"El amor, al enfrentar la tragedia, no se desvanece: sangra, sí, pero también florece. Porque en su dolor más hondo descubre su fuerza, y en medio del caos se convierte en guía. Solo cuando el corazón se quiebra, el alma entiende que amar no es solo sentir, sino resistir, transformar y dar sentido incluso al sufrimiento."
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El susurro de la sangre:Cadenas del pasado.
Por otro lado, Cádiz estaba en su habitación. Todo a su alrededor era calmo y sereno mientras dormía. Sin embargo, la tranquilidad se había ido. Sus ojos cerrados estaban inquietos y su cuerpo pálido sudaba. En sus sueños, veía el mar. Las olas se movían con el viento, el clima era tranquilo y fresco. Frente a él, una figura humana observaba el bello mar azul.
Sentía tranquilidad mientras esa persona caminaba, acercándose más y más al mar. Paso a paso, se adentraba en el agua hasta que esta le llegaba a los hombros. Plácidamente, el mar comenzaba a tragar su cuerpo.
"Voy a morir..."
La oscuridad del mar lo envolvía, dejándose llevar por la corriente hasta que, de pronto, una misteriosa criatura ensangrentada lo atrapó. Su presencia era tenebrosa. Lo sujetó del rostro y, con voz entrecortada, le susurró:
—Me dejaste morir… ¿Por qué eres tan cruel? Era de tu sangre, nos dejaste morir…
De un momento a otro, la escena cambió. Ahora, dos cuerpos flotaban en un mar de sangre, mientras una mujer misteriosa sostenía en brazos el cuerpo de un menor envuelto en sábanas ensangrentadas. Su voz temblaba cuando gritó con desesperación:
—¡Ayúdame! ¿Por qué nos dejas morir?
Cádiz intentó moverse, pero no pudo. Sentía unas cadenas invisibles atadas a su cuello y extremidades. Solo podía mirar mientras los dos cuerpos yacían muertos. El dolor trajo desesperación, y la desesperación trajo ira.
La mujer se puso de pie, aún sosteniendo al menor en sus brazos. Sus órganos casi salían de su cuerpo. Su olor era putrefacto, su rostro pálido estaba cubierto de moretones y sangre. Lentamente, se acercó a Cádiz y, con una voz quebrada, le susurró al tocar su rostro:
—Mira lo que nos has hecho, Cádiz… Yo creía en ti. Eres un monstruo… un monstruo…
¡Deberías morir!
¡Muere!
¡Muere!
Cádiz despertó bruscamente de la pesadilla. Su cuerpo estaba empapado en sudor, su corazón latía acelerado. Llevó una mano a su pecho, tratando de calmarse.
—Solo era una pesadilla… —susurró, respirando con dificultad.
"La pesadilla ha regresado..."
Aún en bata, caminó hasta el extremo de su habitación y tomó una misteriosa caja. Su rostro no expresaba nada. Justo en ese momento, escuchó pasos subiendo las escaleras. Rápidamente cerró la caja y la escondió.
Dos sirvientas entraron en la habitación.
—Buenos días, su majestad. Ya despertó. ¿Cómo se siente?
—Estoy bien.
—Le trajimos comida. Ross y las demás sirvientas han preparado su bañera.
—Mmm.
—La señorita Rowena y el señor Mikhail estaban preocupados por su bienestar. Hace días que no despertaba.
—¿Qué? ¿Hace días? ¿De qué hablas? ¿Qué día es hoy?
—Hoy es 14 de agosto.
"¿Qué? Cuando regresé del castillo Edelverg era 4 de agosto... Vaya, me quedé dormido diez días. Fue por el cansancio de ser atrapado por aquella bestia… Quiero borrar esa imagen de mi mente."
Cádiz se levantó y se dirigió a la bañera. Vestía una bata de color rojo y estaba a punto de quitársela cuando la presencia de los sirvientes lo incomodó.
—¿Qué hacen ahí parados?
—Su majestad, esperamos a que entre al agua para ayudarlo a lavarse.
—Puedo hacerlo solo. Salgan de mi vista.
Los sirvientes se retiraron y Cádiz entró a la bañera.
"Mi cuerpo está regenerado… Me siento más ligero, aunque aún siento un leve dolor de espalda."
Mientras tanto, Bornan conversaba con Rowena y Mikhail.
—Debemos consultar esto con el rey. Lecai vendrá dentro de tres semanas.
—El rey Cádiz ha despertado. Debemos informarle de lo sucedido en estos días. Además, nos llegaron cartas de Kyler. Se pondrá feliz con la noticia.
—¿Cádiz estará feliz? No estoy segura. Desde que se convirtió en adulto, sus expresiones son cada vez menos notorias.
