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Carrera Contra La Mafia

Carrera Contra La Mafia

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Triángulo amoroso
Popularitas:545
Nilai: 5
nombre de autor: Edgar Romero

El sueño de Marcela Smith es convertirse en campeona de Fórmula Uno, sin embargo deberá lidiar contra una mafia de apuestas ilegales, sin escrúpulos, capaz de asesinar con tal de consumar sus pérfidos planes de obtener dinero fácil y que no querrán verla convertida en la mejor del mundo. Marcela enfrentará todo tipo de riesgos y será perseguida por los sicarios vinculados a esa mafia para evitar que cristalice sus ilusiones de ser la reina de las pistas. Paralelamente, Marcela enfrentará los celos de los otros pilotos, sobre todo del astro mundial Jeremy Brown quien intentará evitar que ella le gane y demuestra que es mejor que él, desatándose toda suerte de enfrentamientos dentro y fuera de los autódromos. Marcela no solo rivalizará con mafias y pilotos celosos de su pericia, sino lidiará hasta con su propio novio, que se opone a que ella se convierta en piloto. Y además se suscitará un peculiar triángulo amoroso en el que Marcela no sabrá a quién elegir par a compartir su corazón. Mucho amor, romance, acción, aventura, riesgo, peligros, misterios, crímenes sin resolver, mafias y desventuras se suman en ésta novela fácil de leer que atrapará al lector de principio a fin. ¿Logrará Marcela cumplir su sueño?

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Capítulo 11

Gracias al apoyo de Marshall participé en otras muchísimas competencias, quedando siempre bien ubicada en el pelotón de avanzada. Marshall me ayudaba con los bólidos y consiguió, incluso, algunos auspicios para sufragar mis gastos. Él me representaba además. Me hice piloto profesional y conseguí trepar posiciones en el ranking nacional tanto de la Fórmula Tres como de la Fórmula Cuatro donde también participa con regular éxito. Gané, además, un par de carreras, salí en los diarios y en los portales de internet. Mis carreras, además estaban en los videos y sumaban muchos likes y numerosos comentarios, elogiándome.

   Rub estaba muy furioso conmigo. No iba tampoco a mis carreras y decía que una chica no debía estar compitiendo frente a hombres duchos y experimentados en eso de la barrera del sonido.

   -Terminarás matándote-, me decía siempre cuando íbamos al cine, a pasear al parque o a caminar junto a la playa. Yo no discutía con él, prefería no tocar el tema y por el contrario le preguntaba cómo le iba en su trabajo, en la oficina y de sus proyectos. En realidad, yo amaba mucho a ese hombre y no quería pelearme con él. Entonces nuestra relación se hizo una isla aparte en medio de mi euforia por las carreras.

   Mi padre sí recortaba todos los artículos donde me mencionaban en los diarios, incluso seleccionaba con cuidado las tablas de clasificación. Con un plumón rojo subrayaba mi nombre y los pegaba en un álbum que había hecho con cartón y cartulina. -¿Cuándo te harán una entrevista, hija?-, me preguntó un día mientras desayunábamos. Jamás ningún periodista me había hecho un reportaje, tan solo me mencionaban de que había competido, que quede tercera o cuarta en tal o cual competencia, incluso en las carreras que ganaba titulaban simplemente "Marcela Smith fue primera" con una foto de mi bólido cruzando la sentencia.

     -Únicamente entrevistan a los pilotos de la Fórmula Uno, padre-, le decía resignada a mi papá, riéndome, aceptando la realidad.

    A mí me bastaba competir. Era lo que quería, además. Yo no deseaba entrevistas ni reportajes, ni elogios. Estar al timón, manejar un bólido, ir a toda velocidad por una pista de  carrera era lo que me encantaba y por fin lo estaba haciendo y estaba súper feliz por cumplir mis sueños y anhelos.

   Cuando Matthias Bill me incluyó en su escudería era consciente de mi pericia y sabía de mis logros. Por eso yo confiaba y estaba segura de que en cualquier momento me daría la oportunidad de competir en alguno de los Grandes Premios de la élite profesional. Sabía que Henry ya era un veterano y que Brown podría emigrar a alguna otra escudería que lo pretenda. No me hacía problemas. Robert ya me había dicho, también, que yo era la primera suplente, por encima de Camilo Hauss que también estaba en el equipo, aunque por el momento, al igual que yo, como probador de bólidos.

   -Bill está muy entusiasmado contigo, Marcela, le impresiona tu dominio de las curvas, tu pericia, está pensando en darte una ocasión-, me anunció Robert mientras ensamblábamos los nuevos motores construidos por el equipo de mecánicos de la escudería.

   -Eso qué quiere decir-, le pregunté entusiasmada.

  -Que pronto podrían haber novedades-, me dijo él sin dejar de reírse con los ojos.

  Esa noche llamé a Marshall para agradecerle su apoyo. -Bill me quiere en su equipo-, le dije, muy contenta y entusiasmada.

   -Felicitaciones campeona-, me subrayó él muy contento por mis éxitos.

  -Quizás algún día pueda correr en la Fórmula Uno-, era mi gran sueño e ilusión.

   Marshall quedó en silencio. -Son las ligas mayores, Marcela, hay mucho dinero en juego, auspiciadores, premios, escuderías, marcas de bólidos, motores, llantas, en fin, mucho dinero. Y también están las apuestas ilegales, clandestinas que se hacen en forma asolapada y soterrada, engañando al público-, me advirtió.

   -Si es ilegal entonces serán desbaratadas por la policía-, estaba sin embargo yo muy animada.

   -Justamente por eso, Marcela, porque son ilegales, camufladas, las apuestas se hacen escondidas y son muchas veces indetectables, debes tener cuidado de caer en manos de esos sujetos-, me advirtió.

   Quedé pensativa. Marshall sabía lo que decía.

1
Mary Mejía
que tan ruin es ese tal Irons del que tiene que cuidarse Marcela y la escuderia rayo azul
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