Jarrón Maldito

Christopher miró expectante a Bai Ze por lo que tenía que decir.

-¿Qué es?- Preguntó un poco más serio, debido a la tardanza de Bailey, toda esa tensión lo ponía muy ansioso.

-Tuve una visión...- Dijo apenado, de solo recordar la visión, su cuerpo sentía escalofríos.

-¿Ahora?- Chris se sintió un poco indignado de que Bai le haya ocultado eso.

-No, ayer, cuando... cuando de nuevo tuviste una manifestación de Huangdi.- Bai Ze se sentía culpanlr de haberle ocultado algo así.

-Entonces sí te intenté lastimar...- Chris estaba algo molesto.

-Tú no, fue Huangdi.- Intento explicarse Bai.

-Pero es mi cuerpo...- La molestia de Chris era ahora más que nada hacia sí mismo por haber sido incapaz de controlar su cuerpo como debería.

-Sobre eso debo hablarte.- Dijo de manera insegura Bai Ze.

-Dime...-

-Es muy tarde para detener la posesión, la energía de Huangdi se ha mezclado muy rápidamente con la tuya, si no detenemos la posesión, tu energía vital será totalmente consumida y perderás cualquier rastro de humanidad... y no podrás reencarnar.- Bai Ze estaba preocupado, para alguien que era inmortal y conocía bien la reencarnación, perder esa posibilidad era la muerte definitiva.

-¿Y cómo detenemos la posesión?- Preguntó Christopher, cada vez más asustado con las palabras de Bai Ze.

-Debes morir... yo soy demasiado débil, e incluso si recuperara mi fuerza, si intento separar sus energías, acabaré matándote y de todas maneras no podrás reencarnar.-

Christopher se quedo en silencio, analizando todo lo que Bai Ze acababa de decir, su entendimiento debía ir más allá, se preguntó tantas cosas en tan solo un instante, como si su vida hubiera pasado frente a sus ojos.

-Entiendo... entonces debo morir, ¿no? Hoy fue una despedida...- Tal vez era el shock que hacía ver a Christopher como si se estuviera tomando bien las cosas, pero en el fondo la angustia y la ansiedad lo consumían.

-Lo siento... me di cuenta demasiado tarde.- La culpa consumía por dentro a Bailey, se sentía tan insignificante por ser débil y no poder salvar a Chris en ese momento. Y es que siempre se había sentido así, el ser benevolente lo volvía débil en comparación a otras criaturas, no servía de nada tener habilidades mágicas si no se sentía capaz de usarlas.

-Está bien, mátame...- Dijo Chris con seriedad, ya lo había decidido, prefería eso a ser controlado por Huangdi y lastimar a los demás, era algo que ya no tenía otra solución, pero a pesar de todo eso, no podía evitar pensar en todo lo que había pasado esos días, habían sido eternos y demasiado intensos, como si de pronto hubiera vuelto a vivir.

-¿Q...qué? No, no puedo, debo encontrar otra solución... tal vez si espero un poco...- La voz de Bai Ze sonaba quebradiza, no esperaba que todo avanzara tan rápido, no entendía que estaba pasando, no podía matar al hombre que amaba, no después de haber vuelto a amar , después de una traición. Bai Ze no quería que Christopher muriera, quería que esos pocos días con él se volvieran eternos, quería estar con él por siempre.

Pronto lo comprendió, era el destino, su destino era estar con Christopher después de acabar con todo lo que se les interponía, la vida eran muchos ciclos y ellos ya se conocían, por eso se amaban.

-Si eso es lo único que me salvará, lo haré.- Dijo Christopher más decidido, la idea de perder su humanidad y que después de esta vida no exista nada le aterraba tanto como la idea de que Huangdi tomara su cuerpo por completo.

-Christopher, no tienes que hacer esto...- Bai Ze sentía que quería llorar, que quería gritar desesperadamente.

-¡Mátame Bai Ze!¡Que me mates!- Le gritó Christopher. Ya consumido por la ansiedad, terminó levantándose y yendo por un cuchillo a la cocina.

Cuando regresó, le entregó el cuchillo a Bai Ze, dispuesto a que este lo matara.

Bai Ze tomó inseguro el cuchillo y se acercó con este siendo sostenido por ambas de sus temblorosas manos, que comenzaban a sudar por los nervios.

-No... No puedo, lo siento...- Finalmente su voz se quebró, incluso en su sabiduría, no entendía cómo tan pronto pasó de un hermoso día a una noche aterradora.

-Bailey, estaré bien...- Tomó el cuchillo e intentó cortar su propia garganta, pero se detuvo de golpe, como si hubiera perdido el control de su brazo y no pudiera contra su propia fuerza. -Huangdi, hijo de puta.-

Christopher comenzó a batallar contra la fuerza de Huangdi que evitaba a toda costa que este se matara, Bai Ze observó esto con desesperación y lanzó un último y débil conjuro para disipar la manifestación del emperador, sentía que se arrepentiría de eso pero ya no podía hacer más que eso, sentía un enorme vacío en su corazón.

Christopher se puso frente a Bai Ze y le sonrió, como si se estuviera despidiendo, ahora entendía bien lo que debía hacer, debía proteger a Bai Ze de Huangdi y de Hu Li Jing, su propósito iba más allá que solo esta vida, siempre estuvo cuidando de Bai Ze, no solo en esta vida, sino que siempre, era el espectro de sus sueños que llevaba siglos enamorándolo, siendo parte de sus anhelos y por fin en está vida había podido estar con él, por fin lo había podido liberar.

-Te amo... nos veremos, lo prometo, siempre te estare cuidando.- Sin titubear, Christopher pasó el cuchillo por su garganta, haciendo que la sangre salpicara para todos lados en la habitación.

Bai Ze corrió hacia Christopher para sostener su débil cuerpo agonizante, sus manos pronto quedaron manchadas de sangre al igual que la ropa que ambos llevaban puesta, había entendido, esta vida ya había pasado para Chris, él estaba muerto.

Chris era la energía que siempre lo cuidó dentro de su cautiverio, la voz que durante años le dijo que lo salvaría de esa eterna soledad. El jarrón siempre había estado cerca de Chris porque su destino era estar juntos incluso después de ser liberado.

Bai lloró desconsoladamente, no podía evitar sentirse mal, pero ahora también él entendía lo que debía hacer.