⚠️𝗔𝘃𝗶𝘀𝗼 𝗜𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲⚠️
𝗖𝗼𝗻𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲:
🔺Faltas de ortografía
🔺Palabras vulgares
🔺Escenas sensibles para algunos lectores
𝙎𝙞 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙, 𝙣𝙤 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤𝙙, 𝙖𝙝𝙤𝙧𝙧𝙚𝙨𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙣𝙪𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙨𝙪 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤. 𝙔 𝙨𝙞 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖, 𝙗𝙞𝙚𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤 𝙨𝙚𝙖 ❤
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Estoy más cerca de lo que piensas.
[Parte 1 – Punto de vista de Paul]
El frasquito de perfume pesaba más de lo que parecía. No por el vidrio, ni por el líquido, sino por todo lo que representaba. Paul lo giraba en sus manos como si pudiera leerle el alma. Lo olió una vez más. Era embriagador, elegante, masculino, con algo oscuro. No era un perfume cualquiera, y eso lo inquietaba.
Ese olor no era de alguien común. No era de un estudiante universitario como Carl, ni de un alfa adolescente con hormonas revueltas. Era de alguien mayor. Poderoso. Seguro. Y eso lo hacía aún más escalofriante.
Se pasó una mano por el cabello, frustrado.
—¿Y si no estamos preparados para saber quién es? —murmuró. Pero se contestó solo—. Emil necesita saber. No importa si duele. Lo necesita.
Tomó su chaqueta y el frasquito, y salió a buscarlo.
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[Parte 2 – Punto de vista de Alex]
—¿Estás seguro que es buena idea, Paul? —Alex lo miraba desde el otro lado de la plaza, con el ceño fruncido—. Emil ya está hecho mierda. No sé si meterle más cosas encima le va a ayudar.
Paul se detuvo. Lo miró con esa expresión de “hermano mayor” que a veces le salía sin querer.
—¿Y qué preferís? ¿Que siga vomitando del miedo sin saber qué pasa? ¿Que se siga sintiendo sucio, usado, confundido?
Alex chasqueó la lengua, girando la mirada hacia un grupo de estudiantes.
—No, claro que no. Pero tampoco me gusta cómo lo mirás. —Soltó la bomba sin pensar.
Paul se detuvo.
—¿Perdón?
—Nada, olvídalo.
—¿Alex?
—¡Nada, loco! ¡Dejá! Es que… Emil me importa, ¿sabés? Me jode verlo así. Me jode que ahora esté todo pegado a vos. Me jode no saber cómo ayudar. —Hizo una pausa larga y se sentó en el banco—. Me jode que no me elija.
Paul abrió la boca para responder… pero no lo hizo.
En vez de eso, se sentó a su lado y le palmeó la espalda.
—Nos elige a los dos, de diferentes formas. Vos lo hacés reír. Yo… bueno, yo soy el que lo arrastra al hospital.
—Gran papel el tuyo, che. —Alex soltó una risa amarga, pero más liviana.
—Vamos. Lo necesita.
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[Parte 3 – Punto de vista de Emil]
Emil había evitado el perfume todo el día. No quería ni mirarlo. Era una trampa. Un anzuelo. Una mordida invisible que seguía latiendo en su cuello.
Pero ahí estaba Paul, como siempre, rompiendo la puerta de su negación.
—Solo olerlo, Emil. Una vez. Por favor.
Suspiró, agotado. Tomó el frasquito. Lo destapó.
Y el mundo se detuvo.
Una ola de calor le subió por la piel. Su nuca se erizó. Sus ojos se nublaron.
Ese olor.
Era ese.
El mismo del sueño. El mismo de la noche del bar. El que lo abrazaba en sus pesadillas, en sus alucinaciones, en su cuerpo.
—Paul… —susurró, con la voz quebrada.
Paul lo sostuvo cuando sus rodillas flaquearon. Lo abrazó fuerte. Emil hundió el rostro en su hombro.
—No quiero saber… No quiero, Paul…
—¿Por qué?
—Porque tengo miedo. Porque si sé quién es… no voy a poder sacarlo de mi cabeza. Porque lo odio. Porque me hizo esto. —Se tocó el vientre, aún plano, pero vibrante.
—Y porque lo deseás —dijo Paul, sin juzgar.
Emil no respondió. Las lágrimas hablaban por él.
Esa noche, Emil llegó a casa. Nicol lo recibió con una ceja levantada.
—Llegás tarde otra vez. ¿Te volviste a drogar?
—Sí, me inyecto chocolate líquido ahora. —Pasó de largo sin darle tiempo a responder.
Karen hizo un comentario desde el sofá, pero lo ignoró. Subió directo a su cuarto, y ahí estaba. Una caja negra, brillante, con un lazo rojo.
Sobre ella, una tarjeta escrita con tinta dorada.
“Ich bin näher als du denkst.”
(Estoy más cerca de lo que piensas.)
Emil tragó saliva.
En la caja: chocolates alemanes de marca suiza. Un lujo imposible.
El perfume del papel era el mismo.
Ese aroma.
Otra vez.
Lo sostuvo contra su pecho, temblando.
Y supo, que ya estaba en las garras de aquel alfa.