Introducción
En las paradisíacas playas de Bali, nace la aventura y el romance entre dos jóvenes que tienen el mundo a sus pies, donde la pasión y el deseo consumió a Argelia Soria y a Paolo Gabellotti, es así como da inicio su trágico romance. Que como siempre su único final feliz será el fruto de ese amor.
Paolo el jefe de la mafia siciliana descubre años después, que su amor por Argelia había trascendido a la vida eterna, pero a su vida llega una dulce personita a poner su mundo de cabeza.
“No puedo creerlo, Mi papá es, El Jefe de la mafia”. Paola Soria.
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Nueva realidad
Capítulo 12
Pasaron los días después de la muerte de Argelia, la pequeña Paola trataba de adaptarse a su nueva realidad. Tenía a su papá, a sus abuelos, a su tía Elisabetta que la consentía todo el tiempo. Pero el vacío que había dejado su madre era enorme, Paolo intentaba por todos los medios ayudarla a salir de la depresión y sobrellevar el duelo pero ella se mantenía lejos de él.
—Leonora, ¿podemos hablar?—
—Por supuesto que sí.—Paolo la invitaba a tomar asiento
—Estoy demasiado preocupado por mi hija, en verdad no sé cómo ayudarla. No quiere ir al colegio, quiere seguir siendo educada en casa, además se comporta de manera rebelde. Sé que todo esto es por el dolor que está sintiendo.—
—Por eso me he quedado aquí, quiero ayudarte. Hablaré con Paola y todo se resolverá, confía en mí.—
—Lo hago, necesito atender mis asuntos pero no puedo hacerlo si mi hija no está bien. Es importante que vaya al colegio y conviva con otros niños, que haga amigos.—
—Yo la convenceré, por cierto. ¿Registraste a Paola como tu hija?—
—Si, inmediatamente. No podía dejar eso para después.—
—Me alegra, también debes cuidarte mi hermano usará cualquier artimaña para recuperar a su nieta. No permitas que caiga en sus manos, no quiero que se repita la historia de mi querida Argelia en ella. Por cierto debes encargarte de las acciones que le pertenecen a Paola que eran de su madre, creo que Argelia te nombro albacea.—
—Mi hija no necesita nada de Aníbal Soria, me tiene a mí para darle todo lo que ella me pida.—
—Lo sé, pero tiene derecho a lo que le pertenecía a su madre. Es bueno dejar el orgullo de lado, no es un regalo, le pertenece legítimamente. A todo esto, ¿tú cómo te sientes?—
—Tengo muchas cosas que hacer, pero no me puedo concentrar. Solo pienso en Argelia, a veces pienso que en cualquier momento va a entrar por esa puerta y saltará a mis brazos. Pero al final del día no sucede, me dijo antes de morir que volviera a amar. No creo que haya alguien igual a mi esposa, así que lo veo imposible.—
—No no la hay, pero si alguien que sane tu corazón y que ame a tu hija. Ahora iré a buscar a patito.—
Paolo reflexionaba sobre todo lo que había conversado con Leonora, además no quería que su hija tuviera ningún tipo de lazo con Aníbal Soria, Leonora por otro lado entró a la habitación de su pequeña sobrina.
—¿Qué haces mi niña?—
—Estoy dibujando, ¿cuando volveremos a casa?—
—Hija está es tu casa, los Gabellotti son tu familia.—
—Pero yo quiero estar con mi abuelo, vine aquí para estar con mi mami, pero si ella ya no está. Deberíamos volver a casa, extraño mucho a todos incluido mi caballo, Orión también debe extrañarme.—
—Mi pequeña patito, la última voluntad de tu madre fue que te quedarás con tu papá, tu abuelo ya tuvo su oportunidad de ser un buen padre, ahora debes permitirle a Paolo ser tu padre. Además Sofía y Enzo son tus abuelos ellos te aman demasiado, y ni hablar de tu tía Elisabetta. Ellos son tu familia, dales la oportunidad.—Paola se abrazó fuertemente de su tía Leonora.
—Por favor no te vayas, no me dejes aquí sola.—
Leonora tenía que volver a Madrid para estar vigilante de lo que planeara hacer su hermano, así tener informado a Paolo. Pero también le preocupaba su pequeña sobrina, necesitaba ayuda para terminar de adaptarse a su nueva familia y a su nueva vida.
Después de meditarlo bastante Paolo decidió terminar con la distancia que se presentaba entre él y su hija. Así que fue a buscar a su pequeña, Paola estaba en el jardín jugando sola.
—¿Qué haces mi vida?—
—Jugando papá.—
—Bien, tengo muchos años que no juego. Desde que tu tía Elisabetta era pequeña, así que ahora papá te enseñará sus juegos favoritos.—
Ambos jugaban en el jardín, la pequeña volvía a sonreír. Y Paolo sentía la compañía de su hija como un bálsamo que curaba sus heridas, por un momento la tristeza y el dolor se alejaban de ambos.
—Papá, gracias.—
—¿por qué?—
—Por darme un poco de tu tiempo, ¿papá realmente quieres que me quede contigo?—
—Princesa por supuesto que sí, ¿por qué me preguntas eso?—
—Mi abuelo dijo que tú engañaste a mamá, y que no nos querías.—
—Princesa, yo no sabía de tu existencia. Tu abuelo me separo de tu madre, porque quería a alguien diferente para ella. No seré yo quien hable mal de él, pero nunca dudes de que amaré a tu madre toda la vida, y a ti también mi pequeña. Eres todo mi mundo.—
—La extraño mucho, se que le prometí quedarme contigo. No quiero ser un obstáculo en tu vida.—
—Nunca lo serás mi amor, no pienses eso. Juntos vamos a estar bien, también extraño a tu madre. Pero ella siempre vivirá en nuestro corazón, sabes que vamos hacer, te compraré un hermoso caballo. Y comenzarás a ir a clases de equitación, también irás al colegio, ahí conocerás niños de tu edad y podrás hacer amigos. Te daré todo lo que me pidas siempre, eres el amor de mi vida.—
—Te amo papá.—
—Yo a ti mi pequeña patito.—
Paolo abrazaba a su pequeña princesa, Sofía veía por la ventana tan conmovedora escena. Había sido unos meses difíciles para ambos, pero ahora todo tomaría un rumbo distinto, Sofía ayudaría a su hijo a cuidar de Paola. Después de todo su hijo tenía que aprender a ser un buen padre.