—Sí, en eso tienes razón. Cada nueva noticia parece borrar un poco más de sus emociones. Si esto llegara a terminar de una manera distinta…
—Entendemos lo que dices, Rowena, pero no podemos evitar lo que tarde o temprano pasará. No podemos alterar el futuro. Solo dejamos que el destino hable por sí solo —afirmó Bornan.
—Es verdad.
—Tratemos de no recordar lo que vimos ese día. Cuando regresó del castillo humano, su cuerpo estaba impregnado de feromonas. Todo su cuerpo estaba rígido. Cuando entré a su habitación, encontré sangre en el suelo, y tenía marcas prominentes en todo su cuerpo…
—Lo sabemos, Mikhail. Si el oráculo predijo que algo cambiaría la historia y se convertiría en algo peor de lo esperado, nuestro rey deberá enfrentar una prueba aún mayor. Debemos ser cautelosos y no decir nada. Estemos preparados.
Cádiz, ya vestido, bajó las escaleras y llegó a la sala donde estaban Bornan, Rowena y Mikhail. Escuchó las últimas palabras de Rowena y, con tono serio, preguntó:
—¿Preparados para qué?
Los tres se sobresaltaron e intentaron calmar la situación.
—Su majestad, perdón… Solo hablábamos de los demonios que han salido en hordas del portal. Algunos intentaron cruzar el muro, pero Bornan se encargó de ellos.
—¿No me digan que tienen miedo? Tranquilos, nadie morirá… al menos, no ahora. Vaya, Bornan, felicidades por tus hazañas.
—No tenemos miedo porque usted está aquí, su majestad.
—No nos pongamos sentimentales. Díganme, ¿qué ha pasado mientras dormía?
—Kyler envió una carta. Encontró la mazmorra vacía; los monstruos desaparecieron. Lo único que halló fue un relicario. No sabemos si pertenecía a su madre o a alguien más. Solicita que usted lo vea personalmente. En este momento, Kyler se dirige a unas montañas misteriosas que encontró en un mapa dentro de la mazmorra.
—Bien, iré a la mazmorra. Bornan vendrá conmigo.
—Está bien. Yo me encargaré de proteger el castillo en su ausencia —afirmó Mikhail.
Cádiz y Bornan partieron al sur de Sylvania. El camino era largo, por lo que Cádiz abrió un portal con su magia para llegar a la entrada de la mazmorra. Tras unas horas de viaje, llegaron.
—Llegamos —dijo Bornan.
—Algo no me convence. Este olor no me gusta. Los monstruos de las mazmorras no suelen abandonar su territorio tan fácilmente.
"¿Por qué se fueron así de fácil?"
Cádiz descendió de su caballo y se acercó a la entrada de la mazmorra. El ambiente era extraño. Había rastros de magia en el aire y una sensación inquietante.
—Kyler estuvo aquí hace tres días. En su carta dijo que encontró siete goblins muertos y que uno de ellos tenía el relicario colgado en el cuello.
—El señor de la mazmorra ha despertado y eso provocó que los demás monstruos huyeran. Pero, ¿cómo explicas que los siete goblins murieran de "causas naturales" mientras los demás fueron asesinados?
—No fue por causas naturales. Debemos entrar y averiguar qué sucedió —dijo Cádiz, agudizando la mirada hacia el interior de la mazmorra.
"Hay setenta y tres goblins muertos… No fueron asesinados por humanos. Se mataron entre ellos."
Aquí tienes los párrafos corregidos, mejorando la fluidez y algunos detalles para que la narrativa sea más clara y precisa:
Ambos entraron a la mazmorra, y al principio pudieron ver monstruos muertos. Un olor a azufre y hierbas flotaba en el aire, mezclándose con el hedor a sangre que rodeaba los cuerpos. Bornan comenzó a examinar los cadáveres.
—Murió por un corte en el tórax, y tiene una picadura en el cuello. Otros murieron ahogados en su propia sangre y presentan heridas por todo el cuerpo. Por lo que parece, se mataron entre ellos —dijo Bornan mientras observaba detenidamente a los goblins.
Tras caminar un poco más, llegaron al centro de la mazmorra. Todo estaba "tranquilo", no encontraron nada fuera de lo común.
—Kyler dijo que encontró un mapa en la pared. La carta decía:
"Hola, su Majestad. Me adentré en la mazmorra. No hay nada en específico, solo el relicario que le mandé, lo tenía uno de los siete goblins que estaban muertos. Traté de llegar hasta el final, pero una barrera me impidió entrar. La magia que la refuerza es más fuerte que mi espada. Seguí las coordenadas que el mapa indicaba."
