Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 12
En unos cuantos kilómetros, veo que ya no estamos dentro de la ciudad, le digo angustiada — a donde vamos?… no me mira ni me reponde, es como si fuera solo.
Después de una hora, llegamos a una casa de campo súper hermosa, estaciona el auto y me dice — bájate… me toma del brazo y me lleva con él hacia el interior de la casa, trato de záfame pero es demasiado fuerte, aún cuando soy gorda, él me triplica en fuerza.
Llegamos a una habitación muy hermosa, estando allí, me lanza sobre la cama y dice — desvístete… lo miro con mucho miedo, trato de bajarme de la cama, pero él me toma de un pie y me acerca, mientras tanto se quita el saco y la camisa dejando a plena vista su cuerpo tonificado; luego se quita el seguro del cinturón y empieza a desvestirse completamente, mientras lo hace trato de huir pero él me atrapa y rompe el vestido que llevo puestos, las únicas palabras que salieron de mi boca fueron — era nuevo… su mirada es fuego, literalmente está convertido en un demonio.
Después hace una maniobra perfecta quitandome la ropa interior, he luchado con todas mis fuerzas, pero él ha desarrollando una súper fuerza, no soy capaz de huir.
Cuando me quedo quieta el dice — así está mejor Mariana… pone mis manos encima de la cabeza, abre mis piernas, se pone en medio de ellas y empieza a besarme, cada espacio que besa, hace que mi piel responda con deseo, no se que me pasa, pero este hombre produce en mi más de una reacción, lo odio completamente.
Después de besarme y acariciar cada rincón de mi cuerpo, se acomoda, poniendo su miembro entre mis piernas, me dice — mírame Mariana… niego con la cabeza y él con una mano hace que mi mirada quede al frente de la suya, y en ese momento empieza a entrar en mi, su mirada se vuelve un poco más cálida y las lágrimas empiezan a correr sobre mis mejillas, con la mano que tiene presionando mi rostro, empiezs a secar las lágrimas, una vez adentro dice — después de esto eres completamente mía Mariana… gimiendo empieza a moverse lento, haciendo que mi corazón se acelere, no entiendo porque mi cuerpo reacciona a él si se supone que lo odio.
Estoy si tiendo tanto placer con sus movimiento que siento como algo estalla dentro de mi, quedando exhausta, pero el continúa moviéndose hasta que hace un gemido y cae encima de mi pecho, se queda unos cuantos segundos y después se levanta sin decir nada y entra al baño.
Aprovecho que no está para tomar la sabana que está ahí y me cubro, mientras lo hago veo una mancha de sangre, me da mucha vergüenza y empiezo a quitar ese acolchado para lavarlo, estando en eso él sale con una toalla en su cintura dejándome ver los tatuajes que tiene, en específico una araña que tiene en su costado derecho, la observo con cautela mientras él se seca la cabeza, luego me mira y dice — que haces?… no soy capaz de mirarlo y repondo — es…. esque tiene una mancha de sangre y voy a lavarlo… se acerca, toma el acolchado de mis manos y dice — no quiero que lo hagas, déjalo así mientras estemos aquí… miro su brazo y le digo — cuánto tiempo nos quedaremos acá?… me lo quita de las manos y dice — hasta que me tenga que ir… me siento en la cama y le digo — por qué señor?… mientras abre un clóset que hay en la habitación dice — por qué que? Y deja de llamarme señor, soy tu esposo… con la cabeza mirando el piso digo — por qué consumar este matrimonio falso?… saca una pantaloneta negra y mientras se la pone dice — por el simple hecho de que eres mi esposa ante la ley y eso no hace un matrimonio falso… cada vez lo entiendo menos, así que le digo — usted sabía que yo era… él sonríe y dice — Virgen? Si, tus padres me dieron tu diario, por eso también supe lo de Fernando… me levanto de un salto y muy enojada le digo — cómo se le ocurrió leerlo, ahí exprese mis más grandes sentimientos, temores y dolores, no tenía ningún derecho… me fui hacia donde el estaba tan enojada que empece a lanzar golpes, él me toma de la muñeca, se me cae la sábana y me acerca a él diciendo — con el derecho que me dio comprarte… me pega de nuevo hacia su cuerpo y empieza a besarme, cada caricia es electricidad dejándome a su completa disposición.