Project Universe: Explorers

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Los destellos en la habitación eran intensos, como si cada chispa intentara llamar la atención de Alex. El zumbido constante de la soldadora era molesto, pero necesario para terminar su trabajo.

Desde lo ocurrido en Felfai, su mente parecía envuelta en una neblina. La claridad le resultaba esquiva… y los dolores de cabeza ya eran un hábito tan común como respirar.

—¡Alex, vamos a salir! —gritó Heart desde la puerta.

—Retoño, por favor, sal. Llevas días sin deleitar tus ojos con luz artificial. —añadió Writz con solemnidad poética.

Dentro de su cuarto, Alex, protegido por unos lentes y armado con una soldadora, ajustaba sus guantes Hammer. La manera en que los manipulaba indicaba que buscaba mejorarlos…

Aunque lo que realmente necesitaba mejorar era esa cara triste de perro atropellado...

—Tuercas… Writz, esto no va a funcionar… —murmuró la robot, entrecerrando los ojos.

—Él solo quería ir a ayudar a su amiga. No lo culpo. —dijo el elfo, recordando lo ocurrido.

La imagen de aquel día volvió a sus mentes, detonada por la visión de los guantes.

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—¡Epsilon, debes dejar que vayamos a Photogenie! ¡Tengo que ir! —exclamó Alex, desesperado.

—Lo siento, chico… —El flamoide parecía cansado—. Intenté abogar por ustedes ante el consejo, pero…

—Alex… —Heart le tomó el hombro—. El lugar es demasiado peligroso. Apenas pudimos contra quince de ellos.

—¡Pero ya sabemos su debilidad! Podríamos tener oportunidad contra la horda…

—No poseemos el rango ni los miembros mínimos para una misión así, Alex. Comprende por una vez… —replicó la robot.

—Si logro cambiar la opinión del consejo, les haré saber. —finalizó Epsilon, retirándose a su oficina.

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Volviendo al presente, quedaba claro por qué el chico estaba tan apagado.

—Mira, al RAM… ¡Voy a entrar! —Heart empezó a golpear la puerta.

Las partículas de esta reaccionaron de forma extraña, como si intentaran defenderse.

—¡Wow, Heart! Ten cuidado. —Writz la detuvo—. Es una puerta de biotinato y acero, podrías lastimarte.

Ella retrocedió, intrigada… hasta que vio al elfo sacar un pergamino.

—¡Lo mejor es derretirla! ¡Fuego del Hades! —proclamó Writz. Una llamarada azul estalló contra la puerta.

En lugar de derretirse, esta salió disparada hacia adentro, y el fuego impactó de lleno en el área de trabajo de Alex.

Lo que antes era su cuarto ahora parecía un terreno post-apocalíptico. La única parte intacta de Alex… eran sus ojos, que brillaban entre las cenizas.

—Creo que si uno deja cerrada su puerta es porque quiere privacidad, ¿no? —comentó con sequedad.

—¡Por favor, Alex! ¿Por qué no vienes con nosotros? —Heart esquivó los restos carbonizados y se fijó en unos planos medio quemados—. ¿Qué es todo esto?

Alex los miró de reojo.

—Llevo días armando y desarmando mis guantes. Quiero mejorarlos…

—Se ven muy detallados… —Writz tomó uno con cuidado—. No sabía que tenías habilidades mecánicas.

—¿Sabes de robótica y mecánica? —preguntó la robot.

—No… —respondió Alex, ajustando la última pieza—. Solo sé reparar una que otra cosa. Mi padre era mecánico… decía que “si algo puede crearse, también puede mejorarse”.

—Ya veo… —Heart reaccionó con un leve asentimiento, pero enseguida cambió el tema—. ¡Alex, ven con nosotros!

—Ah, por la gran… ¿Por qué quieren que vaya?

Ambos parecían emocionados como si hubieran ganado la lotería.

—¡Hoy es día de pago! —dijeron al unísono.

