Amor encontrado:Fue un encuentro fortuito, una chispa que encendió una pasión arrebatadora. Él y ella, dos almas distintas, se vieron envueltos en un romance fulminante, pero frágil como una llama a punto de extinguirse.
NovelToon tiene autorización de Gabrielcandelario para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 11
Capítulo 11
Una tarde, mientras Alejandro leía una historia a los pequeños, Sofía se acercó a Lucas, que se encontraba acurrucado en uno de los cómodos sillones.
—¿Cómo te sientes, cariño? —preguntó, acariciando suavemente su cabecita.
Lucas la miró con una sonrisa brillante, extendiendo sus bracitos hacia ella.
—¡Mamá! —exclamó, acurrucándose en su regazo.
Sofía lo envolvió en un cálido abrazo, sintiéndose profundamente agradecida. Ver a su hijo tan feliz y entusiasmado la llenaba de una dicha indescriptible.
—Me alegra mucho verte tan emocionado, mi amor —le susurró, besando su frente con delicadeza.
Lucas soltó una risita encantadora, aferrándose a ella con una confianza que derretía el corazón de Sofía.
En ese momento, Alejandro se acercó a ellos, con una expresión radiante en el rostro.
—Parece que alguien está disfrutando de la lectura —comentó, acariciando suavemente la mejilla de Lucas.
Sofía asintió, acurrucando más a su hijo entre sus brazos.
—Sí, mi amor. Nuestro pequeño explorador se ha convertido en el principal asistente de papá y mamá.
Alejandro se sentó a su lado, pasando un brazo por los hombros de Sofía.
—Y estoy seguro de que seguirá descubriendo muchas más historias que lo fascinan —dijo, sonriendo con orgullo.
En ese momento, uno de los niños del club de lectura se acercó a ellos, con una expresión preocupada.
—Señor Alejandro, ¿podría ayudarme a encontrar un libro sobre los dinosaurios? —preguntó, con timidez.
Alejandro le obsequió una cálida sonrisa, poniéndose de pie.
—Por supuesto, pequeño. Vamos a buscar un libro increíble sobre esos enormes animales.
Mientras Alejandro se alejaba con el niño, Sofía contempló a Lucas, sintiéndose profundamente agradecida por la oportunidad que les habían brindado de compartir su pasión por los libros.
De pronto, notó que Lucas parecía distraído, con la mirada perdida en algún punto del local. Sofía se acercó a él, acariciando su mejilla con ternura.
—¿Qué ocurre, mi amor? —preguntó, con suavidad.
Lucas la miró con una expresión que Sofía no supo interpretar.
—Mamá... —murmuró, con voz temblorosa.
Sofía sintió que un escalofrío le recorría la espalda. La actitud de Lucas era inusual, y su tono de voz la llenó de preocupación.
—¿Qué pasa, cariño? Puedes decirle a mamá.
Lucas se acurrucó más cerca de ella, y Sofía pudo notar que sus pequeñas manos temblaban ligeramente.
—Mamá... me duele.
Sofía sintió que el corazón se le paralizaba. De inmediato, revisó a Lucas en busca de alguna herida o signo de malestar, pero no encontró nada a simple vista.
—¿Dónde te duele, mi amor? —preguntó, con una mezcla de preocupación y ternura.
Lucas señaló su cabeza, y Sofía notó que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
—Aquí, mamá... me duele mucho.
Sin perder un segundo, Sofía tomó a Lucas en brazos y se apresuró a buscar a Alejandro. Lo encontró hablando con un grupo de niños, y se acercó a él con urgencia.
—Alejandro, algo le pasa a Lucas —dijo, con la voz entrecortada por la preocupación.
Alejandro miró a Sofía y luego a Lucas, percibiendo de inmediato la tensión en el ambiente.
—¿Qué ocurre? —preguntó, acercándose rápidamente.
Sofía le explicó la situación, y Alejandro no dudó en tomar a Lucas en brazos, observándolo con una expresión de profunda inquietud.
—Tranquilo, mi niño —dijo, arrullándolo con suavidad—. Papá y mamá están aquí contigo.
Sin perder más tiempo, Alejandro se dirigió al auto, con Sofía siguiéndolos de cerca. Debían llevar a Lucas al médico de inmediato.
Durante el trayecto, Sofía no podía dejar de acariciar a su hijo, intentando brindarle consuelo y tranquilidad. Verlo tan angustiado le partía el corazón, y una sensación de miedo se apoderaba de ella.
Cuando llegaron al consultorio, Alejandro entró con Lucas, mientras Sofía se encargaba de los trámites. Cada minuto que pasaba parecía una eternidad, y Sofía se esforzaba por mantener la calma, a pesar de la angustia que la invadía.
Finalmente, el médico los hizo pasar a una de las salas de examen. Alejandro sostenía a Lucas con firmeza, y Sofía se acercó a ellos, tomando la mano de su hijo con delicadeza.
—¿Qué ocurre, doctor? —preguntó Alejandro, con la voz cargada de preocupación.
El médico los miró con seriedad, ajustando sus anteojos.
—Después de examinar a Lucas, he detectado algunos signos preocupantes. —Hizo una pausa, respirando hondo—. Me temo que el niño presenta síntomas de una infección en el sistema nervioso.
Sofía sintió que el mundo se le venía encima. ¿Una infección en el sistema nervioso? ¿Qué podía significar eso para su pequeño?
—¿Qué tipo de infección? —preguntó Alejandro, abrazando más a Lucas, que sollozaba suavemente.
—Parece ser una meningitis —respondió el médico, con pesar—. Necesitaremos realizar más pruebas para confirmar el diagnóstico y determinar el tratamiento adecuado.
Sofía apretó con fuerza la mano de Alejandro, sintiendo que las lágrimas amenazaban con desbordarse.
—¿Meningitis? —murmuró, con la voz temblorosa—. ¿Eso es grave? ¿Cómo puede afectar a Lucas?
El médico asintió con seriedad.
—La meningitis es una infección que puede ser peligrosa, especialmente en niños pequeños. —Hizo una pausa, mirándolos con empatía—. Debemos actuar rápidamente para evitar mayores complicaciones.
Sofía sintió que las fuerzas la abandonaban. ¿Cómo podía estar pasando esto? ¿Cómo iba a enfrentar la posibilidad de que su amado hijo estuviera en peligro?
Alejandro, percibiendo su angustia, la atrajo hacia él, envolviéndola en un abrazo reconfortante.
—Estaremos aquí, Sofía —susurró, con voz firme—. Vamos a luchar por nuestro hijo. Juntos venceremos esto.