Tras quedarse dormida en el baño de su casa Blair se despierta en un lugar completamente desconocido y peor aun se había dado cuenta que se encontraba en el cuerpo de una extra en uno de los libros que leyó.
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12: Sorpresa
—No sabes lo preocupada que estaba. — Aelin observa cómo su madre toma su mano preocupada. —Pensé que algo malo te había pasado.
—No te preocupes, madre, estoy bien. El emperador pudo ayudarme.
—Muchas gracias por ayudar a mi hija. — El general hace una leve reverencia enfrente de Magnus.
—No es nada, me alegra que la señorita haya llegado sana y salva a su casa. — Aquella conversación se vio interrumpida ante el grito de la madre de Aelin.
—¡Qué es lo que te pasó! — Aelin de inmediato se tapa el cuello, no esperaba que su madre viera aquellas marcas que Magnus le había dejado en el cuello.
—N-no es nada. — Mira a Magnus disimuladamente. —Madre, estoy cansada, quiero ir a dormir.
—Muchas gracias por traer a mi hija, su majestad. — El general nuevamente hace una reverencia. Magnus suspira, dando una última mirada a la chica antes de retirarse junto a sus guardias.
Después de dos semanas, Aelin se encontraba conversando en el jardín con Alethea, quien había venido a visitarla para contarle los detalles.
—Entonces, tu padre no aceptó.
—Aunque no acepte, quiero romper el compromiso. — Aelin sonríe orgullosa al ver que Alethea sigue manteniéndose firme en su postura de romper el compromiso con el príncipe.
—Es bueno que sigas manteniendo esa postura.
Ambas sonríen tomando su té.
Aelin se despide de Alethea, quien sube a su carruaje. La chica bosteza; había olvidado comentar ese asunto con Magnus para ayudar a Alethea a romper ese compromiso. Pero primero tenía que conseguir algo, y eso era el té anticonceptivo. Sin embargo, tendría que hacerlo a escondidas de su familia, ya que sabe lo que podría pasar si se llegara a saber. Cuando estaba a punto de subir al carruaje, su hermana Celia apareció.
—¿Dónde vas?
—Quiero ir a dar una caminata por la ciudad.
—Justo a tiempo, yo quiero ir a comprar algo. — Celia sube al carruaje y esta sube respirando profundamente. El carruaje se detuvo enfrente de una hermosa tienda de pasteles. Hace semanas que ha estado intentando salir en busca de ese té. Sin embargo, cada vez que estaba a punto de subir al carruaje, su hermana decía que tenía algo que hacer y la terminaba acompañando.
"A este paso, creo que no será necesario ese té."
Suspira apoyándose en el carruaje y cruzando de brazos.
—Dime, Celia, ¿por qué me has estado siguiendo durante estas semanas? — Ante las palabras de Aelin, Celia desvía la mirada.
—No te hagas la que no escuchó mi pregunta. Dime por qué me has estado siguiendo todos esos días. — Se acerca al rostro de su hermana mirándola fijamente. Celia traga saliva, viéndose acorralada.
—Ma... mamá. — Ante aquellas palabras, se aleja, esperando que Celia continúe.
—¿Qué tiene que ver mamá en eso?
—Ella sospecha que podrías estar en relación con alguien. Mamá no es tan tonta para creer que esas marcas que tenías en el cuello eran porque abejas te habían picado. Así que me pidió vigilarte, en especial si te acercabas al emperador. — La chica suspira; después de todo, su madre no era tan tonta para creer el cuento que le había inventado.
—¿Por qué cree que estoy en algo con el emperador?
—Porque justo ese día que él te rescató llegaste a casa con picaduras de abeja. Además, todo el mundo sabe la reputación que tiene el emperador como mujeriego. Solo teme que caigas en el encanto de ese hombre. — Celia se acerca tomando la mano de Aelin. —Sé que hace tiempo me dijiste que habías estado con un hombre. No es el emperador, ¿verdad? Además, tomaste ese té, ¿no?
—Eso he estado tratando de hacer, pero tú no me dejas ni respirar.
—¿Qué tiene de malo? Ya sé que has estado con alguien. No es la gran cosa que sepa que buscas esa cosa. — Celia suelta la mano de la chica haciendo un puchero. —Además, no respondiste mi pregunta. Ese hombre no era el emperador, ¿cierto?
— Si te lo digo quien no me asegura que se lo digas a mamá.
— Sabes que no lo haré, esto es un secreto entre nosotros dos.
— ¿Entonces que pasaría si te dijera que he estado con él, no solo una vez sino dos y no he podido tomar ese té durante todo ese tiempo. — Celia casi se desmaya ante lo dicho.
— Entre tantos hombres tenía que ser emperador.
— Oye dijiste que no ibas a juzgar.
— Nunca dije eso, sabes lo mujeriego que es ese hombre, además sabes que si mamá y papá saben eso no solo te mataran sino a mi también. — Celia toma a la chica del hombro empezando a sacudir. — Debemos encontrar ese té.
Muy pronto el carruaje cambio de dirección deteniéndose enfrente de una tienda de hierbas qué se encontraba fuera de vista de cualquier persona que le gusta hablar.
Al llegar al lugar, un anciana atendió a ambos dando a la chica lo que buscaba y Celia aprovechando decidió llevar también por si acaso.
Al regresar a la mansión Aelin hizo que su doncella personal le preparará el té, en silencio sin que nadie lo supiera y se lo tomó.
— Es asquerosa. — Siseo tras tomar el té, sin embargo no pasó mucho tiempo después de tomar el té y comenzó a sentir un malestar en el vientre y aquel malestar pronto se fue convirtiéndose en un dolor insoportable que trataba de soportar.
«No recuerdo que tomar anticonceptivos tenía que sufrir ese dolor» Piensa para sí misma mirando a sus padres que se encontraban cenando al frente de ella y luego mira a su hermana que se encontraba al lado de ella.
— Aelin cariño te notas pálida, ¿Te encuentras bien?
— Estoy bien padre. — Aunque intentaba soportar el dolor, parecía imposible.
«Mierda duele como un Carajo».
— He terminado creo que me retiraré para descansar. — Sus padres asienten y ella se levanta apoyándose en la mesa, camina despacio apretando su vientre intentando de alguna manera aliviar ese dolor.
Sin embargo pronto su vista comenzó a ponerse borrosa y sin darse cuenta terminó cayendo en el suelo desmayada.
— ¡Aelin! — Escucho la voz de su familia preocupados ante de quedarse completamente inconsciente.
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Abre los ojos encontrando el techo de su habitación y al lado estaba el doctor revisándola mientras que su familia parecía ansiosa esperando la noticia del doctor.
— ¿Cómo está ella? — preguntó el general junto a su esposa.
— Afortunadamente la señorita Aelin se encuentra estable, casi pierde el bebé al consumir ese té, pero afortunadamente el bebé está bien. — Ambos padres seguían asintiendo, hasta que la palabra bebé hizo Clic en su cabeza.
— ¡Bebé! — Preguntan ambos al unísono.
gracias por compartir tu talento 🫂✨🌹✨🪻✨🌷🍀