es mi segunda novela espero y les guste ☺️❤️
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cap 12
Lyra despertó con los ojos ardiendo. El mundo se sentía lejano. Su cuerpo, más liviano… pero su mente, invadida.
Ya no estaba sola.
La voz de su otra mitad murmuraba con dulzura venenosa.
—Solo déjame entrar un poco más… solo un poco. Te mostraré lo que puedes hacer.
Los muros del Bastión vibraban con energía. Ella bajó las escaleras sin saber del todo por qué. El fuego a su paso se encendía, como si el castillo mismo sintiera su desequilibrio.
Theryn la vio cruzar el salón principal… y sintió de inmediato que algo estaba mal.
—¡Lyra! —corrió hacia ella—. ¿Dónde vas?
Ella no respondió. Pero al pasar a su lado, una onda de energía oscura lo lanzó contra el muro. No lo tocó siquiera.
Los centinelas intentaron detenerla. No pudieron.
Entró en la sala del consejo. Los ancianos se levantaron de sus asientos, alarmados, pero Lyra alzó la mano… y el fuego estalló en el techo. Las columnas temblaron. Los cristales estallaron. Nadie podía acercarse.
Kael apareció al instante, atravesando las puertas como una tormenta.
—¡Lyra! ¡Detente!
Pero ella ya no era del todo ella. Sus ojos brillaban como los de la figura en el cristal. Y en su frente… la marca de la reina antigua resplandecía.
—¿Me detendrías otra vez? —preguntó, con una voz doble—. ¿Igual que hace siglos?
Kael bajó la espada, con el corazón latiéndole con fuerza.
—No eres ella. Estás luchando desde dentro. ¡Resiste!
Lyra gritó. El fuego la rodeó, pero temblaba, como si una guerra se librara dentro de su alma.
Y entonces, justo antes de que perdiera el control por completo… Theryn arrojó una daga encantada hacia el suelo. Esta liberó una runa de contención. Un círculo de luz rodeó a Lyra, atrapándola.
Cayó de rodillas, jadeando.
Kael corrió hacia ella y la sostuvo.
—Ya pasó… estás aquí conmigo.
Lyra temblaba.
—La vi… la sentí dentro de mí. No era solo oscuridad. Era poder, deseo… y culpa. Ella no es una extraña. Es parte de mí. Y está despertando más rápido de lo que pensaba.
Theryn se acercó lentamente, sangrando por la herida de antes.
—Hay una forma de separarla —dijo, con la voz grave—. Pero necesitará algo que tal vez no estés dispuesta a dar: la sangre de tu linaje. De tu madre.
Lyra lo miró, pálida.
—Mi madre… está muerta.
—No del todo —dijo Theryn.
Las palabras de Theryn cayeron como una losa de piedra.
—¿Qué quieres decir con que no está del todo muerta? —preguntó Kael, con el ceño fruncido.
Theryn se apoyó en su lanza, todavía sangrando.
—La madre de Lyra no fue una simple hechicera. Fue la última reina del linaje original de Aeloria. Su cuerpo murió, sí… pero su alma fue sellada en el Bosque Silente, bajo las raíces del Árbol de la Medianoche. Un lugar donde las almas poderosas permanecen… a la espera.
—¿A la espera de qué? —murmuró Lyra.
—De una heredera digna. De ti.
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El viaje comenzó esa misma noche. Acompañados solo por Theryn y Kael, Lyra se cubrió con una capa oscura y partió hacia el bosque maldito, donde los vivos escuchaban sus propios susurros… y a veces, los de los muertos.
El aire allí era espeso. Cada rama parecía observarlos. Cada paso era más pesado.
—Aquí es —dijo Theryn finalmente, señalando un claro donde crecía un árbol negro de ramas retorcidas. En su base, una grieta se abría como una boca hambrienta.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Lyra, sin apartar la mirada.
—Entrar sola. El Árbol reconocerá tu sangre. Si tu madre aún habita allí… te hablará.
Kael la tomó de la mano.
—No tardes demasiado.
Lyra asintió, con el corazón acelerado, y descendió por la grieta.
La oscuridad la envolvió al instante. No había suelo, no había paredes… solo una niebla espesa y cálida. Y entonces la vio.
Una mujer alta, de cabello rojo como el suyo y ojos dorados que brillaban como llamas dormidas.
—Hola, hija mía —dijo la figura.
—¿Eres…?
—Lo que queda de quien fui —respondió—. Pero veo lo que llevas dentro. La oscuridad quiere liberarse. Tu otra mitad… está despierta, ¿no es así?
Lyra tragó saliva.
—Sí. Y no puedo detenerla. No sola.
—Porque no debes —dijo la figura—. Viniste aquí a buscar respuestas. Pero lo que necesitas no es conocimiento. Es elegir. La oscuridad no es enemiga si sabes dominarla. El fuego destruye… pero también protege.
La figura se acercó y tomó la mano de Lyra.
—Te daré un fragmento de mi alma. Con él, podrás resistir. Pero solo si aceptas quién eres realmente: heredera de la reina… e hija del fuego.
Un resplandor la envolvió. El calor la atravesó como una llama viva. Y una palabra se grabó en su mente.
“Valekar.”
Un nombre. Un poder. Una advertencia.
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Cuando emergió del Árbol, Lyra no era la misma. Sus ojos brillaban más fuerte. Y en su brazo, una marca nueva ardía como brasas: el símbolo del linaje prohibido.
Kael la miró con asombro.
—¿Qué ocurrió ahí dentro?
Lyra lo miró… y su voz sonó firme, como la de una reina:
—Ahora sé quién soy. Y también… quién viene por mí.
Y a lo lejos, entre las sombras del bosque, alguien los observaba. Un par de ojos del mismo dorado que los suyos… pero vacíos de alma.