En el corazón de la bulliciosa ciudad de Buenos Aires, Valeria, una talentosa diseñadora de modas, ha pasado su vida persiguiendo sus sueños y construyendo una exitosa carrera. Sin embargo, su vida personal es un caos, marcada por relaciones fallidas y un constante sentimiento de vacío.
Todo cambia cuando conoce a Marcos, un encantador y enigmático arquitecto que parece tenerlo todo. Su encuentro fortuito en un evento de caridad desata una chispa entre ellos que ninguno de los dos puede ignorar. A medida que Valeria y Marcos se conocen, descubren que ambos han estado llevando vidas solitarias y llenas de secretos.
Valeria, quien siempre ha sido independiente y fuerte, se encuentra abriéndose a Marcos de maneras que nunca imaginó. Por su parte, Marcos guarda un doloroso pasado que amenaza con destruir la conexión que han comenzado a construir. Mientras luchan por superar los obstáculos y los fantasmas del pasado del pasado, ambos deben aprender que el amor verdadero requiere confian
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Capitulo 11: Una Visita Sorpresa
El fin de semana comenzó con una ligera brisa y un cielo despejado. Valeria y Marcos habían decidido pasar el día en casa, disfrutando de un merecido descanso después de una semana agitada. Valeria estaba en la cocina, preparando un brunch especial mientras Marcos trabajaba en algunos bocetos para un nuevo proyecto.
De repente, el timbre del apartamento interrumpió el ambiente tranquilo. Valeria miró a Marcos con una expresión de sorpresa y se dirigió a la puerta. Al abrirla, se encontró con una figura familiar y inesperada.
—¡Mamá! —exclamó Valeria, asombrada y emocionada al ver a su madre en el umbral.
La madre de Valeria, Ana, la abrazó con fuerza, una sonrisa radiante en su rostro.
—¡Hola, cariño! No pude esperar más para venir a verte. Pensé que sería una sorpresa agradable.
Valeria la abrazó con entusiasmo, sintiendo una mezcla de alegría y sorpresa. Al fondo, Marcos se acercó, notando la llegada de Ana.
—Hola, señora Ana. Qué gusto verla —dijo Marcos, ofreciéndole un cálido saludo.
—Hola, Marcos. Es un placer conocerte en persona. Valeria me ha hablado mucho sobre ti —respondió Ana, dándole un cordial abrazo.
Valeria invitó a su madre a pasar y la llevó al salón, donde Marcos ya había comenzado a preparar el espacio para el brunch. Ana se mostró impresionada por el apartamento y la decoración.
—Todo está precioso, Valeria. Me alegra ver que estás tan feliz y estable en tu vida —comentó Ana, mirando alrededor con una sonrisa.
Mientras se sentaban a la mesa para disfrutar del brunch, Valeria y Marcos hicieron de anfitriones perfectos, y Ana compartió historias y anécdotas de la familia. La conversación fluyó de manera natural, y la atmósfera se llenó de risas y afecto.
—¿Cómo te ha ido en el trabajo, mamá? —preguntó Valeria, sirviendo una tostada con mermelada a su madre.
—Oh, bastante bien. Ha sido una temporada ajetreada, pero estoy contenta con los resultados —respondió Ana—. Y he estado pensando mucho en ti y en cómo te va en tu carrera. Me alegra ver que estás persiguiendo tus sueños y siendo tan exitosa.
Valeria sonrió, sintiendo un gran apoyo en las palabras de su madre.
—Gracias, mamá. Todo ha sido posible gracias al amor y apoyo que me has dado.
Después del brunch, Valeria y Ana se sentaron en el sofá para charlar más a fondo, mientras Marcos se encargaba de limpiar la mesa.
—Valeria me ha contado mucho sobre tu trabajo y los planes que tienen juntos —dijo Ana—. Me alegra ver que estás construyendo algo tan hermoso con Marcos. Es evidente que están muy comprometidos el uno con el otro.
Valeria se sonrojó ligeramente, sintiendo el amor y la aprobación de su madre.
—Sí, estamos muy emocionados por el futuro. Marcos es una gran parte de mi vida y estoy feliz de que lo hayas conocido.
Ana le sonrió, acariciando la mano de Valeria.
—Lo importante es que te veo feliz. Y si Marcos te hace feliz, entonces me alegra aún más. Estoy muy orgullosa de ti, Valeria.
El resto de la visita fue un momento de conexión profunda y afecto. La presencia de Ana trajo una ola de calidez al apartamento, y Valeria y Marcos se sintieron agradecidos por la sorpresa. Al final del día, Ana se despidió, prometiendo regresar pronto para una visita más prolongada.
—Gracias por la sorpresa, mamá. Ha sido una visita maravillosa —dijo Valeria, abrazándola antes de que se fuera.
—De nada, querida. Cuídense mucho —respondió Ana con una sonrisa.