renaci en otro tiempo
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capítulo 22
- ¿Puedo confiar en sus sentimientos? -triste se preguntó sola- ha- recostaba la cabeza contra la silla- me gustaría sentir lo que el siente\, si solo pudiera olvidar el sentimiento de traición\, el miedo de que vuelvan a traicionarme- quedo mirando el techo y se vino a la mente el beso en el campamento algo que la hizo volverse roja- ah- se golpeó las mejillas con sus manos suavemente
-Principe Shaw, esta seguro de ir a la frontera?
-claro mi hermanito esta ahí, seguro me recibirá- sonreía de manera maliciosa- en un carruaje de camino a la frontera- tengo el cáliz para hacer un trato con la sacerdotisa se que me aceptara, cuando sepa que soy un príncipe, soy guapo así que sera fácil-serio
en otro lado
corriendo por un pasillo de una torre, apurado.
-¿Donde estuvo mago jefe? ¿sabes cuan preocupado estuvimos? no nos aviso- joven de 18 pelo azul, con gafas.
-vamos generar- hablaba- no tengo que decir a donde voy- el hombre rubio con ojos morados apareció detrás del escritorio, dejando los papeles de lado.
-entiendo- se queda callado, hasta que habla- y que ha hecho?- con curiosidad
-nada solo fui a pasear por ahí-
- ¿encontró algo interesante?
se queda pensativo, se le viene a la mente la joven que lo enfrente, y sonríe, el aprendiz que estaba viéndolo sonreír pensaba que el jefe frio se ha vuelto loco
- esta enfermo necesita un doctor?\, ¿porque sonríe? se va a morir?- las lagrimas caían con preocupación- que haré si usted se vas aaaaa-
-ya calmate un poco solo estaba recordando algo que vi.
el mago lo miro dudativo pero no le dio importancia al minuto siguiente, tomo un libro y empezó a informar lo que hicieron los próximos días los aprendices y las decisiones del consejo.
Consejo de magos: son magos que proporcionan el conocimiento en los aprendices y los que toman decisiones que llevan por el bien de la torre, son neutrales en guerras y no obedecen a ningún emperador o principe.
-bien eso es todo- suspira cansado el aprendiz
-puedes irte y volver a tus labores- habla tranquilamente
En el mismo instante, en ese palacio encerrado en la entrada, mientras tuvo enfrente al emperador.
Mia mi amor- con una voz intensa y llena de emoción- mi amor nos casaremos pronto, serás mi emperatriz que estarás conmigo para siempre- sonriendo con entusiasmo.
seria Mia ya no podría aguantar por mas tiempo al repulsivo y engreído emperador,el beso la mano de ella y salio de la habitación.
Cuando se marchó, Mia limpió su mano con un trapo, ese hombre estaba en mal estado de cabeza, horas antes, llegó con un ramo de rosas, diciendo que la perdonaba por las palabras de la noche anterior y que estaba planeando una boda maravillosa para ellos. Ella decidió que no iba a continuar con esto, este hombre la hizo sentirse desesperada al punto de hacerle sentir asco.
Si ella se marcha, este hombre se enfrenta a una guerra con el imperio, por lo que debía seguir el juego mientras le hace un esfuerzo para derrocarlo, si ella se marcha, este podría asesinar a personas inocentes y ella no lo permitiría.
hace aparecer la bola de comunicación del espacio dimensional
-Hola Principe, necesitare su ayuda, este atento a todas las llamadas empezaremos a coordinar el golpe para derrocar a este hombre-
le ha hecho algo señorita? ¿esta herida?- pregunto el y ella pensó porque le importaba a este hombre.
-no, no es eso, solo que este emperador quiere casarse conmigo yo lo quiera o no, pero si salgo de aqui irán en guerra, así que haré que estoy enamorada y los invitare a ustedes así pueden venir sin sospechas y podemos tenderle un trampa- el silencio se asomo en en ese instante- principe?
¿Qué quiere qué?—la sangre le hervía a Maón, ese sucio emperador que quería casarse con su prometida, el amor de su vida.