Eso sí captó su atención. Revisó su tablilla, accedió a la banca Xverse… y ahí estaba: mil quinientos Soltz recién depositados.

—¡Increíble! —exclamó.

—Podríamos aprovechar para comprar algunas cosas, ¿no crees? —propuso Heart con una sonrisa pícara.

Alex consideró la idea. Un descanso no le vendría mal… aunque parte de su mente seguía enfocada en prepararse para un posible viaje a Photogenie.

Nadie te había dicho que eres muy ansioso, ¿verdad…?

—Vamos, Alex, aprovechemos que Heart está de humor para relajarse. —dijo Writz, recibiendo un codazo de la robot.

Alex rio suavemente. Sí, ahora estaba convencido.

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Caminando por los locales, el sector trescientos dieciocho de ARMA estaba lleno de movimiento y vida.

Los locales rebozaban de clientes de diversas especies. Slimes disfrutaban de helado de cacaola. Orcos saboreaban un excelente filete de Bizonews. Y algunos angeloids brindaban con un cóctel llamado “Noche Divina”.

—Vaya que aquí hay comida para variar —dijo Alex, extasiado por el olor que inundaba el ambiente—. ¡Me llegaría explorar toda ARMA!

Heart rio, pensando que el chico hablaba en broma.

—¿Ja, dije algo gracioso? —preguntó Alex.

—¿En serio piensas que podrías recorrer toda ARMA? Morirías antes de haber explorado siquiera el uno por ciento —argumentó Writz, con tono escéptico.

"¿¡Nombre, tan grande es este sitio!?" pensó Alex, impresionado.

Finalmente, el trío llegó a una sección de comercio planetario.

Por todas partes se escuchaban anuncios y vendedores pregonando sus ofertas.

—¡Piedras dracónicas a mitad de precio!

—¡Pasen todos! ¡Huevos de Cackaroo en liquidación!

—¡Solo por hoy, mejoras para guantes!

Al oír esto último, Alex giró de inmediato y se dirigió hacia el vendedor.

—¡Buenos días! ¿Qué mejoras para guantes ofrecen?

Heart y Writz se unieron a él.

—¡Ah, buenos días, valioso cliente! —saludó un iguagoma—. Por favor, acompáñeme a mi tienda. Tenemos un catálogo variado de mejoras.

El grupo entró; los ojos de Alex brillaron como los de un niño en una dulcería.

Había garras retráctiles, aislantes térmicos y eléctricos, y, lo que más llamó su atención, una capa de microagarradores de titanio.

—Increíble… —murmuró Alex, embobado.

El vendedor, un iguagoma, juntaba sus manos en señal de cortesía.

Aunque no sé si lamerse el ojo siga siendo parte de esa cortesía... Qué raras son estas iguanas de gomita...

—¿Tienen anillos elementales? —preguntó Writz, con la esperanza de encontrar artefactos élficos.

—Lo siento, debido a los impuestos élficos, no puedo permitirme tener esos productos —explicó el vendedor.

Writz se sintió derrotado. Parecía que los artefactos élficos eran demasiado difíciles de conseguir.

—Vendedor, ¿cree que podría integrar esos microagarradores de titanio en mis guantes? —Alex le entregó los guantes Hammer.

El iguagoma los examinó con ojo casi quirúrgico.

—¡Qué piezas tan exquisitas! —exclamó—. ¡Quien las haya creado debió ser un genio!

Tras un análisis minucioso, llegó a una conclusión.

—Sí, puedo agregar los microagarradores a estos guantes, pero seré cuidadoso para no dañar la estructura original.

—¿En cuánto tiempo los tendría listos? —preguntó Heart, consciente de lo valiosos que eran esos guantes tras lo ocurrido en Felfai.

—Denme un par de horas —respondió el iguagoma—. Tomen esta tablilla; les avisará cuando el pedido esté listo.

—¿Y cuánto costará? —preguntó Alex, entrecerrando los ojos.

—Veo que es un hombre de negocios… ¿qué le parecen cuatrocientos Soltz?

