermoso. No dudo el matar a sus enemigos con sus manos. Inmensamente temido en el mundo de la mafia y aún peor que no portaba debilidades por dónde atacar, logro poner su apellido por encima de todo el mundo tanto así que cualquiera temblaba la oírlo.
Melina Brown (20 años) una dulce joven introvertida de EE.UU que vive bajo la maldad de su mamá, quien la odia por ser hija de una infidelidad de su parte hacia su marido. Con la culpabilidad de haber arruinado la vida y el matrimonio de su madre, jamás presto atención al hecho que estaba siendo vigilada sino hasta muy tarde. Su verdadero padre hará su aparición cuando intenta rehacer su vida.
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13. BAILARINA
5 DE DICIEMBRE DE 2.022
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MELINA
–. Nop, no no –niego–. Yo no puedo usar este vestido.
–. ¿Por qué no, hermana? –me pregunta Flor–. Si te ves hermosa.
–. Saben que no uso vestidos –digo–. Se siente incómodo.
Me miró al espejo incómoda, jamás use vestidos me sentía incómoda. Kate me sonríe.
–. Tengo una idea, espera aquí –me dice.
Así se va a su habitación y luego trae ropa en sus manos. Un pantalón blanco, un body de encaje negro junto a un saco blanco.
–. Anda ve a vestirte con esto –me entrega la ropa.
–. Gracias, amiga –la abrazo.
Voy a la habitación de Kate y empiezo a cambiarme.
Un collar y un reloj completan el conjunto luego me maquillo ligeramente frente al espejo. Desde que me gradué del secundario que no me arreglaba tanto.
–. Estás hermosa, Melina –Kate me abraza–. El señor Dios Griego se morirá cuando te vea.
–. No digas eso, amiga –me río–. Hace tiempo que no tenía una cita.
–. Y no si tu ex novio era un maldito idiota –se cruza de brazos–. No supo valorar a la mujer hermosa que tenía al lado.
–. Sabes que acabo con mí seguridad –bajo la mirada–. Diciendo que no podía complacerlo y etcétera.
–. Olvídalo ya, eres hermosa –me anima–. La pasaras genial, seguro.
Le sonrío y salimos a la sala. Mí madre está sentada en el sofa con una vaso de agua. Aunque no nos llevabamos bien, me alegra que esté intentado cambiar por nosotras.
¿Que habrá pasado con Marcus? ¿Donde estará?.
–. Te ves muy linda, hija –dice mí madre–. Que la pases lindo.
–. Gracias... Mama –me aclaro la garganta–. ¿Cómo te sientes?.
–. Estoy viendo el mundo más claro –sonríe–. ¿Puedo abrir las ventanas?.
–. Claro, abra señora –le dice Kate.
Mí madre se acerca a la ventana, la abre no por más de dos segundos que la vuelve a cerrar con fuerza.
–. ¡Mama! –grito exaltada–. Pero, mamá. ¿Que paso?.
–. Nada, nada –niega asustada–. Solo hacia más frío del que pensaba.
–. Mamá, por favor... Es otoño es obvio que va a ser más frío –le sonrío–. ¿Fue solo por eso?.
–. S-si... Solo por eso, hija –dice asustada–. Aaamm... Solo por eso.
Iba a preguntar si era la verdad pero el sonido del timbre nos interrumpe.
–. Debe ser el Dios griego –dice Kate–. Voy a abrir.
Corre hacia la puerta y abre. Le permite el paso a Renzo, su inmensa altura y su fuerte presencia invade la sala de Kate.
Al verlo así, tan arreglado con su hermoso e impecable traje hizo que mí vientre sé retorciera, trago saliva pesadamente intentado calmar mis hormonas.
Su mirada me recorre de arriba abajo, dejando un rastro de fuego en cada rincón.
–. Buenas noches –dice mirándome–. Te ves... Bueno.
–. ¿Que? –pregunto nerviosa–. ¿Me veo mal?.
–. No, claro que... –sonríe–. Te ves extraordinariamente hermosa.