Quiere casarse conmigo, habló la voz del otro lado. Igual estaremos en contacto, alguien se acerca. Ella se colgó y él quedó allí sentado, su cara se tornó sombría, tenía el ceño fruncido y se le veía el enojo. Para poder sacar ese enojo, pidió a los soldados entrenar. Después de unos minutos, los soldados estaban cansados, ya que el príncipe tenía una aura asesina y había peleado con muchos soldados y aún no se le veía el cansancio.
El general Winston estaba mirando que los soldados ya estaban cansados, así que se acercó al príncipe y tocó su hombro.
Es hora de descansar príncipe, no querrá que los soldados no estén bien descansados para cualquier pelea que se puede originar- entonces el príncipe paro, derrotado miro al hombre que tenía frente a él, si supiera que su hija está de rehén allí en el imperio Hordio seguramente estaría corriendo a hacia ella para salvar, pero descarto la idea, no quería traicionar la confianza de Mía contando su poder.
—¿Qué ha pasado para que este así alteza?— curioso preguntó el general.
-Debería decirle que deberemos partir para Hordio cuando el maestro Mucho de la señal, al parecer el emperador planea algo y él quiere minimizar los daños a gente inocente por eso está planeando que podamos entrar de forma silenciosa- hablo este mientras se dirigían a una tienda, donde estaba el escritorio del príncipe, el cual se sentó- a partir de ahora los soldados deberán entrenar a la mañana hasta que empezamos a movernos hacia el imperio.
El general quedo perplejo por lo que le decía en en ese momento, estaba claro que ese maestro le hacia sospechoso aun, pero solo asintió.
se escucharon voces afuera hasta que alguien entro.
-Hola hermanito- el principe Shaw entro- oh hola general
-alteza- saludo el general.
-hermano que haces aqui- lo miro con una cara sombría
-oh nada solo paseaba- tocaba su mejilla mientras esquivaba la mirada- no puedo venir a ver a mi hermanito?
-no puedes estar aqui, lo sabes bien.
pues puedo soy principe también- con una voz arrogante, Maon solo lo miro suspiro
-bien pero no molestes a los soldados estamos aqui para proteger de cualquier intento de guerra, nadie te servirá como en el palacio.
-no hay problema traje a mis sirvientes y mis cosas- subió los hombros con suficiencia,
no se porque vino pero lo tendré vigilado, pensaba el principe Maon. -puedes irte estoy hablando con el general- Shaw los miro a los dos y solo salio, -General debe alistar el entrenamiento a partir de ahora no sabremos cuando iremos contra el imperio Hordiate- Winston asintió y salio de la tienda. El principe quedo nuevamente solo, pensando en ella, se le vino a la mente al emperador besándola y una vena salio de su casa, estaba enojado de solo pensar eso, no quería imaginar una escena de beso de Mia con otro hombre, que la tuviera en sus brazos mientras le daba besos, para el eso era lo que le hervía la sangre, Mia debía estar con el, no con otro hombre sin embargo no la quería monopolizar ya que seguramente seria asfixiante para ella y querría alejarse de el, ya que ella es una mujer fuerte, esos pensamientos inundaban su mente.
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-Señorita- una doncella entro a la habitación donde estaba- le llego varias invitación, su majestad el emperador ordeno que las traiga, ya que usted le gustaría salir, pero con la condición de que lleve guardias, así que me gustaría que revise las invitación y decida a cual ir- la chica era animada, aunque se veía que me mira con pena- yo la estaré acompañando en todo- sonrió.
Tu nombre cual es- mia la miro seria
-me llamo Liana-
-Mi nombre es Mia, Liana- sonrió- es difícil ser sirvienta?
-oh eso- parecía nerviosa, esa pregunta estuvo fuera de lugar ya que se volvió triste.
-Espero que me cuides- sonreí- te gustaría darme una recomendación?- ella rápidamente cambio de cara y empezó a describir las casas de donde llegaron las invitaciones, hasta que me dijo que podía ir a la fiesta de te de una duquesa. asentí y ella me dijo que vendría mañana para poder alistarme.
esa noche el emperador vino y puse en marcha el plan, actuare como si lo amara.
