Segunda parte de casualidad o destino, en donde se relata lo que paso con Carlos y Liz después de que supimos de ellos, relatando como el pasado puede volver afectándonos, no solo a nosotros, sino a nuestros seres más queridos, además de mostrar, como es obligación de los padres apoyar a sus hijos, para que no paguen los errores cometidos por estos.
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EL DIA DEL JUICIO
El día del juicio ha llegado, todos los involucrados se presentan en la corte, Carlos, Yamileth, Kenia, y Victoria, acuden con los licenciados Angélica y Francisco en su lado, viendo a un Luis en silla de ruedas, con collarín, y la cabeza vendada, como si hubiera sufrido un accidente, al ver esto los espectadores, se quedan sorprendidos, con una pisca de duda en sus rostros, como si supieran algo.
La voz de un oficial, se hace escuchar pidiendo que se pongan de pie, para recibir al juez Eduardo Montero.
Juez:
Tomen asiento
Encargado de sala:
Señor Juez, tenemos el caso del Sr. Luis Mendoza, en contra de las señoras, Victoria Mendoza, Yamileth Ortiz, la señorita Kenia Mendoza, y el señor Carlos Cruz, por los delitos de Agresión con arma blanca, complicidad,
traición, fraude, robo de propiedad, falsificación de documentos, así como alienación parental.
Juez:
Tiene la palabra el abogado del demandante.
Lic. Cerecero:
Señoría, tenemos pruebas para demostrar, que mi cliente fue atacado brutalmente, por el señor Carlos Cruz, cuando mi cliente visitaba inocentemente, una cafetería con su hija y el novio de esta que resulta ser el hijo del demandado, el cual a su vez contacto a las señoras Victoria y Yamileth, las cuales alienaron parentalmente a la hija de mi cliente, con un testamento falso en donde especifica que la casa de mi cliente es herencia de los padres de la acusada con ayuda de su tía paterna, por lo cual exigimos, que los acusados paguen a mi cliente, con el 100% de la microempresa del señor Carlos Cruz, así como manutención por parte de las señoras Yamileth Ortiz y Victoria Mendoza, de por vida equivalente al 50% de sus ingresos presentes y futuros en caso de que estos aumenten. Es cuánto.
Juez:
Defensores, su alegato de defensa.
Lic. Angélica:
En lo correspondiente a materia civil, el demandante firmo un contrato en donde se enfrentaría a mi cliente en un acto deportivo con la condición, de que si perdía el encuentro, este dejaría de involucrarse, directamente, con el hijo de mi cliente y de amenazar con ser una carga para su hija, toda la vida para que no pudiera ser feliz hasta el día de su muerte.
Lic. Cerecero:
Objeción, no hay prueba de que mi cliente haya amenazado a su hija con algo así o que dicho contrato haya sido firmado por voluntad propia.
Juez:
Denegada, continúe abogada.
Lic. Angélica:
Se tienen las pruebas de las cámaras de seguridad, las cuales cuentan con audio y muestran al demandante decirlo con cinismo, y aceptando los términos expuestos en este mismo, por propia voluntad. Es cuanto
Juez:
Lic. Cereceros, ¿tiene algún testigo?
Lic. Cereceros:
Llamo al Sr. Luis Mendoza.
Oficial:
Jura decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.
Luis:
Lo juro.
Lic. Cereceros:
Dígame Sr.: Luis, ¿conocía usted al Sr. Carlos Cruz con anterioridad?
Luis:
Si fue novio de mi hermana hace años.
Lic. Cereceros:
¿Cómo era la relación con el señor, cuándo fue su cuñado?
Luis:
Muy mala, él me amenazó y siempre quería golpearme.
Lic. Angélica:
Objeción, es improcedente para el caso
Juez:
A lugar.
Lic. Cereceros:
Sr. Luis, el día que lo golpearon, ¿Fue obligado a firmar algún contrato?
