Un militar altamente entrenado es asignado a una delicada misión de rescate: salvar al hijo de un renombrado médico genetista, secuestrado por un grupo rebelde que busca controlar sus investigaciones revolucionarias sobre la erradicación de problemas genéticos en bebés.
Durante la operación, un imprevisto los hace perderse en un bosque denso y peligroso. Aislados y bajo amenaza constante, ambos deben unir fuerzas para sobrevivir mientras esperan el rescate.
En medio del caos, la convivencia forzada y la confidencia mutua despiertan sentimientos inesperados, llevándolos a descubrir un amor intenso y prohibido que desafía sus realidades.
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Capítulo 11
...Toshion Lee...
Muertos, todo mi equipo, los mejores soldados con los que he trabajado, tan jóvenes e intrépidos, comprometidos, solo les faltaba una mejor disciplina, si no fuera por eso, no me habrían desobedecido y tal vez todavía estarían vivos. Sin mencionar al sargento Seok, tan divertido y de buen humor, ahora muerto.
Solo pensaba en cómo sus familias sufrirían al saber lo que sucedió.
¡Caramba!
Ahora pensando en ello, yo también podría haber muerto, escapé por poco. Un desliz y mi madre también recibiría la noticia de mi muerte. Este trabajo siempre es tenso y arriesgado, y nunca me acostumbraré a esto, a perder a mis hombres así.
Me alejé del doctor, sé que no debería dejarlo solo, pero necesitaba respirar, llorar y poner mi mente en su lugar, pues estaba enojado y culpándolo por lo que sucedió, pero sé que él no tiene culpa alguna, él no pidió ser secuestrado y necesitar un rescate.
En realidad, los únicos culpables eran los malditos bandidos que secuestraron al doctor, y la mejor manera de vengar y honrar a mis hombres era acabando con esos bandidos, y voy a hacer eso.
Volví hasta donde había dejado al doctor, mientras regresaba hice una plegaria a los dioses para que él no hubiera huido asustado. Pero para mi alivio, él estaba allí sentado debajo de un árbol.
—¡Doctor! —Hablé, él se levantó y me miró, parecía hasta feliz de verme. —Disculpe por la manera en que lo traté. Estaba angustiado por la pérdida que sufrí. El doctor no tiene ninguna culpa.
—Está todo bien, realmente siento mucho por los soldados y por el sargento Seok. —Él hablaba con una mirada y una sonrisa que me reconfortó. —Y usted tampoco tiene culpa por la muerte de ellos. Fue una fatalidad.
—Sí, aquellos que lo secuestraron son los culpables. Y le garantizo que ellos pagarán. —Hablé serio. —Pero primero tenemos que salir de aquí y dejarlo en un lugar seguro.
Pasé las manos por los bolsillos buscando el dispositivo de localización y mi radio, en él estaba registrado dónde había dejado el resto del equipo y nuestro vehículo. Pero no lo encontré, fue entonces que recordé que había dejado mi dispositivo con el soldado Joo. Y el radio debe haber caído durante la batalla.
—¡Mierda! —Maldije.
—¿Qué ocurrió? —Preguntó el doctor.
—Dejé mi radio y el dispositivo de localización en el laboratorio. Y ahora no tengo idea de cómo haremos para salir de esta maldita floresta. —Comencé a andar en círculos intentando pensar. —Dejamos nuestro equipo y nuestro vehículo en algún lugar, pero no tengo idea de dónde fue. Soy pésimo en orientación y localización.
—Pensé que un militar tenía que saber ubicarse. —Él habló intentando hacer gracia, pero no tuvo gracia.
—Sí, pero tenemos tecnología para eso. —Hablé serio. —En fin, el doctor tuvo mala suerte de cruzarse con un militar descalificado.
—Usted no es nada descalificado, capitán Lee. —Él sonrió, gracioso que esa mierda de sonrisa de él me calmaba, y me irritaba al mismo tiempo, era extraño. —Pero yo sé ubicarme muy bien. Ya va a amanecer, podemos usar el sol como localización, teniendo como base el lado donde él nace.
—¿Cómo así? —Hablé curioso.
—Por lo que consigo observar, estamos en la floresta de Flaunt.
—Sí, está correcto. —Hablé impresionado.
—Entonces Leung queda para el Oeste, pero es muy distante. —Él hablaba como si estuviera pensando alto.
—Vamos a volver para la ciudad de Ramasami, su rescate vendrá de allá. —Hablé ya medio que entendiendo la idea de él. —En ese caso debemos ir para el sudeste. Dejamos el vehículo casi en la entrada de la floresta. Si seguimos una trilha por el sudeste podemos encontrarlo.
—Eso mismo Capitán Lee. —Él sonreía largamente ahora. —Bueno, vamos a procurar un lugar para escondernos, al final deben estar cazándonos y así que el sol salga, vamos a seguir en dirección al sudeste.
—Muy bien, doctor, parece que usted será de gran ayuda. —Hablé mirando él sonreír, era como si yo estuviera hipnotizado por esa maldita sonrisa.
—¿Quién sabe no entro para el ejército después de esta y viramos un equipo? —Él sonreía bastante.
—¡Usted sonríe bastante para quien pasó por malos bocados! —Acabé pensando alto, mierda! —Discúlpeme, no es como si usted tuviera que ser triste, yo solo...
—Está todo bien, capitán. —Él me miró aún sonriendo. —Mi madre decía que no adelantaba lamentarse, en la vida uno tenía que siempre sonreír y luchar, y es así que yo vivo, luchando y sonriendo para dejar las cosas más leves.
—Entendí. —Hablé ahora admirando ese jeito esquisito de él.
Miré alrededor para desviar mi mirada de él, creo que él ya debe estar encontrándome un esquisito por mirarlo con tanta insistencia. Sin embargo, pasar esas pocas horas con el doctor estaba siendo extraño para mí. Descubrí que él no es apenas un hombre con un rostro y una sonrisa bonita, él es alguien especial, interesante, inteligente, amable. Yo con certeza no consigo recordarme de nadie con todas esas cualidades.
—Vamos por allí, donde la floresta es más densa, debe tener donde esconderse! —Él habló apuntando para una área de la floresta.
Yo balanceé la cabeza concordando y lo seguí.
Corté algunas hojas y galhos grandes y ajusté una especie de barraca improvisada, todo quedó medio camuflado por la floresta alrededor. Amontoné varias hojas para hacer una cama para el doctor.
—Descanse un poco, yo me quedo vigilando caso tenga alguna señal del enemigo, y voy a verificar de qué lado fue el nacimiento del sol. —Hablé y él obedeció.
Así que se acostó, adormeció, él debe estar acabado de cansancio. Me quedé observando él dormir, parecía tan sereno, nadie diría que estaba amarrado en una silla corriendo riesgo de vida hace pocas horas atrás. Yo sentí una voluntad gigantesca de pasar la mano en su rostro, entonces me alejé de él antes que yo hiciera tonterías.
Imaginé solo, de la nada yo estaba atraído y queriendo hacer cariño en un hombre, era solo lo que me faltaba.