Maktub

Capítulo 12

Al día siguiente Emir salió a correr, tenía todo el tiempo que duró en Bagdad sin ejercitarse. Mientras corría pensaba en cómo su vida había cambiado de una manera radical, estaba casado. Pero también pensaba en Elisabetta que haría cuando se enterara de la verdad

Mientras tanto Kala estaba poniéndose bonita para bajar e ir afuera, tenía ganas de caminar sobre la hierba verde que cubría la casa. Se había maquillado para darse ánimos, los pasillos de la casa estaban vacíos. Al parecer ella había despertado muy temprano

Se quitó sus mocasines y comenzó a caminar sobre el, la propiedad era enorme. De pronto escuchó un silbido, era Khaled que estaba con su Halcón un regalo que le había hecho Anatoli.

—Salam Aleikum.—saludó Khaled

—Aleikum Salam, no quise interrumpir. Me llamó la atención el sonido, dudaba que fuera un Halcón.—se disculpaba Kala y bajaba la cabeza

—Si lo es, me lo regaló un amigo alla en el Cairo. Dice que tiene un significado muy importante para las personas como tú.—le decía Khaled

—Si, simboliza el alma del Muyahid, (un combatiente de Dios) cuando muere se eleva para posarse en las ramas de Hom o árbol del paraíso.—le explicaba Kala

—Vaya interesante, si no les temes quieres que pose en tu mano.—la invitaba Khaled

—No debería hablar contigo, si mi esposo se da cuenta puede castigarme.—respondió Kala con cierto temor

—¿Quién Emir? Claro que no él es perfecto, y muy bueno. Además tengo entendido que su matrimonio solo es un arreglo, que tú no le interesas.—dijo Khaled, ella sabía que lo que decía era verdad.

Decidió acercarse a él, Khaled le dio el Halcón, ella ya había tenido uno en su casa que era de su hermano. Sin duda era una ave majestuosa, anhelaba algún día, que ella pudiera convertirse en un ave para poder ser libre.

Mientras Kala admiraba el Halcón, y convivía con Khaled, el se comportaba de una manera encantadora con ella. Khaled pensaba que Kala tenia un rostro muy dulce, era diferente pero muy bonita.

En eso volvía Emir de ejercitarse, observó que su hermano platicaba con alguien. Además no sabía que tenía una nueva mascota, se acercó para saber quién era. Se quedó en shock al contemplar la mujer que estaba con su hermano

—¿Kala?.—preguntó Emir, ella lo observó aterrada

—Smahli(perdón).—respondió Kala y bajó la cabeza

—Tranquilo hermano me estaba explicando el significado de los halcones para su religión.—intervino Khaled, ella le entregó el majestuoso Halcón y se retiró con la mirada abajo.

—Kala, espera!.—le gritó Emir

—Es muy hermosa, una vez más te felicito hermano.—decía Khaled

Emir estaba perplejo, era la primera vez que la miraba. Pero Khaled tenía razón, era hermosa, tenía un rostro muy bello, no solo era bella por fuera también por dentro.

Kala entró corriendo a la casa y subió directo a su habitación. Mahtob se alarmó al verla correr, la quiso alcanzar pero era muy rápida. Llego hasta su habitación y llamó a su puerta

—Kala, ¿Qué sucede?¿Puedo pasar?.—preguntó Mahtob

—pase.—respondió Kala

—Salam Aleikum.—saludó Mahtob

—Aleikum Salam.—respondió

—¿De que huías?.—preguntó Mahtob

—Salí allá afuera, y me encontré con un muchacho. Tiene un halcón y me lo prestó, le estaba explicando el significado. Llegó mi esposo y me llamó por mi nombre, no quiero que vaya a malinterpretar.—respondió Kala

—Tranquila, no va a decir nada. Él es su hermano Khaled. Mi hijo menor hizo un nuevo amigo y le regaló ese halcón porque sabe que él nació en el Cairo. Emir no es como los hombres musulmanes. Pero cambiando de tema, te gustaría vestirte menos cubierta, vamos probemos algo de esa ropa que te regalé. Además que piensas si salimos a conocer la ciudad, aquí no hay reglas.—le explicaba Mahtob, ella le sonrió

—De acuerdo.—aceptó Kala dejarse guiar.

A Kala le agradaba mucho la compañía de Mahtob, la convenció de usar unos jeans y una blusa holgada color blanca. Su siguiente aventura sería ir a conocer la ciudad. Kala se miraba en el espejo, Mahtob le cepilló el cabello y le hizo una coleta. Se sentía como el cariño de su madre

—Por Allah, ¿Esta segura que Emir no me devolverá?.—preguntaba Kala

—Claro que no, eres una mujer joven, así deben vestirse las mujeres de tu edad. Aquí tendrás una nueva vida. Además mi hijo, aseguró que no habría nada entre ustedes. Así que no temas de él, mejor conviértete en su amiga.—le aconsejaba Mahtob

—Me da tranquilidad escucharlo.—respondió Kala, ella también había vivido aterrada por el matrimonio, solo de pensar que se llegara a casar con un hombre igual que su padre

Mahtob y Kala iban de salida, las interceptaron Zeynep y Aysel. Así que las cuatro decidieron salir juntas para mostrarle la ciudad e ir de compras.