-oh! emperador- débil y sonrojada- me gustaría casarme con usted- lo mire- pero me gustaría conocernos mas- ojos de cachorro- estaría bien ¿verdad?
El emperador sonrió- si, si me parece bien- la doncella me aviso que irías a la fiesta de la duquesa espero que te diviertas y si alguien es hostil contigo me avisas- para mi sorpresa se lo creyó y me dio un beso en la frente
- si claro- respondió ella-¿Qué estás haciendo aquí?
Solo estaba de paso- el emperador sonrió- ahora me marcharé y espero que tengas un día maravilloso.
- Muchas gracias- respondí mientras contemplaba el cambio de humor de este emperador, quien hace unos días estaba obsesionado, no parece tan malo, pero tampoco puede dejar de experimentar repulsión de alguna manera.
La señorita Liana se marchó, me encontró con un hermoso vestido beige, me brindó la oportunidad de bañarme, alisto la cama para dormir y ella se marchó. Mañana tendría mucho que hacer, esperaba que todo salga bien.
Maira observaba a su hija con cautela.
Naiara, debes mostrar a la princesa que ella no es nada, debes permitir que la princesa tente escapar, de esta forma puedes ser la emperatriz.
Maira deseaba a toda costa poder integrarse en la familia Imperial y adquirir más poder, no le importaba en lo mínimo manipular para alcanzar sus objetivos.
Naiara observaba a la princesa mediante una puerta que se encontraba a un lado de la estancia.
"Mi hija, acérquese a ella y observe que eres la elegida para ser emperatriz, no ella, siendo una princesa raptada y descontenta".
No tenía importancia en su hija, solo deseaba el poder, aunque no se mostrara una persona villana por fuera, en su corazón solo existían los beneficios y la manipulación.
¡Saludos, princesa! ¿Cómo se encuentra este día tan especial?
Naiara dijo mientras observaba a la princesa con una sonrisa hipócrita, aunque en realidad, ella solo buscaba cómo manipular y obtener la corona para su familia.
Al observar el atuendo beige, Naiara no dejó de preguntar.
Me agrada tu atuendo princesa, pero me gustaría preguntarte algo acerca de ti...
¿Por qué no te pones vestidos más elegantes y hermosos?
Se dirigió una sonrisa que, más que de simpatía, tenía envidia por cómo se viste la princesa, solo decía comentarios hirientes para hacerla sentir incómoda.
Me agrada lo simple, la belleza se encuentra en lo que ocurre desapercibido "mientras digo esto, le otorgo una sonrisa falsa".
No obstante, no se supone que una princesa debería verse hermosa a donde va y usar vestidos extravagantes, yo creo que te ves como una sirvienta en verdad.-Me lo dice de la manera más fea posible.-Debido a que la forma en que se viste la princesa es significativa, y tu seguramente no estas a la altura de ser una futura emperatriz...
Es posible que tenga una razón, pero bueno, el emperador me hizo desposarme, no sabría que decir, digo el es el emperador no puedo cuestionar sus decisiones.
Es consciente de que el emperador es ciego, no tiene idea de quién seleccionó como esposa, solo le importa la belleza y la finura, pero no la personalidad, y la personalidad se ve en tus atuendos que sin duda reflejan la magnitud que debería tener una futura esposa del emperador.-Dijo, siendo de gran gusto al tratar a la princesa con tanta fe. El emperador se encuentra equivocado y sin duda se arrepentirá de elegir una princesa tan hermosa como tu...
Oh entonces, ¿por qué no le comunica eso al emperador? —sonrió mientras la observaba, provocando que pierda la paciencia.
Debido a que el emperador es sumamente importante como para que yo lo enfrenté por seleccionar a una princesa como usted. Tu no mereces ser la esposa del emperador, se merecía algo más, pero sin duda se arrepentirá...
Se lo dijo mientras la observaba a los ojos con un tono de poca cordialidad.
