Amor En La Mentira

Esa noche Ana se quedó con su amiga haciéndole compañía después de poner un poco de orden al lugar, Camila se había convertido en un huracán que había destruido todo a su paso en su departamento.

Esa noche no comió, a pesar de que hicieron todos los intentos para que ella ingiriera algún bocado, su tristeza no la dejó, solo se dio un baño y se fue a dormir, German y Ana estuvieron hablando en la sala y de vez en cuando iban a ver si ella estaba bien.

Luego de las diez German se fue con la condición de que Ana le avisara sobre cualquier cosa que sucediera.

Ana durmió con ella en el cuarto de invitados, ya que hasta la cama fue totalmente destruida, como queriendo deshacer todos los recuerdos que se habían generado en ese lugar.

A la mañana siguiente Camila estaba de mejor humor o eso quería hacer creer, se levantó antes que su amiga, se dio un baño y preparó el desayuno, llevándoselo a Ana a la cama, lo que hizo que se sobresaltara un poco.

-Camila, ¿estas bien? – le preguntó Ana

-No, pero debo levantarme y sobre llevar lo que me está ocurriendo, ya lloré todo lo que iba a llorar por ese imbécil, ahora debo contraatacar – había un poco de maldad en su mirada y era algo que nunca había visto en su amiga

-¿Qué piensas hacer? – Ana no confiaba en ese cambio de su amiga

-Hoy ver películas romanticonas con historias que obviamente no me van a suceder a mí, comer toneladas de helado y comida chatarra que ya sudaré mañana en el gimnasio, me voy a tomar algunos días para pensar un poco, tengo que buscar un abogado que me ayude con el divorcio y si mi amiga me hace compañía hoy me quejaré con ella todo el día por lo mal que me ha hecho sentir el imbécil de mi ex – a pesar de que Camila sonreía se notaba aun la tristeza en su mirada

-¡Hecho!, llamaré a la oficina para avisar que hoy no voy a ir, voy a pedir una cita en el bufete con la mejor abogada de divorcios que haya y hoy engordaremos 10 kilos, y debo llamar a tu hermano, se quedó muy preocupado por lo de ayer

-Yo lo llamo, desayuna y… ¿te he dicho que eres la mejor amiga que alguien como yo puede tener? – se dieron un abrazo y Camila salió de la habitación

Fue a la sala a llamar a su hermano cuando escuchó que tocaron el timbre, al salir vio que era precisamente German que había ido a ver como estaba.

-¡Ger! – al verlo le dio un gran abrazo como siempre

-Ya veo que estas mejor, mi peque – al verla levantada de nuevo su alma volvió a su cuerpo

La noche anterior prácticamente no había dormido de la preocupación, nunca había visto a Camila tan triste, ella siempre había sido tan alegre y verla derrumbada había sido un golpe para él, por lo que llamó a Daniel, pero este no le contestó ni una sola de las llamadas que le hizo, de todos modos, ya arreglarían cuentas.

-Pasa, acabo de hacer el desayuno – le hizo pasar

-No me engañas peque, ¿Cómo estás?, pero quiero la verdad – ella le sirvió una taza de café y se la entregó

-Me siento mal, supongo que ya Ana te dijo lo que sucedió y si no te lo dijo te lo cuento, Daniel tiene otra mujer y lo descubrí, lo enfrenté y lo aceptó, le dije que me diera tiempo para procesar todo lo que estaba sucediendo y aceptó sin chistar, sin decir nada, era como si lo deseaba – mientras hablaba solo veía el café que tenía entre las manos

-Anoche me dijiste eso y verte de esa manera me hizo sentir terrible, lo llamé, quería que me diera la cara y no me contestó el muy cobarde

-No te preocupes, ya verás como aparece el solito, déjalo tranquilo y cambiando el tema ¿no es un poco tarde para ir a la oficina? – preguntó mientras veía el reloj que estaba en la cocina

-Beneficios de ser el jefe, puedo llegar a la hora que quiera – soltó una sonrisa picara

-Tengo entendido que el jefe tiene otro jefe al que llama papá

-Te cuento que mi padre está de viaje buscando aliados comerciales en el extranjero, por lo que no regresará hasta dentro de dos semanas y existe un invento muy útil llamado celular, al que obviamente me va a llamar para no tener que hablar con ningún otro empleado – respondió mientras le mostraba el teléfono y ambos reían

En ese momento salió Ana de la habitación, ya que le había parecido escuchar voces y pensó que era Daniel que había ido a pedir perdón, pero cuando vio a German allí vestido de traje, con su peinado perfecto casi le dio un infarto, ya que ella a duras penas se había peinado y aún estaba en pijamas.

-¿Por qué no me avisaste que tu hermano estaba aquí? – dijo histérica antes de volver corriendo a la habitación

Los hermanos se vieron y solo pudieron reírse de Ana.

-Creo que a alguien le gustas y no quiere que la veas en pijama – comentó Camila

-Creo que soy bastante mayor para ese alguien y solo la veo como a la amiga de mi peque – German se puso un poco serio

-Para el corazón no hay edades Ger y creo que se te está pasando el tren en cosas del amor, no todo es trabajo, deberías darte la oportunidad de querer, aunque a veces duela al final – comentó ella

-Ya yo he sentido ese dolor y no pienso volver a querer a nadie más en la vida, solo a ti que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y creo que tu amiga debería buscarse a alguien de su edad que pueda llevarle el ritmo a su locura

-Nunca me has hablado de esa persona, ¿Qué fue lo que te hizo para que te haya marcado tanto? – esa pregunta siempre había rondado la cabeza de Camila

Sabia que su hermano se había enamorado de alguien, pero había sido hace mucho tiempo, ya que nunca la conoció y nunca le había conocido una novia formal, solo amigas o algunas chicas con las que había salido un par de veces, pero nada serio.

-Algún día te enterarás, pero hoy no, ¿Qué planes tienes para hoy?, porque sea lo que sea me apunto – dijo mientras se quitaba el saco y la corbata