Abigail, una mujer deshecha tanto física como mentalmente, reencuentra a la persona que la hará renacer.
NovelToon tiene autorización de Mary San para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
# 12
Estaba de espaldas a el, pero podía sentir su mirada, clavada en mi. Escuché que se levantó y lo sentí al lado mío, apague la estufa y me hice a un lado, buscando platos, evitando su contacto.
- ¿Puedes dejar eso y verme a los ojos?-
- Ahora mismo, no puedo, siento mucha vergüenza.-
Me tomo de los hombros y me giro hacia el, tomo mi barbilla con una mano, para levantarme la cara y con la otra me abrazo por la cintura.
- No debes sentir vergüenza, el sexo, es cosa de dos, sentí como te entregaste sin reservas a mi y si la otra persona, solo piensa en si misma, no es tu culpa. Debes entender eso.-
Junto sus labios a los míos, era demandante, me exigía una respuesta, abrí un poco mi boca y su lengua entro, explorando cada rincón. Pase los brazos por su cuello. El me acorraló entre el mueble de la cocina y su cuerpo, se presionaba, para que yo sintiera su excitación, una excitación que yo le provocaba.
Cuando nos separamos, sus ojos brillaban por el deseo, se paso una mano por el pelo y dijo jugando:
- Creo que ya se enfrió la comida.-
Solté su cuello y le sonreí, nos sentamos a comer sin volver a tocar el tema.
Era muy tarde, cuando nos despedimos para irnos a dormir. El no intento quedarse conmigo y yo tampoco lo insinúe. Ambos sabíamos que esto no se podía repetir.
Debo decir que fue una pésima noche. No dormí muy bien, el solo pensar que estaba a unos metros de mi, había que mi corazón se acelerará y cuando me recordaba a mi misma la razón, por la que no debíamos estar juntos, mi corazón se detenía, en conclusión, fue una noche muy larga.
Por la mañana, salí y el ya estaba tomando café, estaba hablando por teléfono y parecía que iba a salir. Yo abrí el refrigerador y tomé leche, con un poco de cereal. Apenas estaba terminando cuando el colgó la llamada.
- Tengo que salir. Por la tarde, iremos a ver al abogado que verá tu caso y después podremos ir a comer, por favor no salgas, ¿ De acuerdo?- Asentí con la cabeza. - Otra cosa, deberías llamar a tu mamá, si ya vio las noticias, debe estar preocupada. Te veo más tarde.-
-Lo haré, gracias.-
Se despidió con una seña y se fue. ¿De que noticias hablaba? Prendí el televisor y puse el noticiero, estaba sacudiendo un poco la casa, cuando, la cara de Samuel, apareció en el programa.
" El señor Samuel Alameda, ha sido acusado por su esposa, de violencia intrafamiliar e intento de homicidio, lo cual ha dado pie, para que se abra una investigación, en la que se han encontrado varias anomalías, con respecto al buffet en el que trabajaba, entre ellas, el lavado de dinero. Tal parece, que de ser encontrado culpable, le darán varios años, por el momento, todas sus cuentas están congeladas y el está detenido. Se espera que su juicio, comience la próxima semana, deslindando responsabilidad a su esposa Abigail Rojas."
Cuando la conductora, termino de hablar, sentí ganas de vomitar, todo mundo lo sabe ahora.
Definitivamente, tenía que llamar a mi madre.
Estuve dando vueltas por la sala, mordiéndome una uña, un hábito, que pensé había dejado atrás. No sabía cómo comenzar. ¿Que le iba a decir?, ¿Cómo iba a reaccionar ella?. Después de tanto tiempo, apenas teniendo contacto.
Tomé el teléfono y lo colgué en seguida. Seguí mordiendo mi uña. Volví a tomarlo y marqué su número. Sonó, una, dos , tres, estaba a punto de colgar cuando escuché su voz.
- ¿Diga?-
- Hola, mamá.-
-¡Abigail! ¿Estás bien hija? Escuché las noticias, pero no sabía a dónde contactarte, tu teléfono me mandaba al buzón.-
- Estoy bien, mamá. Perdí mi teléfono. Y lamento mucho llamarte hasta ahora.-
- No importa.- Su voz se escuchó entrecortada.- Lo importante, es que ahora se que estás bien. ¿Vas a volver a casa?-
¿A casa? Si, definitivamente quería volver. Quería sentirme protegida y querida y ¿Que mejor lugar que tú hogar?.
- Si mamá, solo estoy esperando el juicio, para poder regresar.-
- ¿Dónde estás?-
- Estoy con Aaron. El me ayudó.-
- Me imagino, siempre estuvo muy preocupado por ti.-
- Lo se.- Sonreí para mi misma cuando escuché la puerta de la entrada abrirse.- Te prometo que regresaré lo más pronto posible, tengo que irme, iré a ver a un abogado.-
- Está bien, pero también promete llamarme todos los días, ¿de acuerdo?-
-Asi será. Mamá, te amo.-
- Yo también te amo, cariño.-
Colgué y sentía los ojos húmedos. Cuando Aaron me vio, se acercó rápidamente.
- ¿Que pasa?- Me tomo las manos.
- Nada, acabo de colgar con mi madre.- Me solté de el.
- ¿Cómo salió todo?- Se alejo y se sentó en el otro sillón.
- Creo que demasiado bien. No esperaba que reaccionara tan bien. Después de todo, me aleje por mucho tiempo.-
- Es tu madre, claro que se va a preocupar. Voy a cambiarme, nos vamos en 20 minutos, ¿Estarás lista?- Sonaba a reto.
- Si, voy a cambiarme.-
Me fui a mi habitación, tomé unos jeans, una playera y los tenis, era lo único que tenía, me deje el pelo suelto y no me puse nada de maquillaje. En 10 minutos, estaba sentada en la sala, esperándolo.
Cuando salió, con una camiseta negra, ajustada, unos jeans azules que le quedaban divinamente bien y unos zapatos deportivos. Deseé haber tenido un poco más de cuidado con mi arreglo personal. Sin embargo, no tenía maquillaje, solo un brillo labial que estaba en mi bolso.
- Oye, tu si que eres eficiente.-
- Y tu, ¿Por qué tardaste tanto?-
Me abrió la puerta mientras reía.
Pronto llegamos a un edificio, no muy grande, se estacionó y nos dirigimos ahí. Una linda chica, muy joven, que era la recepcionista, nos recibió con una cálida sonrisa y pregunto con quién nos dirigíamos.
- Con el Lic. Rodrigo Arredondo.-
Hizo una llamada y nos indicó el elevador.
Nos metimos en el aparato y el marco el último piso.
Entramos y me ubique en el lado contrario de el. Lo más alejado posible.
Llegamos al piso y salimos, me sentí tonta, por qué el no parecía afectado por nada.
Ya nos esperaba una secretaria, muy elegante, la cuál nos indicó que el Lic. ya nos esperaba.
- ¡Hola! Que gusto, verte por aquí, amigo.-
- Igualmente, es un gusto, volver a verte.-