Roisin

Siempre pensé que Peter coqueteaba y que sus intenciones conmigo eran claras. Lo veo como mi único amigo aquí, pero no tenía idea de que sus sentimientos por mí, habían nacido mucho antes de que nos conociéramos. Me siento mal por no sentirme capaz de corresponderlo, porque siendo honesta, lo único que siento por Peter es atracción física, me gusta como es conmigo y su amistad es lo único que me importa en este momento. Declan fue claro esta tarde, quiere que sea feliz y también quiere la felicidad de su hijo adoptivo. El problema es que, no sé si algún día me sentiré capaz de querer a alguien más.

Acaba de decirme que si no logro quererlo se alejara de mí. Puedo vivir con eso siempre y cuando pueda verlo y sea parte de la vida de Aiden, porque se aferró a mi embarazo y a mi hijo como si fuera parte de su familia y no estoy dispuesta a perder eso también.

—Peter, eres el único amigo que tengo aquí y no me gustaría que tomes distancia. No quiero que te alejes y dejes de hablarme porque me sentiré perdida y sola en esta enorme casa. No puedo prometerte nada, ahora solo tengo para ofrecerte mi amistad. Solo puedo pensar en mí y en Aiden, y aunque creas que no estoy logrando olvidar a Alexander, lo estoy logrando día a día, con esfuerzo. Pero esto, —Toco mi vientre con la otra mano. — es un recordatorio constante de que el existe y que me ha hecho daño.

Asiente, su mirada es más relajada ahora. Las palabras que dijo le han quitado una carga enorme y lo puedo ver en sus ojos.

—No hace falta que me mientas, sé que aun sientes cosas por él y como te dije hace un segundo, te daré tiempo para olvidar, para sanar y te prometo que no te diré mas nada con respecto a mis sentimientos. Pero también quiero que cuando llegue el momento me des una oportunidad y juro que hare todo lo que esté a mi alcance para tenerte y hacerte feliz como lo mereces. Pero si no pasa, te dije que me alejaría de ti. Yo también necesitare sanar lejos, tomando el lugar que me corresponde en Chicago. ¿Podemos bajar? Tu padre ya debe estar molesto conmigo por la tardanza, es muy estricto con los horarios y ya vamos diez minutos tarde. — Dice mirando su reloj.

Bajamos la escalera y antes de que lleguemos al final el nudo en mi garganta me ahoga. No quiero que se vaya tan lejos, pero tampoco puedo ser egoísta. ¿Me atrae? Claro que sí, es hermoso y sincero pero no puedo jugar con sus sentimientos porque aún no tengo claros los míos.

—¡Pensé que no bajarían nunca! ¿Por qué demonios se tardaron tanto?

Peter tenía razón, mi padre está molesto y la mirada que le da a mi acompañante no me gustaría que me la de a mi cuando se enfurezca.

—Lo siento, Papá. Peter subió a buscarme pero tuve un pequeño mareo y le pedí que me espere unos minutos hasta que se me pasara. No es su culpa, no lo regañes.

La cara de Declan se suaviza y avanza los tres pasos que nos separan para tomar mi mano. Peter sonríe por la mentira que acabo de decirle a mi padre y suelta mi brazo con delicadeza para alejarse.

—Gracias Peter. —Él se va y sale por la puerta de entrada con un cigarrillo sin prender entre sus dedos. — Vamos cariño, tengo que presentarte a algunas personas importantes de nuestra organización.

Agradezco a mi sentido común por elegir mi calzado. Estar de pie últimamente se volvió una pesadilla.

Veo mí alrededor, y... no veo a ninguna mujer. Todos son hombres en trajes elegantes, desde ancianos hasta jóvenes de mi edad. Todos ellos son amables, se presentan, dejan un regalo para mí y felicitan por el siguiente heredero de la familia Prescott.

Me asombran los regalos que me ofrecen, y no es porque nunca haya visto cosas como estas, solo que me sorprende que me los den a mí, soy una desconocida. Joyas, cuadros y lo más loco hasta ahora, son un título de propiedad en Italia y un lujoso jate que cuenta con helipuerto. Esta gente está loca.

Son pasadas las ocho de la noche y al fin nos acercamos al último hombre que nos queda por saludar. He escuchado con atención los nombres de cada uno, cuales son los territorios que manejan para mi padre, si voy a estar en este mundo, tengo que aprender.

—Edward, veo que elegiste el mejor lugar para descansar del viaje.

El anciano debe tener al menos ochenta años más o menos. Tiene el cabello blanco y está junto al fuego, sonríe con amabilidad y le tiende la mano a mi padre.

—Ya estoy viejo para soportar tanto tiempo de pie, hijo. –Me observa y la calidez de su mirada me agrada más que las que tuve la obligación de recibir durante la última hora.- Tu hija es más hermosa de lo que pensé, Declan. Si no fuera porque ya estoy casi pudiéndome te pediría su mano para que reine Chicago conmigo.

Declan, se ríe con gracia por las ocurrencias del anciano y este lo acompaña.

—Cariño, él es Edward Harris. Es quien tiene el control de chicago hasta que su remplazo esté listo en unos meses.

—Y espero que sea pronto, porque después de cincuenta años me lo merezco. Declan, espero que no tomes como una ofensa la demora de mi nieta, me avisaron mis hombres que su auto tuvo un inconveniente pero que ya estaba en camino. Ya sabes. Los accidentes suceder en la calle, más en estas zonas tan alejadas de toda civilización.

Tomo nota. A mi padre no le gusta que lleguen tarde y hacerlo es una falta de respeto.  

Disimuladamente busco con la mirada a Peter, no esta aqui. Se supone que es el heredero de mi padre y por eso deberia estar cerca. ¿No? No me siento del todo comoda rodeada de tantos hombres y mucho menos con las miradas indiscretas que algunos de ellos me muestran. He pillado a mas de uno observando mi vientre abultado despues de haberme sonreido. Si Declan se diera cuenta de eso, estoy segura de que mas de una cabeza terminaria tirada en el patio trasero de la mansion.