ATT: Kyler
"La carta tiene algo extraño. No sé, pero no suena como si Kyler la hubiera escrito."
—Debemos salir de aquí, no hay nada más...
—¡Cuidado! —Cádiz empujó a Bornan, justo cuando un pedazo de piedra se desprendía del techo. De repente, un ruido en el suelo hizo que la tierra comenzara a abrirse, y de ella emergió una gran criatura.
—¡GAAAHHHH! —rugió ferozmente la gran serpiente gris.
—¡Su Majestad! ¿Está bien? ¡Lo lamento, fue mi culpa, estaba distraído!
—Es una serpiente de piedra. No la mires, cierra los ojos.
—Entendido.
"¿Por qué una serpiente de piedra está en esta mazmorra? Ellas viven solo en cuevas..."
—Su poder no me afecta, tengo una barrera que cubre mis ojos.
Cádiz sacó su espada y, junto con Bornan, le dieron pelea a la serpiente. Aunque Cádiz era fuerte y poseía magia, trató de no usarla y se limitó a emplear su fuerza física. Las espadas resonaban en la mazmorra. La serpiente golpeó fuertemente a Bornan, dejándolo en el suelo, mientras Cádiz, enfadado, acabó con ella de un solo golpe.
—Maldito monstruo... Seguiré yo solo desde aquí. Tú espera afuera. Dentro hay algo más que una débil serpiente, el señor de la mazmorra no es él.
—No, espere... —Bornan intentó mantenerse firme, pero sentía dolor en el hombro.
Cádiz continuó su camino y, con facilidad, atravesó la barrera que estaba al frente. Bornan se quedó afuera mientras observaba cómo Cádiz se adentraba más en la mazmorra.
"Los monstruos están muertos, ¿qué ocasionó esto? Una simple serpiente de piedra no hace mucho. Hay un intruso en esta mazmorra. ¿Quién se atrevió a entrar?"
Cádiz siguió caminando hasta llegar a una cámara, donde solo podía desconfiar de lo que estaba sucediendo.
"Este silencio no me gusta."
Después de unos segundos, el silencio se rompió con un rugido fuerte que retumbó en los oídos de Cádiz. Rápidamente se puso en modo combate, buscando de dónde provenía el rugido. Pronto se dio cuenta de que una gran sombra lo observaba desde encima de una gran roca. Al ver a Cádiz, la sombra descendió y comenzó a caminar directamente hacia él. Esa sombra no era más que un monstruo.
"¿Una quimera? ¿Por qué una quimera está aquí? Alguien la metió aquí, fue invocada."
La quimera se lanzó rápidamente sobre Cádiz, quien la esquivó con facilidad. La criatura continuó atacando, usando su poder y sus garras, mientras Cádiz esquivaba a gran velocidad.
Cádiz y la quimera no se comparaban; ambos tenían ventajas, pero Cádiz comenzaba a cansarse de la pelea.
—¿En serio, eso es todo lo que tienes?
La quimera, enfurecida, rugió con fuerza, provocando que las paredes de la mazmorra temblaran. Cádiz notó que un pico de piedra se dirigía hacia él, lo esquivó y la quimera intentó cortarlo con sus garras, pero solo rasgó su capa. Cádiz se sentía algo cansado mientras luchaba contra el monstruo, su cuerpo se estaba volviendo más lento.
"¿Por qué siento que me estoy cansando más rápido de lo normal? Mi cuerpo se está volviendo más débil. Debo acabar con esta quimera y dejar de perder el tiempo."
La quimera, con su cola de serpiente, mordió fuertemente el hombro de Cádiz. Este gritó de dolor mientras levantaba su espada para cortar la cola de la bestia. Con su otra cabeza, la quimera mordió el cuello de Cádiz, mientras la sangre comenzaba a fluir por su cuerpo.
—¡ARGH! "Duele... ¿Por qué me duele tanto? Es por el celo de ese día... Maldita sea, mi cuerpo no responde, si sigo así, perderé el brazo..."
Los colmillos de Cádiz pronto salieron a la luz, y sus ojos se tornaron de un rojo intenso. La sangre que corría por la boca de la bestia se coagulaba mientras se infiltraba en el cuerpo de la feroz criatura. Cádiz dijo un hechizo:
"Sangre Carmesí... Deadly Poison."
Se liberó de las fauces de la quimera, dio un paso atrás, y mientras la criatura rugía con fuerza, su carne comenzó a desintegrarse, cayendo lentamente de su esqueleto. Finalmente, Cádiz terminó con la quimera y, al acercarse a sus entrañas, algo lo sorprendió profundamente. Quedó en silencio, sintiendo náuseas mientras sus ojos se volvían sombríos.
CONTINUARÁ