Luis:
Si
Lic. Cereceros:
¿Usted pudo leer el contrato?
Luis:
No
Lic. Cereceros:
¿Practica o ha practicado usted algún deporte de contacto?
Luis:
No. Nunca lo he hecho
Lic. Cereceros:
No más preguntas
Juez:
Abogada su testigo.
Lic. Angélica:
Señor Mendoza, afirma usted que fue obligado a firmar, ¿podría decirme como fue obligado?
Luis:
Me amenazaron que si no firmaba y lo enfrentaba me golpearían entre él y sus hijos.
Lic. Angélica:
Sr. Luis, ¿Usted alguna vez le dijo alguno de mis clientes que su abuelo le enseño a boxear?
Luis:
No, jamás.
Lic. Angélica:
No más preguntas.
Juez:
Abogado Cereceros, alguna otra pregunta que quiera hacerle al testigo.
Lic. Cereceros:
Si señoría Sr. Luis, ¿El inmueble que habitaba hasta el día que lo golpearon, de quién es y como lo obtuvo?
Luis:
Es mío, lo heredé de mis suegros
Lic.
Cereceros: ¿Tiene usted el testamento que lo avala?
Luis:
Si
Lic. Cereceros:
No más preguntas.
Juez:
Abogado su testigo.
Lic. Francisco:
Luis, usted asegura que el inmueble es suyo y que tiene el testamento para comprobarlo, ¿Podría decirme exactamente cuándo se hizo la lectura de este y quienes lo acompañaban?
Lic. Cereceros:
Objeción está guiando al testigo
Juez:
Denegado responda.
Luis:
No
Lic. Francisco:
Usted informa que su hija lo rechaza porque su exesposa y su hermana, le dijeron que el inmueble es de ella, dejado por sus abuelos, y por lo mismo se ha alejado de usted ¿es cierto?
Luis:
Si
Lic. Francisco:
No más preguntas.
Uno a uno los acusados van pasando, respondiendo a las diversas preguntas, contando, sus propias versiones, las cuales eran congruentes entre sí y adversas a las de Luis en su totalidad, ante los hechos el juez pide pruebas que los denuesten.
Juez:
Abogados, ¿tiene alguna prueba que sustente sus alegatos?
Abogados:
Si
Juez:
Preséntenlos.
Los abogados presentan, los testamentos, los cuales parecen idénticos en las firmas, además de los videos de la cafetería, donde se muestra como Luis, firma, voluntariamente, el contrato y donde se oye claramente los insultos, amenazas y exigencias de este mismo, hacia los demandados.
El juez analiza, los testamentos, notando, junto a ellos, el análisis de los peritos, en donde hacían notar, que el testamento de Luis era más nuevo que el de Yamileth.
Juez:
Por las pruebas mostradas, encuentro a los demandados inocentes, y al demandante culpable, por los cargos de, abuso infantil, amenazas, falsificación de documentos y perjurio; lo sentenció a pagar una compensación de $3, 000,000 de pesos en total a las víctimas, más el costo de la representación legal, en máximo 30 días o a pasar 30 años de cárcel, se cierra la sesión.
Al escuchar la sentencia, Luis se pone pálido, al no tener como pagar, tal cantidad, ya que ni con sus ahorros, podría llegar a la mitad de dicha cantidad, por lo que es arrestado de inmediato.
Cereceros, al ver perdido el caso y que no recibirá pago alguno, decide abandonar a Luis a su suerte.
Luis:
Cereceros ayúdame, has algo.
Cereceros:
Olvídate de mi niño mimado, ya no tienes con que pagarme.
Luis:
Me ayudas o le diré a los presos, todo lo que sé de ti e irán por ti.
Ante la amenaza de Luis, Cereceros presenta, una solicitud de apelación, para reducir, la sentencia.
Llegada la fecha, el juez Eduardo, concede una modificación para que pague su deuda, concediendo arresto domiciliario.