Heart y Writz se miraron, considerando que parecía un precio justo.

Los ojos de Alex soltaron un destello.

"Este precio es inaudito..." pensó.

—Te doy doscientos Soltz.

El nuevo precio sorprendió a Heart y Writz. El iguagoma sonrió; parecía tener frente a él a un cliente retador.

—Eh… Alex, ¿qué haces? —la robot rio nerviosa.

Una mirada fulminante de Alex fue suficiente para callarla; su expresión decía claramente: "No interrumpas a los adultos".

—Señor, considere la calidad de los agarradores; creo que merecen el precio que propuse —dijo Alex, sonriendo con astucia.

—No niego que los que mostró son de excelente calidad, pero eso no garantiza que sean los que me pondrá en mis guantes —mantuvo los ojos entrecerrados.

—Bien, de acuerdo, ¿qué le parecen trescientos cincuenta Soltz? —empezaba a ponerse nervioso el iguagoma.

"Un pequeño descuento deberá saciar su inquietud..." se dijo.

—Ah, así que admite que la calidad puede variar entre lo que ofrece y lo que colocará, ¿eh? Sigo manteniendo mi precio de doscientos Soltz.

¿¡Qué jugada fue esa!?

El iguagoma casi se le salen los ojos.

—¡No! No me refería a eso… es solo que…

—Además, apenas lo conozco y vi cuánto le interesan mis guantes —el tono de Alex se volvió serio—. No podría garantizar que me los devuelva.

Alex tomó sus guantes y empezó a caminar hacia la salida. Heart y Writz, confundidos, comenzaron a seguirlo.

La cola del iguagoma cayó al suelo. Por poco se le desprende.

"Yo… no puedo..." pensó, mientras intentaba procesar la derrota.

"No puedo dejar que se vaya," gritó en su mente.

—¡No! Espera, ¡está bien! ¡Doscientos Soltz! —exclamó, sacando la lengua en señal de disculpa.

—¿¡Qué!? —Heart y Writz voltearon hacia el vendedor con sorpresa.

Alex se detuvo en seco. Sin voltear, sonrió con malicia y orgullo.

"Ya cayó..." pensó.

Alex, pero qué clase de persona eres realmente...

—Trato hecho...

Y lo peor: le hizo jurar que no le cobraría la instalación.

Ahora, aunque la mejora tardará unas horas, la cola de la iguana de goma tardará días en regenerarse.

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Viendo hacia más locales, Alex buscaba algo para comer en el camino. Mientras Heart y Writz solo lo observaban desde atrás, temblaban de miedo solo con ver su brutal forma de regatear.

—Eh... Ese no es Alex... —Heart habló temblorosa.

—No, es un monstruo... O peor, un demonio de los negocios... —agregó el elfo, claramente preocupado.

Heart se detuvo, llamando la atención de sus amigos. Su vista se fijó en un nuevo y bonito uniforme verde oscuro.

Alex observó el uniforme, identificándolo de inmediato.

"Vaya, parecen uniformes escolares de la Tierra... ¿Pero para adultos?" pensó.

Heart entró sin dudar; los otros dos chicos la siguieron.

—¡Sean bienvenidos! Tenemos toda clase de ropa para seres altoides. —dijo una joven elfa.

—¿Altoides? —preguntó Alex.

—Así es como se conoce a nuestro grupo de especies. —explicó Writz.

—Oh... En mi planeta creo que lo más cercano eran los humanoides... —agregó Alex.

Heart, emocionada, tomó varios uniformes y vestidos. Estaba dispuesta a probárselos y quizá darse un gusto.

Algunas prendas le quedaban algo ajustadas. Alex y Writz le ayudaban indicándole.

"Tuercas... ¿Será que he engordado?", pensaba la robot. Hasta que finalmente vio un vestido oscuro con manchas verdes que parecía bastante cómodo.

Tras salir, Alex y Writz abrieron los ojos con sorpresa. El vestido combinaba perfecto con ella.

