El joven de sangre pura había sido encontrado por el gran gobernante, Theo. Noah Everhart nunca podría escapar de su destino.
Encerrado en la imponente presencia de Theo Langston, su cuerpo tembló involuntariamente cuando el aire se impregnó con el embriagador aroma de sus propias feromonas. El Alfa frente a él sonrió con satisfacción, sus ojos ámbar brillando con un peligroso fulgor depredador.
—No tiene sentido correr, Noah —murmuró Theo, su voz profunda y envolvente—. Ya eres mío.
Los latidos de Noah se aceleraron. No... no hay escapatoria.
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📌 BL / Omegaverse (Chico x Chico)
📌 Embarazo Masculino
📌 ¿Kitsunes?
📌 Fantasía BL
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Capítulo 12
Después de haberse bañado, Theo y Noah se recostaron juntos en la cabecera de la gran cama del dormitorio. El cuarto estaba tenuemente iluminado, con la suave luz cálida de una lámpara de noche bañando las sábanas de lino blanco. Eran ya las nueve y media de la noche, pero como acababan de salir de la ducha, ninguno de los dos tenía sueño todavía.
Especialmente Theo, quien era un alfa de hábitos nocturnos. Estaba acostumbrado a dormir cerca de la medianoche o incluso alrededor de las dos de la madrugada.
—¿Tienes frío? —preguntó Theo en voz baja, girando el rostro para mirar a Noah.
—Un poco —admitió el omega, temblando apenas bajo la fina manta, con su cabello aún húmedo cayendo sobre su frente.
Sin decir una palabra más, Theo dejó salir sus colas y rodeó con ellas el cuerpo del omega. Lo abrazó con firmeza, pero sin exagerar, con la medida justa de fuerza para que Noah sintiera el calor reconfortante de su presencia sin sentirse sofocado.
—Theo, quiero preguntarte algo —murmuró Noah mientras apoyaba la mejilla sobre el pecho firme del alfa, oyendo los latidos pausados de su corazón.
—¿Qué cosa? —preguntó Theo, acariciándole el cabello con calma.
—Después de los cien días... ¿cómo es que esta gema sagrada pasará a tu cuerpo?
Theo tardó un segundo en responder. Bajó la mirada, observando los ojos sinceros de Noah, y soltó el aire lentamente.
—Saldrá de tu cuerpo por sí sola, Noah. Luego, la gema sagrada volverá a entrar en el mío —dijo con tranquilidad, aunque por dentro no sentía ni una pizca de paz.
—¿Seguirás siendo un ser espiritual? ¿O te convertirás en humano completamente? —insistió el omega—. Según un libro que leí con Caleb, los seres espirituales pueden volverse humanos si plantan la gema sagrada en un humano durante un tiempo determinado. ¿Esa leyenda es cierta?
¡Crack! Algo se tensó dentro de Theo. Su expresión cambió, aunque lo disimuló bien. Era como si Noah estuviera leyendo directamente su mente, acercándose peligrosamente a la verdad.
Como si estuviera a punto de poner en riesgo todo.
"¡Maldición! ¿Qué libro han leído? Tengo que destruirlo..." pensó Theo, sintiendo que el control que tenía comenzaba a resquebrajarse.
—No lo sé —respondió finalmente, con voz calmada, mintiendo con maestría—. Lo que sí sé es que un ser espiritual puede volverse humano si encuentra a su verdadero amor. Un humano que lo acepte tal como es. Un beso bajo la luna llena puede transformarlo en humano.
Había inventado esa historia sobre la marcha. Algo que sonara hermoso, casi poético. Una fantasía con final feliz... sin la sombra de la muerte.
Porque para Theo, el verdadero amor no existía. No para alguien como él. Y si Noah llegaba a saber que él moriría dentro de cien días por la gema, probablemente haría hasta lo imposible por cambiar el destino. Rompería las reglas. Y entonces, Theo sería quien moriría.
Esa desconfianza, esa certeza del instinto alfa de que no debía permitir que el omega supiera demasiado, era lo que lo impulsaba a vigilarlo todo el tiempo.
—¿No quieres ser humano, Theo?
—Por supuesto que sí, Noah. Pero tengo los pies sobre la tierra. No hay manera de que un humano me acepte sinceramente.
—¿Y si yo lo intentara? —preguntó el omega en voz baja, sin vacilar, mientras lo miraba con ojos transparentes, llenos de convicción.
Silencio... Eso fue lo que hubo.
Theo no respondió de inmediato. Solo lo observó con una expresión que se debatía entre la sorpresa y algo más oscuro, más profundo... una emoción difícil de descifrar.
Sabía que las emociones humanas eran frágiles. Fáciles de moldear con una historia triste, un par de palabras bonitas y un rostro atractivo...
Acarició suavemente el rostro del omega con los dedos, delineando la curva de su mejilla, y luego usó una de sus colas para acercarlo aún más.
—No bromees, Noah. Esto trata sobre mi vida.
—No estoy bromeando, Theo. Como dijiste, el amor se puede construir. No tenemos que terminar este matrimonio al cabo de los cien días. Podemos hacer que sea para siempre.
—Ah... —Noah jadeó, sorprendido, cuando Theo eliminó toda distancia entre ellos y lo besó con fuerza, como si esas palabras hubieran hecho saltar una cuerda dentro de él.
Fue un beso más profundo, más intenso, más atrevido que aquel primer beso que compartieron. Sus feromonas se alborotaron al instante, llenando la habitación con una mezcla embriagante de deseo reprimido y necesidad primaria.
Sí, Noah había abierto su corazón a este alfa desde aquel momento en el Bosque Lunar, cuando Theo lo protegió, cuando se puso entre él y el peligro sin dudarlo, cuando lo sostuvo en sus brazos con ternura.
Las colas se aflojaron y lo soltaron poco a poco, mientras Theo se inclinaba sobre él, cubriendo su cuerpo con el propio, eliminando cualquier espacio que quedara entre ellos. Su feromona alfa lo envolvió por completo.
Theo dejó salir por completo su forma espiritual. Sus ojos brillaban intensamente en un tono amarillo dorado, y sus colas se movían con vida propia, como si respondieran a su deseo incontrolable.
—¿Cómo podría temerte, Theo? Si tú fuiste quien me salvó la vida —susurró Noah, en un tono suave pero cargado de significado.
—Entonces, dame nuestra primera noche... Entrégate a mí, Noah —murmuró Theo, rozando sus labios contra los del omega.
—Ahh~ —gimió Noah, pues ni siquiera tuvo tiempo de contestar. Theo volvió a tomar el control con la misma fuerza que le caracterizaba como Alfa.
Lo besó con desesperación, devorándolo, mientras levantaba sus brazos por encima de la cabeza y los sujetaba suavemente con sus colas. Su cuerpo se encendía al contacto con el del Omega, y sus manos comenzaron a desabotonar la camisa de Noah, uno por uno...
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