Kala se sentía extraña, jamás había salido sin su burka a la calle. Estaba experimentando una especie de libertad que le había sido negada todos esos años de su vida. No pudo contener sus lágrimas, eran de felicidad y de esperanza

—¿Qué sucede Kala?.—preguntó Zeynep, todas voltearon a verla

—Siento que al no usar el burka, quitaron mis grilletes y mis cadenas. Me siento muy bendecida por haber llegado a su familia.—respondió

—Eres parte de nuestra familia, te cuidaremos como una hermana y conociendo a mamá te cuidará como una hija. Nosotras te ayudaremos en todo para que tu vida sea mejor.—decía Zeynep

—Exacto, te ayudaremos. Ahora debemos enseñarte a hablar italiano, a conducir y todo lo que se te ocurra.—le decía Aysel

—Yo al igual que tú no sabía muchas cosas, aprendí todo lo que no teníamos permitido en la tierra que nos vio nacer. Pero poco a poco descubrirás que es lo que te gusta y todo lo que decidas hacer nosotros te apoyaremos.—le decía Mahtob

Llegaron al centro de la ciudad, Kala estaba maravillada por todo ahí. Los hombres que pasaban la observaban, pero no le daba importancia, para ella era como nacer de nuevo. Lo más bonito de ella era que se prestaba para conocer y aprender todo. Zeynep le ayudaba a elegir ropa más de acuerdo a su edad, un corte de cabello siempre ayuda. Y las cuatro fueron a hacerse un facial, por primera vez probaba la comida italiana, todas esas sensaciones eran un bálsamo para todas sus heridas del pasado

Mientras tanto Emir estaba en el hospital atendiendo a sus pacientes, pero no dejaba de pensar en Kala. No podía apartar de sus pensamientos, la sonrisa y la luz que irradiaba su mirada. Todo había sido tan rápido que no se dio la oportunidad de ver quién se encontraba debajo del burka

—Doctor lo busca la señorita Elisabetta Lombardo.—le dijo su asistente

—Si ya no hay citados, hágala pasar por favor.—respondió Emir

—No doctor ya terminó por hoy, en seguida la hago pasar.—respondió su asistente, Elisabetta sentía una enorme ansiedad por ver a Emir

—Me alegra verte.—saludo Elisabetta, se acercó para acariciar su cabello y besar la mejilla de Emir con un singular deseo

—A mi también.—respondió Emir

—Al parecer no tanto, me quedé preocupada ayer que Zeynep me llamó para cancelar la reunión, pero no me dijo cuál era la causa. ¿Todo bien?.—preguntó Elisabetta

—Elisabetta sé que había hablado contigo de darnos la oportunidad de tener una relación, pero por el momento debo posponerlo.—decía Emir

—¿Por qué?—pregunto

—Me casé.—respondió Emir

—Debe ser mentira. Estás bromeando conmigo, Emir no estoy entendiendo nada.—le decía Elisabetta

—Es un matrimonio temporal, me metí en un lío y puedes corroborarlo con Ibrahim. Pero mientras esté casado con ella, no puede haber nada entre tú y yo. Te quiero y te respeto, así que no te haría una ofensa como esa. Cuando la devuelva podremos intentarlo.—le explicaba Emir

—No es justo, te he esperado toda mi vida. Te casaste con otra, ¿cuánto tiempo según tu?.—preguntó Elisabetta

—Son cuatro años, su padre puso el plazo y el precio. Ella es iraquí, si no me casaba con ella los dos estaríamos muertos.—respondió Emir

—Crees que en cuatro años, no llegues a enamorarte de ella. Y más si viven como marido y mujer.—decía Elisabetta con un nudo en la garganta

—No ha pasado nada entre ella y yo, ella tiene su habitación y yo la mía, además no habrá nada entre nosotros, pero debo cumplir con mi obligación y respetarla. Sabes que no soy como todos los demás hombres, me gusta cuidar de mi imagen.—se excusaba Emir, ella se arrojó a sus brazos

—Te he amado toda mi vida.—se confesaba

—No quería lastimarte, todo a su tiempo.—respondió Emir

Ella no esperaba esa contestación de su parte, Elisabetta era caprichosa y no se daría tan fácil por vencida. Tenía que mantener a Emir alejado de esa mujer, para evitar que hubiera una cercanía entre ellos

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