Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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Capítulo 10
Yohei
Reece no volvió en toda la noche, hace tres noches. No pregunté y él no dijo nada, pero sé que se quedó con su novia.
Como si necesitara un recordatorio de que mis pobres sentimientos que tímidamente empiezan a crecer, están destinados al fracaso.
Es sábado nuevamente y Reece está trabajando, mientras yo estoy en mi habitación, después de salir con Evelyn a un concierto al aire libre, durante la tarde. Debería estudiar o algo, pero en su lugar, siento la necesidad de ir a verlo, ya que nuestras clases nos han tenido ocupados y en las noches cuando ambos estamos en la habitación, tenemos que estudiar, preparar presentaciones o cosas similares.
Así que aunque sé que no debería, voy al lugar de trabajo de Reece, diciéndome que no hay impedimento en ir a comer algo y que no significa nada.
Cuando entro, Reece me recibe con una sonrisa, como si estuviera feliz de verme y me trae un café y un postre.
-Me toca cerrar esta noche, ¿me esperas y volvemos juntos?- pregunta, mirándome suplicante.
-Está bien- acepto y lo espero, mientras navego por internet. Cae la noche y el lugar se va desocupando.
Cuando ya no queda nadie más que los empleados, dos chicas idénticas se paran al lado de mi mesa. Lo único que las diferencia es la ropa.
-Hola, soy Jane- dice la de la derecha.
-Yo soy Jenna- dice la otra.
-Mucho gusto, soy Yohei- me presento.
-Eres tan lindo…- empieza a decir Jenna, pero Reece llega en ese momento.
-Es tarde, deben irse- dice, poniendo una mano en cada una de sus espaldas y empujándolas hacia la salida a pesar de las protestas de ambas.
Un empleado más sale desde la cocina y se despide de Reece, dejando el lugar después de las gemelas.
-No confíes en esas dos, son jugadoras- me explica. –Ahora me falta limpiar un poco y podremos irnos.
-¿Te ayudo?- pregunto y él acepta. Así que entre ambos limpiamos el piso, las mesas y dejamos todo listo para el día siguiente.
Cuando terminamos, apaga gran parte de las luces y cierra la puerta principal con llave.
-Saldremos por la puerta del personal- dice Reece. –Ven, sólo queda cambiar mi ropa y podemos irnos.
Él me lleva a una pequeña área para empleados, en donde tienen una mesa, un par de sillas, además de un sillón y en la pared, algunos casilleros con llave.
Me siento en el sillón, mientras que Reece abre uno de los casilleros y saca su ropa. Luego se saca el uniforme quedando en nada más que bóxers.
-¿Siempre te cambias aquí?- pregunto, recordando a las chicas que trabajan con él.
-Naa, generalmente me cambio en el baño en ese cuarto de allí- dice, apuntando a una puerta en el costado. –digamos que es un pequeño vestidor, pero ahora no estamos más que nosotros y tú ya has visto todo lo que había que ver.
Inmediatamente mi mirada va a su entrepierna, recordando que no vi demasiado cuando lo conocí por primera vez y dejó caer su toalla, pero que he visto su contorno lo suficiente, cuando anda en ropa interior.
Además, lo he sentido contra mí.
-Pequeño, si me sigues mirando así me avergonzaré- dice Reece.
-Lo siento- digo, desviando mi mirada y sonrojándome.
-No, no. Eso no es justo- dice Reece. Lo miro y el deja caer su ropa al suelo y avanza hacia mí. –Él que debe estar avergonzado debería ser yo- dice, tomando mi muñeca y haciendo que me levante del sillón. –Mirando tan descaradamente- susurra, observándome intensamente.
-Lo lamento- me disculpo nuevamente.
-No quiero una disculpa, quiero que te hagas responsable- dice él, tomándome de la cintura, levantándome y sentándome en la mesa.
-¿Por qué me sientas aquí?- pregunto nerviosamente.
-Es porque eres pequeño- responde, luego se pone más cerca entre mis piernas, tanto que puedo sentirlo contra mí. –Esa mirada me encendió un poco- dice, mirando hacia abajo. Sigo su mirada, sabiendo que está duro. –No debes saberlo, pero en este país a veces los amigos se ayudan mutuamente- dice, bajando la voz y mirándome entre sus pestañas.
-¿Cómo?- pregunto, hipnotizado.
-No es nada tan especial, sólo se prestan una mano- dice Reece, luego baja el borde de su bóxer y deja al descubierto su erección. -¿Lo harás?- me pregunta, dejándome la decisión a mí.
No debería, pero yo… quiero tocarlo y que me toque.
Bajo mi mano y lo rodeo, notando más que nunca lo grande y grueso que es.
Reece suelta un gemido al primer contacto y cuando empiezo a mover mi mano, su boca se entreabre y su respiración se agita.
-Se siente… Más, pequeño- me pide. Luego estira su mano y desabrocha mi propio pantalón. Él deja libre mi miembro y se acerca, luego roza el mío contra el suyo. –Toma ambos- me pide, sin aliento.
-No puedo con ambos- digo, así que tomo los dos con ambas manos, mientras que Reece empuja hacia arriba, cada vez con más fuerza.
-Reece- gimo su nombre, desesperado por el placer que siento. Uno que nunca había sentido antes.
-Mierda- dije Reece y toma mi barbilla. –Abre tu boca- pide y lo hago sin resistencia e inmediatamente él toma mi boca con la suya en un beso apasionado. Sus labios y su lengua contra la mía se sienten más allá de lo que puedo soportar.
La mano de Reece rodea la mía y apresura mi movimiento, mientras que rompe el beso para poder respirar.
-¿Eso también es algo que hacen los amigos?- pregunto, con voz entrecortada. Reece pone su frente contra la mía y ambos respiramos el mismo aire.
Tan cerca.
-No lo sé. No me importa. Nosotros lo hacemos- responde, para luego besarme nuevamente y no duro demasiado antes de que me corra.
-Reece- medio lloro su nombre.
-Mierda, sí, pequeño- dice, aumentando sus empujes contra mi pene y un par de segundos después, se corre con un gemido de placer. –Ah, maldita sea, se sintió muy bien- dice Reece, luego me besa una vez más, antes de alejarse.
Después de eso, se disculpa por el desastre de nuestra corrida en mi ropa y a pesar de mis protestas, él se encarga de limpiar a ambos.
Una vez que termina y se viste, nos vamos a la residencia y aunque parece que nada ha cambiado, al mismo tiempo siento que cruzamos una barrera irreversible.