Esta historia narra la lucha de una madre soltera que, da la vida digna a su hija. Convertida en un muro sólido o en una roca en el océano preparada para repeler las olas y las tormentas que amenacen a su hija.
Una figura materna que está dispuesta a lastimarse y soportar el dolor — por su princesa. Dispuesta a mantenerse firme en el cuadrilátero con tal de — hacer realidad los sueños de su hija.
Dispuesta a perder uno de sus órganos internos, con tal de obtener recursos para — ganar la custodia de su hija.
Hasta que finalmente ella se va para siempre, dejando atrás un par de hermosos ojos para su hija.
Y recuerdos valiosos llenos de cicatrices y lucha.
"Ingatlah' pesan mommy. Jadilah, wanita kuat, mandiri dan jaga lah' selalu kehormatan yang berharga dalam diri kamu, hingga kelak seorang pria meminta dengan sebuah perjanjian dengan menyebut nama Tuhan.
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Capítulo 11
"¡Buenos
días, señora Sandra García!", saludó el doctor a Sandra con una sonrisa amable, que ahora se encontraba en la
sala de cuidados.
Sandra desvió la
mirada hacia el carrito de bebé, que todavía estaba siendo empujado por la
enfermera.
Ella dirigió su
atención hacia la doctora, que parecía de su misma edad, y respondió
amistosamente el saludo del doctor.
"También
buenos días, doctor", respondió Sandra, luciendo muy feliz.
El doctor también
se alegró al ver la expresión entusiasta de Sandra por ver a su bebé.
La abuela Nora y
el abuelo Benjamín solo podían quedarse en silencio y preocupados, pero ambos
trataron de ocultarlo ante Sandra.
"Permítame
examinar su estado, señorita", exclamó el doctor con una voz suave y una
apariencia humilde.
Sandra solo
asintió con la cabeza sin responder a las palabras del doctor frente a ella.
El doctor se
acercó más a Sandra para examinar su estado.
La doctora hizo
su trabajo con gran delicadeza y amabilidad.
Ella
intencionadamente desvió la atención de Sandra antes de revelar algo que la dejaría en shock después.
"Bien,
señora Sandra García, su estado está comenzando a estabilizarse, sin embargo,
debe descansar mucho y comer alimentos nutritivos para que su producción de
leche materna fluya adecuadamente", concluyó el doctor con una voz suave y
amigable.
"Gracias a
Dios", suspiró aliviada la abuela Nora al escuchar la condición de Sandra.
"¿Y qué pasa
con... mi bebé, doctor?", interrumpió Sandra, interviniendo en las
palabras del doctor antes de que hablara.
El doctor miró
brevemente al bebé de Sandra y luego miró fijamente a Sandra con una sonrisa
amigable.
"El estado
de su bebé es muy saludable", respondió la doctora.
Sandra amplió su
sonrisa, mostrando su hilera de dientes bien arreglados.
"¿En
serio?", preguntó emocionada.
El doctor asintió
mientras sonreía incómodamente. La amigable mujer miró a la pareja.
La abuela Nora y
el abuelo Benjamín solo podían mostrar una expresión resignada.
"¿Puedo
cargarla?", Sandra pidió permiso al doctor antes de hacerlo. Ella debía
respetar a alguien y no seguir su propio ego.
"Tengo un
dolor en el pecho desde hace un rato", continuó en voz baja.
La hermosa
doctora se rio al escuchar las palabras tímidas de Sandra.
"Sí, eso es
algo normal, señora. Significa que su producción de leche materna es
buena", bromeó el doctor, tratando de tranquilizar a Sandra primero.
"Denle algo
de pecho", pidió el doctor a la enfermera.
La enfermera
inmediatamente tomó al pequeño cuerpo del bebé, adorable a los ojos de Sandra.
Se escuchó al bebé emitir un suave suspiro con sus pequeños labios que se
fruncían como si estuviera sediento.
"Parece que
tiene hambre", dijo el doctor.
Sandra aceptó a
su bebé una vez que la enfermera se lo entregó. Miró el rostro adorable y
delicado de su hija con los ojos vidriosos.
"¡Mi
bebé!", se alegró interiormente.
Sandra besó el
rostro de su pequeño bebé que ya estaba envuelto con una manta. El bebé parecía
cómodo en sus brazos, moviendo su boca como si estuviera amamantando.
Sandra se rio
mientras lágrimas caían por su rostro, al ver el rostro hermoso y adorable de
su hija. Entonces se quedó inmóvil, al darse cuenta de algo en el rostro de su
bebé.
Resulta que su
bebé tenía los mismos rasgos faciales que su exnovio, el padre biológico de su
hija.
Luego cerró los
ojos para deshacerse de todas las hermosas, pero dolorosas experiencias que
aquel hombre le había dejado.
Sandra levantó la
vista, esperando que sus lágrimas dejasen de fluir y que su rostro no pareciese
tan triste.
