En esta versión, mí primera historia, "La herencia de la abuela", se explica desde los ojos de Max, explicando algunos interrogantes inconclusos
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capitulo 11: "El sofa”
Max ya dudaba si Ingrid lo seguía o los encuentros con ella eran casualidad, pero ahí estaban, chocando, otra vez en la cafetería.
-Hola Max...- dijo ella.
-Hola Ingrid... ¿No tienes otra cafetería más cerca de tu casa?- pregunto él.
-Creí que el mundo era libre para tomar café en donde quisiera...-
-Si, pero es extraño que te recorras media ciudad...-
-Queda cerca del trabajo.- respondió Ingrid.
-Mi esposa trabaja en el mismo lugar y no me la cruzo aquí.- comento con ironía.
-Tu esposa ya está en tu casa...- dijo la mujer.
-¿Qué?- pregunto Max.
-Oí cuando le decía a Patricia, la secretaria, que quería estar más en su casa...- explico.
-Que delgadas las paredes... entonces siendo así, yo me despido, estoy deseoso de ver a mí esposa.- finalizo Max, con toda intensión.
Prácticamente, corrió a su casa, quería ver a su esposa antes de marcharse a Italia. Tenía que admitir que los encuentros con Ingrid lo funcionaban y lo agotaban.
Cuando entro no vio a Camí, así que suspiro y se sentó en el sofá, de repente apareció con una sonrisa desde la puerta que venís de la cocina.
-¡Llegaste temprano!- exclamó ella.
-Tuve un ratito libre y quise relajarme.- respondió él y luego suspiro. Claro que no podía decirle que en realidad estaba ahí por ella.
-Ah, la cocina está abierta ¿Desea algo, señor?- pregunto ella bromista.
-Solo agua.- respondió él viéndola con una sonrisa tierna.
Camí lo observo por un segundo, luego fue hacia la cocina y regreso con un vaso de agua. Cuando atino para regresar a su trabajo, Max, en un fuerte impuso le tomo la mano.
-Ven, siéntate y descansa un momento.- le dijo.
Ella vio su mano en la suya, Sonrió y se sentó a su lado.
-Esta noche viajo y no se cuándo regreso, sin.- le informo.
-¿Regresas a Madrid?- pregunto su esposa, ya que la película se dividía entre Toledo y Madrid.
-No, esta vez haré un casting para una serie en Roma.- respondió.
-¡Roma!- exclamó ella.
-si, no es el personaje principal, pero tengo una gran corazonada con este papel.- explico.
-¡Eso es maravilloso, Max!- exclamó otra vez Camí, mientras lo veía ver agua -Estaba pensando que no nos conocemos mucho, y se me ocurrió que tal vez... Nos podríamos hacer preguntas mutuamente para conocernos más.- propuso.
-Claro! ¡em gusta la idea!- exclamo él
-Genial!- responsió ella efusiva -Empieza tu.-
¡Oh! ¿Qué podía preguntar? ¿Por qué tenía que empezar él?... Ni siquiera sabía su edad... Bueno, tal vez podía preguntar eso.
-¿Yo? Emm... Bueno, haber...- dijo pensativo -¿Qué edad tienes?-
Ella lo miro frunciendo el ceño, al parecer esperaba una pregunta más elaborada.
-24.- respondió -Los cumplí 1 mes y medio antes de la boda.-
-¡Eres muy pequeña!- exclamó Max -Yo 31 años, los cumplí después de la boda.- agrego riendo y ella lo miro serio. Se veía culpable.
-¡Oh, Max! Cuánto lo siento.- expreso muy apenada -Juro que no lo sabía.-
-No te preocupes...- trato de tranquilizarla -Ni mí madre lo recordó.-
Pero, al parecer, esto empeoró la reacción de su esposa. Con ese rostro compungido lo atraía más, sintió mucho deseo de besarla, la miraba intensamente y se acercaba despacio... Pero de repente...