Entiendo su interrogante y su respuesta pero como ha dicho el emperador me ha seleccionado como su futura Emperatriz mía la miró a los ojos con desafío cualquiera de aquí presente espero que respete mi opinión como futura Emperatriz(mentira) usted aunque sea la Duquesa y usted hija de la Duquesa no tienen el poder suficiente como para venir a decirme a mí la prometida del emperador a decirme qué hacer. Así que con su permiso iré a disfrutar de la fiesta de el cual usted me ha invitado mía caminaba hacia su asiento mientras que la Duquesa la miraba con odio y resentimiento.
Claro que la Duquesa la miró confiada de que iba a poder humillar a mía mandó a un mozo para que este haga que se tropezó mientras que le tiraba el té encima Este mozo hizo entonces que se tropezaba haciendo caer el té sobre mía Claro que todo alrededor se fijaron en lo que había pasado y empezaron a reírse pero mía sonrió ante esto al momento siguiente el emperador entró en la fiesta de té. Claro que nadie esperaba esto ya que el emperador no era de ir a fiestas de té.
Mía empezó a sollozar, y Lu, fei preocupado, se acercó.
—¿QUIÉN HA HECHO LLORAR A MI PROMETIDA?… —— Miró al mesero con rabia—— TUUUU- el pobre mesero empezó a temblar y se arrodilló.
—Y.yoo.yoo… fue un accidente emperador, clemencia, por favor —el mesero miró de reojo a la duquesa a ver si ella hablaría por él, pero ella ha de hablar antes de que él diga algo.
—MESERO INÚTIL, ¿cómo HAS DE AVERGONZAR A TU PATRONA?— Miraba de reojo al mesero mientras pensaba (si no lo calló antes, este diré que yo le dije, debo hacer que la culpa caiga en él). —Por…
—Lu fei, no te molestes, fue un accidente, no castigues a la duquesa, solo fue un error de un subordinado de ella sollozando—. Él es una persona inocente… Se levantó y levantó al mozo: —No te preocupes, no te culpo.
—Mía… —Todos los presentes se conmovieron de ella—. Está bien, no lo castigaré, pero, duquesa, ya que fue un error de tu subordinado, le darás a Mía una compensación —ordenó él.
-em.. emperador- la duquesa temblaba-pero, pero.
- ningún pero he dicho que le darás una compensación o ¿quieres que tu familia sufra las consecuencias?
-no emperador- lo haré- esta se inclino- le mandare al castillo el dinero
-Bien- el emperador fríamente- Mia vamos- al terminar de decir esto Lu Fei alzo a Mía en modo princesa, y la llevo hasta la salida, todos los presentes miraban atónitos, como el emperador loco, mostraba cariño a una princesa desconocida. Mientras tanto la duquesa estaba que hervía de furia, miro al mozo y ordeno a su guardias sacarlo de la mansión, castigarle con latigazos primero.
En el carruaje de Lu Fei este la coloco dentro y la tapo con su capa, mientras la miraba, Mía se limpiaba las lagrimas.
-no te preocupes Mia mi amor, estoy aquí para ti- tocaba su mejilla limpiando las lagrimas de sus ojos
Mía lo miró fijamente y pensó en cómo un loco obsesionado podría comportarse de esta manera.
—Está bien, Lu Fei— está actuando sonriendo y dulce—. Iremos a casa.
Él sonrió y se aparta de ella, sentándose frente. El coche comienza a avanzar, mientras él la observa, Mía observa por la ventana.
En otro lado, Maón estaba entrenando con el Winston, no se sacaba de la cabeza a Mía, como estaría ella, con ese emperador.
—parece distraído el príncipe mientras lo atacaba—. Concéntrese…
—Lo estoy haciendo general—. Las espadas chocaban con fuerza mientras intercambiaban golpes. Cada movimiento era preciso y lleno de potencia, pero Maón no podía sacudirse la preocupación que tenía en mente. El general Winston era un buen espadachín, el general detuvo el combate y lo miró con una mirada interrogadora.