Miró hacia un
lado al sentir un toque suave, proveniente de la abuela Nora, quien comprendía
los sentimientos de su nieta adoptiva y trataba de consolarla.
"Dale leche
materna", susurró la abuela con suavidad. Sus manos temblorosas
acariciaron la mejilla suave del bebé de Sandra.
"Ella es tan
hermosa", elogió sinceramente la abuela Nora. La mujer de mediana edad se
enamoró perdidamente del hermoso rostro del bebé Sandra.
"Ella heredó
todos tus rasgos", Sandra respondió con voz suave, aún audible para la
abuela Nora.
"Olvida todo,
cariño. Ahora céntrate en criar a esta hermosa bebé", dijo la abuela Nora con
sabiduría.
Sandra secó sus
lágrimas mientras respiraba hondo y lo soltaba lentamente. Volvió a mirar el
hermoso rostro de su hija con amor de madre.
Luego, dirigió al
bebé hacia su pecho ligeramente descubierto y Sandra le dio el pecho después de
que el abuelo Benjamín se despidiera y saliera por un momento.
La hermosa niña
ahora succionaba ansiosamente y con prisa de su fuente de alimento. A veces se
escuchaban susurros del bebé cuando no sentía el alimento. Sandra disfrutaba
del proceso de cuidar a su bebé con todo su corazón.
No dejaba de
mirar su rostro y besar los pequeños dedos de sus manos. Sandra también
acariciaba el espeso cabello oscuro de su bebé. Bajó hasta cada lado de su
pequeño rostro, el de su bebé.
Los sentimientos
que Sandra experimentaba no podían expresarse con palabras. Todas las emociones
ahora la dominaban. Aunque predominaban los sentimientos de devastación y
fragilidad, Sandra intentaba desviarlos con sonrisas y felicidad.
El doctor que
estuvo observando la emotiva escena también sentía lo que Sandra estaba
sintiendo ahora.
Pero el doctor
debía transmitir algo extremadamente importante en este momento. Por la
seguridad de su propia hija.
"¡Ejem!"
El joven doctor carraspeó.
Esto hizo que
Sandra y la abuela Nora lo miraran con expresiones faciales diferentes.
Sandra se dio
cuenta de repente de que el doctor que estaba tratándola junto a su bebé
todavía estaba en la habitación del paciente.
Mientras tanto,
la abuela Nora solo podía mostrar una expresión triste. Estaba segura de que
Sandra se sentiría destrozada al escuchar las noticias sobre la verdadera
condición de su bebé.
"Lo siento,
doctor. Estaba demasiado emocionada y olvidé que estabas aquí", dijo
Sandra con una sonrisa incómoda.
"No
importa", respondió el doctor.
"Solo quiero
decir algo", dijo el doctor con una expresión seria.
Sandra se arrugó
el ceño con curiosidad por las palabras de la doctora mujer de autoridad ante
ella.
"¿Sobre
qué?", preguntó Sandra.
Por alguna razón,
ella se inclinó, mirando el rostro de su bebé que volvió a quedarse dormido.
"Es sobre el
bebé, usted", dijo el doctor con una mirada seria.
Sandra se
sobresaltó, aún más curiosa, y su corazón comenzó a palpitar rápidamente. Miró
a su abuela, quien parecía inquieta.
"¿Qué pasa,
abuela?", preguntó Sandra.
La anciana solo
negó con la cabeza. "Deja que la doctora lo diga", dijo la abuela con
firmeza.
Sandra comenzó a
entrar en pánico y preocuparse. Reflejando esto, investigó todo el cuerpo de su
bebé. Pero no encontró nada preocupante, su bebé se veía perfecto, incluso se
veía muy perfecta con ese hermoso rostro.
"Parece
perfecta, pero algo le pasa", interrumpió el doctor repentinamente. Esto
hizo que Sandra levantara la mirada con una mirada penetrante.
"Dime, ¿qué
quieres decir?", ordenó Sandra con una expresión facial curiosa, pero
impaciente, por las palabras a medio decir del doctor.
"Hay una
deficiencia en ambos ojos, tu hija", reveló el doctor.
Sandra aún no
entendía las palabras del doctor, por lo que su rostro reflejaba confusión.
"Ella
tiene..." El doctor hizo una pausa en su declaración mientras observaba la
expresión facial de Sandra.
"¿Por qué?
¿Qué le pasa a... mi hija?", preguntó Sandra, mostrando preocupación.
"¡Dilo!", exclamó con tono demandante.
"¡Cálmate,
cariño!", exclamó la abuela Nora, intentando tranquilizar a Sandra, quien
comenzaba a sentirse turbada. La abuela Nora abrazó el cuerpo tenso de Sandra.
"Tu hija
tiene ceguera", dijo el médico revelando la condición de la bebé de
Sandra, que resultó ser ciega.
Sandra lucía
sorprendida. Se quedó quieta en su lugar, congelada. Las palabras del médico
resonaban en su mente.
"C-ceguera..."
murmuró Sandra en voz baja.
