Después de que su esposo le fue infiel con su mejor amiga, tuvieron un altercado. Todos la creían muerta, pero ella volvió con más fuerza dispuesta a vengarse de todos los que le hicieron daño.
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Vivir o morir
Arap, ya hablé con el guardia del panteón, nos va a hacer el paro, abriremos la tumba hoy a las ocho.
Por fin sabremos si Roxana está ahí, porque la verdad, nadie vio su cuerpo.
Tiene que ser con la mayor discreción posible, dijo Germán a modo de aclaración.
Ya lo sé, imbécil, no soy un idiota.
Germán le lanzó una mirada de odio, "un día de estos días me vengaré de ti", pensó.
Esa misma noche, Arap, Germán, y otro esbirro, llegaron al panteón a la hora convenida.
Empezaron a buscar entre las tumbas, buscaban afanosamente la de Roxana, no sabían su ubicación, solo que había sido enterrada en ese lugar.
Rápido, que tenemos el tiempo contado, los urgió Arap.
Diez minutos después dieron con la tumba de Roxana.
Empezaron a cavar, pero cuando ya iban a la mitad...
¡Policía!, manos arriba, no intenten nada o disparamos.
Pero como Arap no era de los que se dejaban pescar, respondió a la policía disparando y huyendo en el acto.
Los tomó por sorpresa, pero respondieron al ataque, y corrieron detrás de ellos.
¡Alto, deténganse!, pero los hombres no hicieron caso. Pronto llegaron a su auto, pero Arap, antes de subir disparó a las llantas del coche de la policía.
Uno de los policías memorizó las placas. "Estos no se saldrán con la suya, como que me llamo Jesús Montesinos".
Oye, ¿pero viste que uno de los hombres es Germán, nuestro ex colega?
¿Estás seguro?, preguntó Jesús.
Oye amigo, si tengo una cualidad es precisamente que no se me olvidan las caras, Samuel Pérez era muy buen fisonomista.
Entonces, daremos con él tarde o temprano, él tiene tiempo que abandonó la corporación, ¿y ahora se dedica a delinquir?
Pues está claro, ¿no?, más claro ni el agua.
Pero, ¿quién le paga a este hombre?
Eso lo averiguaremos también, de eso puedes estar seguro.
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Sharon fue a buscar a Esthercita a la escuela, la vio jugando con otras niñas.
¡Esthercita!, le habló.
¡Tía Sharon!, dijo ella alegremente.
Hola, pequeña, solo vine a decirte que al rato que salgas voy a pasar por ti para llevarte a comer un helado, ¿te apetece?
Sí, tía, me gusta mucho el helado.
Ya está, pequeña. Pórtate bien, al rato regreso.
Sharon deseaba con toda el alma decirle a Esthercita que ella era su madre, pero por el momento no podía hacer eso. Ya que, echaría todo a perder, su vida dependía de permanecer callada.
"Debo ser fuerte", se dijo.
Se retiró de ahí, al caminar varios pasos hacia su auto, alguien le apuntó por la espalda.
Quieta, cualquier movimiento en falso te costará la vida, ahora vas a subir al auto de manera natural y vas a manejar a donde yo te diga.
Está bien, no dispare, por favor. No me haga daño.
Si haces lo que te diga, nada va a pasarte. ¡Vamos, sube al auto!
Sharon no opuso resistencia, se subió al auto y manejó por casi tres horas, pronto llegaron a un terreno baldío, el tipo la obligó a bajar, y luego le dio un golpe en la cabeza.
Acto seguido subió al auto y enfiló con rumbo desconocido.
Sharon se quedó tirada en ese lugar en despoblado. Al parecer, no había nadie que pudiera socorrerla.
Lo bueno es que no había sol, las nubes lo cubrían por completo.
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Hola Karina, ¿y mi tía Sharon?, dijo que vendría por mí.
No la he visto, si quieres, esperamos un rato a ver si viene.
Ella es muy puntual, mejor vámonos, dijo Esthercita.
Está bien, sube al auto, el chofer nos espera.
Esthercita estaba muy triste porque su tía Sharon no había ido por ella. Estoy segura que algo le pasó, Karina, porque ella siempre cumple lo que promete.
A lo mejor tuvo otras cosas que hacer y no pudo venir, esperemos a que ella nos diga, ¿sí?, Karina trataba de no hacerle más incómodo el momento.
Está bien Karina, la voz de la niña denotaba la tristeza que sentía porque su tía Sharon no le cumplió.
Al llegar a casa, ella se fue corriendo a su cuarto.
Espera, Esther, vas a comer.
Desde su cuarto gritó, ¡no tengo hambre!, y cerró la puerta.
En la cocina... ¿Qué le pasó a Esthercita?, ¿por qué está enojada?
Paula, ¿desde cuándo acá te preocupas tú por la niña?
Que yo no quiera a esa señora en esta casa, no quiere decir que no quiera a la niña; sí la quiero, pero tenemos que seguir las reglas.
Sí, se me olvidaba que tú siempre sigues las reglas. Dijo Karina en tono de burla.
Karina, ¿no crees que es mejor llevar la fiesta en paz?
Pues yo no tengo ningún inconveniente. Y ahora, si me perdonas, le voy a llevar de comer a la niña.
Paula solo se encogió de hombros.
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La noche caía en completa calma, solo se escuchaban los grillos y uno que otro pajarillo.
Una mujer permanecía tirada en pleno monte. Al parecer estaba muerta, pero como era muy común, por ahí no pasaba mucha gente.
Quiso la Providencia que tiempo después pasaran unos campesinos.
Vieron a Sharon y se compadecieron de ella, la subieron a la carreta, y la llevaron hasta una choza donde vivían ellos, a las afueras de la ciudad.
Toñita, Toñita, quiero que cheques a esta mujer, por favor. Aún no sabemos si está muerta.
Póngala en la cama, inmediatamente la checaré.
Toñita era una yerbera, algo parecido a un doctor, pero como no tenía estudios se dedicaba a curar a la gente con remedios naturales.
Ella le empezó a checar el pulso. Esta mujer está viva, aún respira. Déjenme sola con ella, la voy a checar bien.
Al quedar a solas con Sharon... Pero mujer, ¿quién te golpeó? El que lo haya hecho te golpeó con saña.
Ella le puso algunos remedios en la cabeza, sudaba copiosamente.
Ay, estás ardiendo, criatura.
Sharon permaneció varias horas entre la vida y la muerte.