—Estás un poco tenso hoy, ¿algo te preocupa? — preguntó, dejando su espada en el suelo.
—Solo estaba pensando en su hija — admitió. Miró al general a los ojos, esperando una reacción.
Winston lo miró con sorpresa por un momento, pero luego su expresión cambió a curiosidad, levantó una ceja ante la mención de su hija, pero no dijo nada, dando a entender a Maón que debía continuar.
Su corazón latía más fuerte que nunca, pero se esforzó por no mostrar ningún signo de nervios.
—Quiero pedirle permiso para cortejarla adecuadamente— agregó. El general le dio una mirada larga y analítica, sopesando sus palabras. Finalmente, sus facciones se suavizaron un tanto, y habló con calma.
—No te mentiré, es algo inesperado—dijo, con voz firme, pero tratando de no parecer enfadado. — Pero supongo que podríamos discutirlo.
Maón se sorprendió.
Él se quedó allí por un momento, sintiéndose atrapado entre el alivio porque no lo había cortado de inmediato y el nerviosismo persistente que aún le recorría el cuerpo. Su mirada siguió a Winston, que ya había acabado su entrenamiento con su entrenamiento.
Se aclaró la garganta nuevamente, sintiendo una nueva incertidumbre. Finalmente, se atrevió a hablar.
—Entonces, ¿lo aceptaría?—La pregunta salió de sus labios con un tono de espera. Bueno, es mi prometida, pero quería pedirle bien su permiso.
El general Winston habló mientras detenía sus movimientos nuevamente y volvió a mirar a Maón, aun con la espada levantada.
—Eso depende — respondió, su tono aún serio.
—¿Qué depende exactamente?—preguntó, manteniendo su voz lo más uniforme posible. Sus ojos estaban enfocados en el padre de Mía, tratando de descifrar su expresión. Era difícil adivinar lo que estaba pasando por su mente en ese momento.
Winston mantuvo contacto visual por unos momentos más antes de finalmente responder.
—Depende de cuánto puedas ganarme con esto. — Su tono seguía siendo serio, sin rastro de burla o broma.
Por un momento, Maón solo pudo mirar al padre de Mía con confusión. Su mente estaba tratando de procesar lo que acababa de decir, completamente sorprendida. Pero casi de inmediato, comprendió lo que su padre había querido decir.
Carraspeó nerviosamente antes de volver a hablar.
—¿Me está desafiando a un duelo a espada?
—En cierto sentido, sí, respondió Winston, con un brillo de determinación en sus ojos. Aún sostenía la espada con soltura, listo para continuar si era necesario.
Él sintió cómo se le encogía el estómago ante la idea de tener que enfrentarse a su futuro suegro en un duelo, pero no se echó atrás. Su determinación para poder cortejar a Mía lo impulsó a aceptar el reto.
—Entonces, ¿eso es lo que debo hacer para poder cortejarla?—preguntó, con la voz algo temblorosa pero decidida.
El general asiente ligeramente con la cabeza, aun sujetando con firmeza su espada.
—Efectivamente— respondió, antes de colocarla adecuadamente en posición de combate. — Si puedes ganarme en un duelo, te daré mi permiso para cortejarla.
Él respiró hondo, preparándose para lo que iba a suceder. No podía creer que tuviera que luchar por el permiso para cortejar a su futura esposa, pero no iba a retroceder. Levantó su propia espada y se colocó en posición, listo para iniciar el duelo.
Su vista se enfocó en lo general, tratando de anticipar su primer movimiento. Sus nervios estaban a flor de piel, pero él se obligaba a mantenerse lo más tranquilo posible.
Esperó con tensión a que Winston hiciera el primer movimiento, y cuando finalmente lo hizo, se vio obligado a reaccionar con rapidez para bloquear el ataque.
El intercambio de golpes se volvió más y más rápido a medida que progresaba el duelo. Él hizo lo mejor que pudo para mantener el paso del general, pero supo casi instantáneamente que las posibilidades de ganar estaban en su mayoría en contra suyo.