Mi cara no tarda en tomar el color rojo debido a sus palabras y esa voz ronca tan varonil y viril. ¿A qué mujer no le gustaría este nombre?.
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Nos despedimos de todos y salimos del apartamento de Kate, salimos del edificio.
Nos acercamos a la camioneta negra de Renzo, este me abre la puerta del acompañante como todo un caballero y luego sube por la del conductor. Se sienta y me echa una mirada a mí ropa, al menos creo que a mí ropa.
–. De verdad me gusta mucho ese conjunto –dice mirándome a los ojos.
–. Gracias –le agradezco–. Temía que al lobo no le gustará.
Al decir esas palabras un suspiro pesado sale de su boca, lo miro a los ojos y veo que están dilatados hasta el tope.
–. Al lobo le encanta cada parte de caperucita –dice–. Hasta lo que no conoce... Aún.
Jesús Cristo bendito... Este hombre está... tan bueno.
–. Bueno, quizás algo no le guste –digo nerviosa–. ¿Ya nos vamos?.
–. Por supuesto –dice–. Vamos.
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Este hombre maneja la seducción como ningún otro hasta cuándo conduce se me es imposible no mirarlo, es hermoso, simplemente hermoso.
Llegamos hasta un restaurante sumamente elegante... Elegante con E de elefante. Mí cerebro me dice: "Mira lo que estás pensando, Melina".
Nos atiende un mesero que nos guía hasta nuestra mesa, Renzo me aparta la silla para que me siente y yo le agradezco con una sonrisa.
–. ¿Puedo ofrecerles algo para beber antes de ordenar? –pregunta el mesero.
–. ¿Quieres algo? –me pregunta Renzo.
–. Aaamm... Agua está bien –digo–. No soy buena bebiendo.
–. Agua será entonces señorita –me sonríe encantador y luego se gira hacia Renzo–. ¿Y usted caballero?.
–. Vino, que sea rojo como la sangre –su rostro nuestra molestia.
Veo como el pobre mesero tiembla en su lugar. Entonces se va.
–. Pobre. ¿Tenías que tratarlo así? –le pregunto–. Solo hace su trabajo.
–. ¿Acaso no notaste como te miraba? –pregunta indignado.
–. ¿Con los ojos? –pregunto bromista.
–. Que graciosita –dice–. ¿Por qué no puedes beber?.
–. Pues, bueno... La última vez que bebí –me río–. Fue antes de un concurso de baile en la secundaria, mala elección.
–. ¿Baile? –pregunta curioso–. ¿Eras bailarina?.
–. Danza árabe –digo–. Entre otros bailes.
–. ¿Que "otros" bailes? –me sonríe.
–. Un baile que solo se puede hacer... –me aclaro la garganta–. En privado.
Renzo arquea una ceja curioso y sonríe.
–. ¿Haces streaptease? –sonríe con malicia–. Mira, tu.
–. Por eso en privado –me río–. Jamás lo hice enfrente de alguien.
–. Te veo a ti, bailando enfrente espejo sola en tu cuarto... –dice.
Me mira de una forma tan sexy que me hace olvidar todo. ¿Cómo es posible que tenga semejante poder con solo mirarme?.
–. Quizás imaginando que le bailes de una forma tan sensual al hombre que más amarás en tu vida –dice–. ¿Me equivoco?.
–. Yo... Bueno. –digo temblorosa.
–. Te quitas la ropa lentamente... –dice en un susurro ronco–. Ya me lo imagino.
El calor en mí cuerpo se concentra en una parte específica que no tarda en humedecerse.
Una parte de mí dice: "Saltale encima de una maldita vez". Mala idea seguro.
El mesero llega justo a tiempo diciendo que va a servir el vino.
–. Creo que yo también voy a beber vino –digo nerviosa.
–. De acuerdo señorita –dice el mesero.
Me sirve una copa y apenas terminar la vacío de un trago.
–. No creo que sea conveniente que bebas así –dice Renzo.
–. Estaré bien –afirmo.
Tiene varios enemigos