Un Omega Disfrazado~

Mientras tanto, en la empresa Lancaster, Cassian revisaba los informes mientras escuchaba a su padre hablar sobre un problema con los servidores principales.

—Si esto ya ocurrió una vez, el equipo de planificación debe extraer los datos y priorizar la limpieza. El área de desarrollo está sobrecargada —explicó Demian con seriedad—. El cambio de servidor debe programarse lo antes posible.

Cassian asintió, pasando las páginas del informe con agilidad. No era la primera vez que su padre intentaba involucrarlo en los asuntos empresariales.

—Cuando te gradúes, tendrás que asumir tu lugar en la empresa —exigió Demian con un tono autoritario.

Cassian suspiró. Ya había aceptado esa condición a cambio de que su padre le proporcionara información sobre la familia de Elliot.

—Lo sé —respondió con calma.

Demian lo miró con una mezcla de interés y diversión.

—¿Sigues creyendo que tu plan funcionará?

—No lo sabremos hasta intentarlo —dijo Cassian sin dudar—. Pero si este método funciona, podremos averiguar más sobre la relación de Elliot con los Vancroft.

Demian soltó una risa baja. Su hijo era tan calculador como él.

Después de salir de la empresa, Cassian hizo una parada en la boutique de lujo donde había encargado los zapatos y las joyas para Elliot. Se aseguró de que fueran piezas elegantes pero no exageradas, adecuadas para su omega.

—Aquí tiene su pedido, joven maestro —dijo el dueño de la tienda al entregarle la caja—. ¿Es para su pareja?

Cassian sonrió con diversión.

—Por supuesto.

El comerciante tragó saliva. Había oído rumores de que el asistente personal de Cassian era un omega con una apariencia… peculiar.

—Tiene un gusto muy interesante, joven maestro… —comentó con cierta cautela.

Cassian ignoró la insinuación y salió de la tienda con una expresión de orgullo. No le importaba lo que dijeran los demás. Elliot era suyo, y pronto el omega lo entendería también.

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En otro lado...

Celine lloriqueaba frente a su madre mientras sostenía su vestido con evidente frustración.

—Mamá, ¡esto tiene que arreglarse! —sollozó.

—Tranquila, para el gran día, tu vestido estará perfecto —Ross suspiró, acariciándole la cabeza con resignación.

Ya no tenía energía para seguir discutiendo con su hija sobre su dieta.

—¿No estás enojada? —preguntó Celine con sorpresa.

—¿Acaso me harías caso si lo estuviera? —respondió Ross con ironía—. Solo me preocupa tu salud.

Celine se quedó en silencio cuando su madre le señaló las estrías en su piel.

—Si sigues aumentando de peso de esta manera, podrías desarrollar enfermedades. No será fácil deshacerte de esas marcas después…

El miedo se reflejó en los ojos de Celine, quien murmuró que haría dieta.

—De acuerdo, llamaré al diseñador para que arregle tu vestido. Por cierto, ¿Elliot está contento con el suyo?

Ross iba a mandar llamar a Elliot, pero Cassian, que había estado escuchando desde la puerta, se adelantó.

—¿Cuándo llegaste? —preguntó Ross con sorpresa.

—Justo cuando la gorda empezó a llorar —dijo Cassian con una sonrisa—. Iré a ver a Elliot.

Sin más, salió con los regalos en la mano, dirigiéndose al área de los sirvientes.

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Frente a la habitación de Elliot, Cassian llamó suavemente a la puerta.

—Elliot… —su voz sonó más baja de lo habitual.

Desde dentro, Elliot lo escuchó. A pesar del mareo, se apresuró a abrir.

—¿Joven maestro? ¿Por qué has venido? Debería haberme llamado…

Cassian no respondió de inmediato. Su mirada se fijó en el rostro de Elliot, notando que los restos del polvo negro en su piel estaban desvaneciéndose, dejando entrever su verdadera apariencia. Pero lo que más llamó su atención fueron los ojos enrojecidos del omega.

—¿Has estado llorando? ¿Quién te hizo derramar lágrimas? ¡Dímelo ahora mismo! —Cassian frunció el ceño, irradiando una presión dominante.

—¡N-no es eso! —Elliot se alarmó—. Solo me siento un poco mareado…

Cassian ni siquiera le dio tiempo a protestar. Soltó el paquete que llevaba y lo cargó en brazos, llevándolo a la cama con facilidad.

—Si te sientes mal, deberías haberme avisado —reclamó con fastidio.

—No es nada grave… —Elliot se llevó una mano a la frente—. Me pasa seguido. Es por el accidente que tuve. Perdí todos mis recuerdos de la infancia después de eso…

De repente, levantó la vista y se encontró con la mirada seria de Cassian.

—Joven maestro… —su voz tembló ligeramente—. ¿Acaso nos conocíamos antes?

Cassian se quedó en silencio. Su mirada se oscureció mientras sus dedos acariciaban distraídamente la muñeca de Elliot.

—¿Por qué lo preguntas?

Elliot dudó. Aquel recuerdo fugaz había sido demasiado nítido.

—No lo sé… pero cuando vi la foto de su familia, sentí que… algo me faltaba.

Cassian sonrió, aunque no era una sonrisa cálida.

—Quizás solo estás imaginando cosas, Elliot.

Pero Elliot no estaba convencido. Algo en la forma en que Cassian lo miraba, en la forma en que su presencia le resultaba familiar, le decía que esa no era la verdad.

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