Casada por dos años con un hombre que pensaba que la amaba, pero luego este le fue infiel y decidida se divorció, se fue del país y comenzó otra vida lejos de ese mal recuerdo.
Sin imaginar que se encontraría con un problema...
Viviendo en otro país, lo primero que hizo fue ir a un bar, tomar quién sabe cuantos tragos de tequila y un par de margaritas, termina teniendo una aventura de una noche y luego se fue sin decir una sola palabra.
Después de ello su familia busca casarla, pero antes la hacen firmar a ella y futuro esposo un contrato el cual establece que sí alguno de los dos era infiel, el divorcio sería inmediato y además de tener que pagar una indemnización que era el equivalente al valor de ambas empresas familiares.
Firmaron. Ella trataba de olvidar aquella aventura, mientras que él buscaba con desesperación hacerle saber a ella que él era el hombre al que le había dado el mejor sexo de su vida y que su aventura no es un error, si no un perfecto error.
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Capítulo 21
NARRADOR OMNISCIENTE
Miraba desde su portátil aquella transmisión hecha por el periodista que había contratado de encubierto, para que fuera sus ojos y oídos, que reuniera toda información relevante sobre su hermano y la mujer que estaba con él en ese momento. Verlos juntos, besándose lo hizo enfurecer porque no había logrado separarlos, ni mucho menos con el video que le había mandado de su hermano teniendo sexo con una mujer desconocida.
Nada de lo que hizo dio resultado. Esos dos estaban juntos nuevamente y no separados como él quería. Los siguió viendo, el enojo y la frustración se habían apoderado de él, cerró la portátil furioso. Se levantó de la silla de escritorio, tomó su teléfono y marcó un número.
—Investiga quién es la mujer con la que mi hermano tuvo la aventura esa noche. Consigue su nombre y apellido, sí puedes también su dirección, quiero hacerle una visita—. Terminó la llamada y suspiró pesadamente. Miró por la ventana de su oficina casi vacía, había papeles tirados en el suelo por todos lados, el ambiente se sentía pesado, triste y patético, se podía percibir el olor al llanto y la desesperación.
El edificio en el que él se encontraba había sido declarado embargado y listo para ser derrumbado. Pero él seguía viniendo al lugar, tratando de recuperar lo que por años, generaciones de su familia habían trabajado. No iba a permitir que el patrimonio de su familia se fuera al abismo.
En ese momento decidió que nada ni nadie, lo iba a detener. La imagen de su hermano besando a la mujer, nuevamente lo hizo enojar, su hermano no merecía nada, merecía lo peor y claro que lo iba a conseguir. Miró las nubes cubriendo el cielo, sin dejar ver el sol. Era relajante ver aquello.
Después de un rato se retiró de la oficina y del edificio antes de que alguien se diera cuenta de que estuvo allí. Se llevó sus cosas consigo y antes de salir dijo:
—Algún día recuperaré este lugar, no voy a descansar hasta conseguirlo—.
Se fue del lugar antes de que alguien lo descubriera.
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DMITRI
Apenas logramos quitarnos de encima a los reporteros luego de haber besado por un tiempo a Sofía, quien ese momento no estaba para nada contenta, pero entendió casi de inmediato la razón de mi cometido. Jayden se deshizo de los reporteros y entre estos había un espía que Rhaegar había enviado con la intención de provocar un mayor problema entre Sofía y yo.
Estando en el auto, Sofía miraba por la ventana muy callada, muy quieta, no decía nada y ni siquiera me miraba.
Hubo un incómodo silencio que se veía ligeramente opacado por el ruido del auto siendo conducido por mí, que perduró el resto del camino hasta que ese silencio se rompió por Sofía.
—¿Qué pasó con tu Madre luego de que la demandaste?—Era una pregunta que muchas veces ignoré de gente que solo quería saber para inventarse una historia, pero nunca lo conseguían. Con Sofía era distinto, ella era diferente a todas las mujeres que a lo largo de mi vida me preguntaban lo mismo que ella me preguntó en ese momento.
—Mi Madre... desapareció luego de que la declararon culpable, la encontraron en Noruega y después huyó a Ámsterdam, y bueno... finalmente ella se fue a Egipto, y desde entonces no sé dónde está. Y por supuesto que no me importa, solo espero que no me moleste nuevamente, pero tengo la sensación de que ella hará lo que sea para amargarme la vida y a ti por ser la madre de mi hijo.
—Qué conveniente...—Dijo con ironía.
—Lamento haberte besado, era la única manera en la que iban a dejarte en paz, ahora tienen mucho que escribir esos fastidiosos reporteros—. Sofía se rio de lo que dije.
—No te preocupes, entendí por qué lo hiciste en ese momento. No hablemos de eso, cuando lleguemos al departamento de Elsa.
—No te voy a prometer nada, eres mi esposa—. Ella rodó los ojos con fastidio.
—No soy tu esposa, y no te pases.
—¿Qué? Eres la Madre de mi hijo y tengo derechos sobre ti—. Ella suspiró pesadamente, negando con la cabeza.
—Eres un maldito dolor de cabeza...—Murmuró.
—Te ves muy hermosa, con tu sudadera gris con esos jeans...
—Deja de parlotear y sigue conduciendo. Tengo náuseas de solo oírte, tu voz me marea—. Ya no dije nada, seguí conduciendo hasta que finalmente llegamos al departamento de Elsa.
El edificio era enorme, unos doce pisos o más. Bajamos del auto y entramos al edificio, el interior de este era sencillo, las paredes eran blancas, el piso estaba alfombrado y al dar vuelta había un elevador, Sofía presionó el botón para subir y entramos al elevador, la puerta se cerró y ella dijo:
—No hace falta que me acompañes.
—Quiero hacerlo, eres mi mujer—. Ella me miró con fastidio, estaba molesta, pero no dijo nada.
—Déjate de estupidez y cuando llegue al departamento, quiero que te largues, te avisaré cuando sea la próxima ecografía.
—No quiero esperar un mes para verte, quiero verte cada día, cada segundo, porque te amo—. Ella me miró con desconcierto y lo que dijo me dejó sin palabras.
—¿No te das cuenta de que por culpa de tus acciones y tu falta de honestidad nos separaron? ¿Acaso crees que...?—La tomé de la cintura y la atraje hacia mí, ella me miró con los ojos abiertos, su sorpresa era algo predecible, pero poco me importó, la tomé de la barbilla y la besé.
Al principio se resistió, terminó cediendo y nos dejamos llevar por el momento. Sus labios eran tan suaves y tersos, tal y como los recordaba, mientras disfrutaba de ese beso, pronto este se vio interrumpido por una bofetada en mi cara.
Sofía me miró y dijo:
—Nunca más, vuelvas hacer eso. Tú y yo nos somos nada, lo único que nos une a ti y a mí es nuestro hijo y nada más—. El ascensor se detuvo y Sofía salió de él sin decir una palabra.
En cambio yo estaba feliz por mi cometido.