Sus movimientos eran más desesperados en comparación con la gracia y destreza de Winston, quien aún no mostraba señales de desgastarse.
Él sentía cómo su resistencia empezaba a disminuir con cada ataque y bloqueo. Sus movimientos eran más torpes y más desesperados, mientras que el general todavía mantenía su calma y precisión. Era difícil ver cómo podía ganar el duelo sin caer primero.
Sin embargo, su determinación para poder cortejar a Mía lo impulsaba a seguir luchando, a pesar de todo.
Él siguió luchando, pero cada vez estaba más claro que el general era el claro favorito. Sus movimientos eran cada vez más lentos, sus respiraciones más pesadas. Luchaba por mantener la concentración y la energía para continuar, pero su cuerpo ya estaba agotado.
Finalmente, el general Winston aprovechó uno de sus momentos de debilidad y desarmó su espada con un fuerte golpe. Su espada cayó al suelo con un ruido sordo, y él se quedó allí jadeando con agotamiento.
El silencio cayó en el patio, interrumpido únicamente por su respiración agitada. Él se encontraba allí, derrotado y exhausto, mientras que el general aún sostenía su espada con firmeza, mostrando solo un leve signo de agotamiento. Finalmente, él levantó los ojos hacia él, esperando su veredicto. Él mantuvo su mirada fija en él por un momento más, antes de finalmente hablar.
—Lo hiciste mejor de lo que esperaba—dijo, bajando su espada y relajándose un poco.
Él se quedó allí con las emociones en conflicto, su orgullo por el cumplido de su futuro suegro entremezclado con la decepción por haber perdido.
Él finalmente se enderezó con dificultad, aun intentando recuperar el aliento. Su mirada se posó en la espada que había dejado caer, y luego se volvió hacia el general.
—Entonces, supongo que eso significa que no puedo cortejar a Mía —dijo, tratando de mantener un tono neutral a pesar de la decepción en su voz.
El general lo miró con seriedad antes de responder.
—Para nada —dijo, con un punto de satisfacción en su tono—. Puedo ver cuánto la quieres, pero necesito estar seguro de que eres capaz de cuidarla adecuadamente.
Él lo miró con sorpresa, no esperando ese giro en la conversación.
Se quedó allí por un momento, procesando lo que el general había dicho. Su mente estaba llena de preguntas, pero mantuvo su compostura y habló con calma.
— ¿Qué debo hacer para demostrar eso?—preguntó, tratando de mantener el equilibrio entre la desesperación y la dignidad.
— Tienes que demostrarme que eres capaz de protegerla, no solo de los peligros externos, sino también de las dificultades internas del palacio— Respondió Winston, con una nota de determinación en su tono.— Debes mostrarme que puedes apoyarla en las buenas y en las malas, y que la tratarás con el respeto y el amor que merece.
Él escuchó atentamente, asimilando cada palabra. No podía creer que tuviera que ganarse no solo el permiso para cortejarla, sino también demostrar su valía para estar con ella. Pero su determinación aún ardía en él, y no estaba listo para admitir la derrota tan pronto.
Él levantó la barbilla con determinación, mirando al general a los ojos.
—Haré lo que sea necesario —dijo, dejando claro cuánto significaba para él poder cortejarla.
El general Winston lo estudió por un momento más antes de asentir levemente con la cabeza.
—Eso está bien, entonces —dijo él, con un tono algo más suave—. Pero permíteme advertirte algo. Si le haces daño de alguna manera, si no cumples con tus promesas hacia ella, me aseguraré de que lo pagues caro.
Él se estremeció ligeramente ante la amenaza de su futuro suegro, pero mantuvo su expresión serena y determinada.
Él sabía que no estaba jodiendo. La protección de su hija era algo que tomaba muy en serio, y él no dudaría en hacer cumplir su advertencia si lo consideraba necesario.
Él asintió lentamente, aceptando la naturaleza seria de la situación.
—No quiero hacerle daño—dijo, con sinceridad en su voz—. Solo quiero lo mejor para ella.