María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Dedicaba todo su tiempo a fastidiarla
Victoria checó los papeles, al parecer todo estaba en regla, pero ¿dónde estaba su amiga? ¿Por qué no le había avisado de dicha venta?
Yo no he visto a mi amiga ella es la única que puede decir si sí o si no. Necesito checar bien todo eso, oiga; dijo Victoria que no estaba muy nerviosa.
Mire, señorita, nosotros no somos ningunos improvisados, pero le voy a dar una semana para que desalojen todo; llévese todas sus cosas nomás no se lleve lo que es de la empresa.
Y diciendo eso los tipos se fueron.
Vicky se quedó muy preocupada pensando en Elena. ¿Qué habrá pasado para que rlla haya tomado una decisión así? No tenía ni la más remota idea. En ese tiempo no la había visto.
Convocó una junta urgente.
Buenas tardes, comenzó a decir.
Por causas ajenas a mi voluntad, esta empresa pasará a otra nomenclatura. Los que se quieran quedar pueden hacerlo, pero tienen que esperar a que los nuevos dueños decidan si los quieren aquí o no. Incluso si se quieren ir tendrán que esperar a que los nuevos dueños los liquiden.
Por mi parte es todo, créanme que para mí también fue una sorpresa. Pero lo hecho, hecho está y ya no hay nada que hacer ante lo inevitable. Gracias por su comprensión.
Los trabajadores se mostraron inquietos ante el futuro incierto que se les presentaba.
Vicky había decidido abrir su propio negocio. El dinero que Elena le había transferido aún estaba en el banco. Moisés no tenía ni idea de eso. Así que Vicky haría uso de ese dinero para crear su propia empresa.
Una semana después, los tipos regresaron. Liquidaron a la mayoría de los trabajadores y aceptaron a los que habían decidido quedarse.
A Vicky también le habían dado su finiquito. Con ese dinero y el que tenía en el banco abrió su empresa dos meses después.
Varios de los trabajadores que tenía se unieron a ella.
Como ya la conocían, su empresa fue creciendo, y al cabo de un año era muy conocida en muchas partes por su dedicación y esfuerzo.
A Elena no la había visto en todo ese tiempo. Un día se presentó en la casa donde vivía con su suegra, pero eran otros dueños.
"¿Qué habrá sido de Elena?", se preguntó.
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Leticia por fin se decidió a interponer una demanda en contra de su esposo por bígamo. En todo ese tiempo no se había decidido.
Pero ahora estaba más decidida que nada a hacerse valer.
Sin más ni más, se presentó ante el juzgado de lo penal.
Ahí le tomaron la declaración, gracias, nosotros le avisamos en cuanto sepamos algo.
La policía se movió rápido y empezaron a buscar a Moisés.
Llegaron a la casa donde vivía Leticia con él.
Buenas tardes, estamos buscando a Moisés de la Vega.
El señor nos vendió la propiedad, no sé a donde se pudo haber ido.
¿Y estaba solo o acompañado?
Iba con su esposa y su madre. Es todo lo que sé.
Gracias.
Con la ayuda de un detective empezaron la búsqueda a conciencia.
Ese hombre no se escapará de la ley, dijo uno de los policías.
Oiga, el hombre los detuvo cuando se dieron la vuelta para irse.
A decir verdad, a mí se me figuró que tenía amenazada a la chica. No se veía bien. Parecía como marioneta.
Gracias por la información. La policía seguía buscando.
"Seguro que la chica que va con él es la "otra", dijo uno de los policías, "pero que ganas de echarle a perder la vida a estas damas".
Por desgracia, existen toda clase de alimañas.
La búsqueda fue incansable, pero al parecer, el tipo se había hecho ojo de hormiga.
Moisés no tenía idea de que lo estaban buscando.
Se fueron a vivir a otra colonia un poco alejada, pero en el mismo rumbo.
Prácticamente, tenía secuestrada a Elena. Había truncado todas sus esperanzas de crecer aún más en su profesión.
Ella hacía lo posible por escapar de las garras de su "esposo", pero este la tenía vigilada en todo momento, ya que con la venta de la casa y de la empresa de Elena, no necesitaba trabajar por el momento y dedicaba todo su tiempo a fastidiarla.
La tenía como sirvienta, además, él no la dejaba embarazarse, no quería tener hijos con nadie.
Por favor, Moisés, déjame ir, te prometo que nadie sabrá nada, yo no voy a pelear por la empresa que me quitaste a traición. Lo único que quiero es mi libertad.
¡Cállate!, una bofetada le volteó la cara. No fue a traición, eres mi esposa, por ende todo lo tuyo me pertenece, incluida tú.
Acuérdate que nos casamos por bienes separados. Nada es tuyo de manera legal.
Pues ya está hecho, legal o no, ya no tienes nada. Me dan ganas de echarte a la calle, a ver qué haces una vez ahí.
¿Crees que no soy capaz de valerme por mí misma?
Entonces, Aranza llegó con un látigo.
Mira lo que me encontré. Lo voy a estrenar con esta maldita mujer.
Tomó a Elena del brazo y la llevó casi a rastras hasta el sótano. Una vez ahí le dio con el látigo hasta que se le cansó la mano.
Elena quedó ahí tirada sin fuerzas para nada. Estaba tan adolorida que perdió el conocimiento.
Moisés bajó varios minutos después... Estaba totalmente idiotizado por el licor. Al verla ahí desmayada, sintió miedo.
"Yo no lo hice", "yo no lo hice"... ¡Mamá, ven!
Aranza bajó al escuchar los gritos de su hijo borracho.
¿Qué pasa, hijo?, ¿por qué gritas así?
Moisés le señaló el piso, ahí yacía Elena, al parecer, sin vida.
Aranza fue por una cobija y la envolvió, ayúdame a llevarla lejos de aquí, dijo Aranza sin demostrar ninguna emoción. No quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel.
Y así, entre los dos fueron a dejar a Elena en un terreno baldío muy alejado de toda la civilización.