Corro cansada y ya sin fuerzas la verdad es que ya no puedo más estoy completamente agotada y casi desmayada los golpes aún me arden, pero lo tenía que hacer nos separamos mientras huimos y después de un rato me doy cuenta de que al menos que nos separemos nos van a atrapar, corro al bosque y veo a la persona frente a mí, niega, pero después de mucho discutir le entrego algo seguro y escapa mientras que sigo distrayéndolos miro a la nada sonriendo satisfecha, porque solo alguien que sabe que es vivir la traición de parte de dónde menos lo esperas sabe lo que es proteger y cuidar a la única persona que sí estuvo allí.
Yo solía ser una princesa de esas que viven en una burbuja y quieren todo lo que pide, una chica que creía tener su vida perfecta, una joven que creía en un príncipe, en un cuento de hadas en el amor bonito, pero después de solo conocer el dolor te aferras a una rosa que sabes que aunque te va a pinchar quieres tener su aroma, o con el fuego que es asombroso pero te quema
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migajas
Odette.
Los días siguen y no ha habido más pruebas, solo salgo a pasear a diario con catrina y Alek después del desayuno salimos a un parque donde juro que parece otro, después la pequeña traviesa se antoja de helados o dulces y siempre vamos por ellos, parecemos una familia de tres, la pequeña catrina quiso comprar unos vestidos y quería que fuesen igual y sí, había tanto para ella como para mí, pero el vestido en la talla adulta era un poco escotado y hacía notar un poco mis marcas y este disgusto a Aleck cuando nos vio salir de la tienda hasta un mini parque mecánico que estaba en ese centro comercial, mientras catrina corrió a los juegos con uno de los guardias Aleck me tomó de las manos, su cara reflejaba molestia, su mandíbula apretada lo delataba.
—Aleck si te molesta o me veo mal puedo cambiarme, sí— dije con preocupación y negó.
—Te ves hermosa, pero esas marcas me hacen darme cuenta lo animal que soy — dice y niego
—Tú no las hiciste Aleck, son por las pruebas.— digo para calmarlo.
—Pero una vez yo las provoqué, que puedo hacer para hacerte sentir mejor, no me pidas que te libere, por favor — dijo y puse un tierno puchero.
—¿Qué, quieres que te libere?— preguntó con su mirada afligida y asentí.
—Sí, ahora mismo me quiero liberar encima de ti mi demonio— dije con mis ojos llenos de deseo y era que este hombre me había vuelto una completa pervertida, cualquier palabra que salía de su boca, yo la entendía con doble sentido, estaba muy mal, los ojos de Aleck cambiaron la nostalgia y se llenaron de deseo y sonrió de lado.
—Entonces te quieres liberar —pregunto pícaro.
—Encima de ti, ahora mismo si se puede.— dije mandando la vergüenza muy lejos.
Aleksander tomó mi mano y me llevó directo hasta el baño, con una seña que le hizo a dos gorilas, se pusieron en modo centinela y entramos, él revisó y estábamos solos, enseguida ataqué los labios de mi demonio y los disfruté, me encantaba tanto besarlo.
Sí, loca, de mente, masoquista que más apelativos usarían para mí, no importa los merezco, mi pecado era amar a este hombre porque así lo sentía, este ser que me trataba tan mal y de repente me lanzaba un rocío de cariño.
Yo estaba totalmente rota, porque no le soporte a mi novio de años un simple chupón en su cuello y a este hombre no lo podía detestar, le decía que lo odio, pero esas palabras llevaban un te amo oculto por la pasión con que se lo decía.
Abrí su camisa y fui directo a su pecho, su olor me enloquecía, pasear mi lengua por el relieve de su cuerpo me fascinaba, Aleck me subió en el mesón de espejos junto a los lavabos y allí levanto mi vestido acariciando mis piernas en el camino, besándolas y mirándome con deseo, con hambre.
Me aferré a su cuello cuando me puso en posición para hundirse en mí, era tanto mi deseo que no me fijé cuando su pantalón y bóxer bajaron, me aferré a él y caí en su amigo, en esa cosa tan parecida a su brazo que me llenaba por completo, grité al sentir el punzón y me besó para evitar mis gemidos altos, el roce era alucinante la entrada y salida de cada embestida me hacían desearlo más y más.
—Es esto lo que querías conejita— preguntó lleno de deseo y asentí gimiendo de placer por lo que hacía.
—Mi conejita traviesa, me encanta que no te importe el lugar mientras me necesites en ti— seguía diciendo con cada embestida mientras tiraba mi cabeza hacia atrás.
—No sabes cuánto me odio por desearte a cada instante— le confieso con algo de rabia y sonríe triunfante.
—Cuando pase eso, cuando desees mi cuerpo, cuando necesites que me sumerja en ti, solo dilo, nada importa más que tú, coneja insaciable — dijo embestida tras otra.
—Eres mi reina, eres mi vida, ahora coneja hechicera, te deseo tanto como te odio y te odio por eso, odio querer tenerte, odio querer marcarte en mi piel, odio no ser un ángel para ti como lo suelo ser y no esta bestia que conoces— dijo con rabia en su voz y eso acentuaba más cada una de sus embestidas.
—Me gusta este demonio, me gustó lo que eres y lo que haces, porque lo haces tú, mi demonio, mi… Aleksander — grité bañándolo y liberándome como tanto quería, obviamente él lo hizo también, me abrazó y sin una pica de vergüenza, me sacó en brazos después de haberme llenado como quería y después de arreglar nuestras ropas salimos bajo la mirada de las pocas personas que esperaban poder entrar, solo me reí en su cuello y este susurró a mi oído.
—Eres mía coneja y ni pagando tu deuda te voy a dejar en paz, porque mi paz eres tú.— me llevó al auto y entramos tal cual, yo estaba en ese momento en sus brazos, la pequeña fue llevada en otro vehículo mientras él besaba mi cabeza y olía mi cabello abrazado como par de novios, yo lo amaba, lo adoraba como los insectos que van hacia la luz que aunque es hermosa, les hace daño, pero ellos igual van hacia ella y mueren felices, eso era yo, iba directo a lo que me rompía.
—Señor y señora, llegamos— avisó el chófer al bajarnos en la academia de baile, allí yo era aún más libre y él me veía y disfrutaba hacerlo, era un hombre muy ocupado, pero el tiempo de catrina y mío era sagrado para él.
El tiempo siguió pasando y seguíamos haciendo el amor, saliendo a comer, a bailar, a pasear como tontos, yo ya estaba irrevocablemente atada a él, no había acción de él que me hicieran bajarlo de dónde estaba, ya me había tratado mal y lo ignoré, que podría hacer para que yo ya no lo quisiera como lo hago.