—Y... ¿qué opinan, chicos? —dijo Heart; sus ojos formaban símbolos de corazón, rojos por algo de vergüenza.

—¡Es increíble! Ni las piedras más preciosas podrían compararse contigo ahora. —exclamó Writz con tono poético.

Heart sonrió y volteó hacia Alex. Él no pudo evitar recordar a Beriel; el vestido que usaban ambas era parecido, salvo por el color.

—Combina con tus ojos... Es hermoso. —dijo con una sonrisa sincera.

Los cumplidos hicieron que la chica estuviera aún más alegre.

—¡Me lo llevo puesto! —exclamó Heart; la elfa asintió preparando la factura.

Tras pagar, Heart pensaba en cómo captar la atención de Writz, quien se había mantenido más silencioso.

—¿Crees que le interesen siquiera las compras? —susurró Heart a Alex.

—Bueno, antes estaba buscando anillos elementales. Tal vez debamos buscar un local que los venda. —respondió Alex.

Writz fingía no escucharlos, pero no pudo evitar sonreír ante la atención.

Sin fijarse, se topó con una chica, quien derramó su bebida al chocar con él.

—Lo... ¡lo siento, señorita! —dijo Writz ayudándola a equilibrarse.

La chica lo miró enojada, con voz rebelde.

—Idiota, ¿qué haces, Writz...? —La reconoció.

Writz frunció el ceño; los cuernos y la piel rosada de la chica le eran familiares.

—¿West? —preguntó.

—¡Por los cuernos de mi madre! ¿Qué diablos haces aquí? —West le dio un golpecito.

—Vine con mis leales amigos y compañeros de equipo. Estamos aprovechando las recompensas de nuestro arduo trabajo. —respondió Writz con tono poético.

—¿Amiga tuya, Writz? —Alex y Heart llegaron junto a él.

—Alex, te presento a West. Es una súcubo. —dijo Writz con naturalidad.

Los ojos de West brillaron al ver a Alex; algo en él llamaba su atención.

"Percibo mucha dopamina dentro de él... Me pregunto cómo se la podré extraer", pensó.

La mirada incomodó a Alex, que se puso detrás de Heart. West solo sonrió y ladeó los ojos.

—Ah... Hola, Heart... —dijo la súcubo con falsa amabilidad—. Un gusto verte, Writz, y... Alex, ¿verdad?

El chico asintió.

—Espero que volvamos a vernos... Chao... —West se retiró dejando un ambiente incómodo.

Writz y Heart intercambiaron miradas; no esperaban volver a verla pronto.

—Eh... Creo que hay algo que no me han dicho, ¿verdad? —preguntó Alex.

Heart asintió sin decir palabra.

—Ella fue una de los tantos miembros que... no pudieron seguirme el ritmo. —Heart siguió su camino, evitando hablar de West.

—Alex, me alegra que fueras del agrado de West, pero te recomiendo que guardes distancia. —Writz sonrió con cara de "esta vez sí hazme caso".

Alex pensó que podía haber algo más entre ellos, por lo que asintió.

Viejo, no era por eso...

Aun así, no pudo evitar ver a Heart caminar adelante, ocultando su tristeza.

Él se colocó junto a la robot, seguido por el elfo que se unió al plan.

—Sabes... aún faltan unas horas para que mejoren mis guantes, ¿no? —sonrió Alex.

Ella lo miró curiosa.

"¿Alex tratando de animarme? Tuercas... ¿tan obvia fui?", pensó.

Pero no evitó notar el golpecito del elfo en su hombro; él también quería animarla.

—Je, je, bien... ¿Qué tal si vamos a comer algo? ¡Yo invito! —exclamó Heart.

Alex y Writz saltaron alegres, empujándola para apresurar el paso hacia el restaurante más cercano.

No notaron que cierta súcubo y un ser, aparentemente hecho de agua, los observaban a distancia...

—Así que finalmente la robot tiene un equipo formal, ¿eh...? Veamos qué tan buenos son... —el ser acuoso sonrió con malicia.

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