-¡Me toca a mí!- exclamó Camí.
Al parecer no quería perder su oportunidad...
-¿Por qué no bebés?- pregunto directa.
¡wow! Nunca espero esa pregunta. No estaba preparado para confesarle la verdad. Tenía que pensar que decirle y no mentirle.
-Es que note que no has bebido en ninguna de las dos fiestas y... En esa gaveta hay muchas bebidas alcohólicas y tú ni te acercas.- continuo.
Max seguía pensando en que decir.
-Bueno... Es que... Es que me convierto en alguien que no me gusta cuando bebo. En alguien que odio.- decidió decir.
Camila solo lo miraba, parecía no comprender, así que suspiro.
-Hago cosas que no quiero cuando bebo alcohol, no me controlo.- quiso especificar.
-Oh, no, yo no...- trato de decir Camí, pero Max ya no quería hablar.
La miro intenso y pícaro. Necesitaba más intimidad, se fue acercando lentamente.
-¿Satisfecha?- pregunto por lo bajo mientras le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja con dulzura.
Camila parecía nerviosa, pero Max no pudo más y de un fuerte impulso la beso.
Ella respondió al beso, fue relajándose, le rodeo el cuello con los brazos para más proximidad.
El beso se estaca tornando más intenso. Él la fue recostando de a poco en el sofá, sin dejar de besarla. Le metió la mano por debajo del suéter y comenzó a acariciarla, mientras besaba su cuello, podía escuchar la respiración acelerada de su esposa y los pequeños jadeos. Esto lo aliento a desabrocharle el sostén y comenzar a acariciar sus pechos, hermosos y turgente.
Camila tomo el rostro de su esposo y volvió a besarlo, sus movimientos parecían torpes, pero tal vez estaba nerviosa, pensó. Ella también metió las manos por debajo de su remera y comenzó a pasar las manos pie su espalda, su pecho. Max no podía más, necesitaba tenerla.
Cuando parecía que la joven estaba dispuesta a quitarle su prenda superior... La puerta sonó ¡Demonios! ¡De nuevo su portero no funcionaba!
Todos los movimientos se detuvieron. Max miró a su esposa, ambos estaban muy agitados.
Ahí recordó y miro su reloj. Suspiro disgustado.
-¡No puede ser!- exclamó apenado.
-¿Qué sucede?- pregunto ella con la voz temblorosa.
-No recordaba que vendría Esteban.- explico -Tenemos que organizar algunas cosas antes de viajar a Roma.-
Luego se paró y se quedó quieto para reponerse de ese intenso momento mientras ella se sentaba y se comenzaba a acomodar el cabello y la ropa.
Max atinó para ir hacia la puerta, ella lo llamo.
-¡Mi sostén!- exclamó y él la miro rápido.
-¿Qué?- pregunto sin entender.
-¡Mi sostén! ¿Me ayudas?- repitió señalando su espalda.
-Ah, si, claro.- dijo Max, regresando rápido hacia ella y abrochando su sujetador.
Luego la miro con una sonrisa, fue hacia la puerta y la abrió.
-¡Esteban!- exclamó Max.
-No sabía si regresar más tarde.- dijo el hombre.
-Es que yo estaba en la ducha y ella en la cocina así que no escuchamos que tocabas.- mintió.
Esteban miró a Camila, sentada en el sofá y luego a él, con la misma ropa.
-mmm, pero... Tu cabello está seco.-
-Am ¿Qué?- pregunto Max, quien si lo había escuchado, pero estaba tomando tiempo para responder.
-Tu cabello.- reitero el hombre.
-Es que... No lo moje.- respondió -Bueno, ¿Vamos?- siguió.
Así que se acercó a su esposa y le dio un par de besos en los labios para despedirse. Ella apoyó su mano en la mejilla de él con dulzura.
-Nos vemos luego.- susurro y ella asintió con una sonrisa. luego, se marcharon.