Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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02 - Aaron Maximilian.
Ahora que estaba segura que lo que decía el libro era verdad me llené de valor a caminar por todo el salón hasta encontrarme con mi querido prometido.
Él me miró con el ceño fruncido, como si odiara verme.
De verdad que era un idiota.
—Esta es una maravillosa sorpresa, su alteza. —Digo con una sonrisa, mirando directamente al hombre que estaba rompiendo mi corazón en ese momento. —No me imaginé que mi prometido llegaría a la celebración junto a otra mujer.
Mis ojos se posaron sobre la joven que se sonrojó y bajó la mirada apenada. Casi suelto una carcajada por lo patética que se miraba, si iba a actuar con vergüenza debió de pensarlo mejor antes de llegar a un lugar junto al prometido de otra persona.
—Madeline por favor, no hagas una escena. —Me amenaza Dereck.
—Los que están actuando como unos dementes son ustedes, eres un hombre comprometido y deberías de comportarte como tal. —Mi mirada dejó de ver al hombre frente a mi y dirigí mi vista a la joven señorita que se quiso esconder detrás de mi prometido.
—No veas a la señorita Rosé de esa forma. —Dice el príncipe enojado.
Sonrío, estaba defendiendo a la joven señorita. ¿Debería de terminar todo de una vez por todas?
Bajo la mirada aturdida de los presentes tomé una copa de vino en mi manos y la levanté en el aire tratando de hacer un brindis, sin decir ninguna palabra alguna me tomé el contenido de la copa en un solo sorbo y tiré el objeto a los pies de las dos personas causantes de mi mal humor.
—¡Madeline! ¿Estas demente? —Me grita Dereck con furia.
—¡Tu eres el que esta volviéndose loco! ¡¿Como te atreves a tratar de humillar a la familia Barlovento de esta manera?! ¿Acaso olvidaste que nuestro compromiso fue un acuerdo entre nuestras familias? —Sin contenerlo más, las lagrimas salieron de mis ojos. Corriendo por mis mejillas y cayendo al suelo, bajo la consternada mirada de los presentes.
Me daba vergüenza.
Pero era ellos a los que debería de darles más vergüenza, eran unos infieles.
—Estabas planeando arruinar nuestro compromiso en el banquete de hoy ¿No es así? Por eso llegaste con otra mujer. Me das asco. —Dije con coraje, y al parecer mi comportamiento dejó sin palabras a ese idiota.
Me limpié las lagrimas con ambas manos y comencé mi camino a la salida del lugar.
Mi mirada se encontró con aquel hombre mayor, que miraba la escena en silencio. El emperador estaba ya sentado en su trono y solo observaba la escena desde lejos. Le di una reverencia desde mi lugar y salí del salón.
Mi hermano quiso seguirme, pero estaba lo bastante enojada como para gritarle que me dejara sola.
De cualquier modo el jardín estaba tranquilo esa noche.
Cuando me encontraba completamente sola suspiré, mi mentón temblando por querer contener el llanto. Mi pecho dolía, no sabia como pude contenerme tanto en el salón por que estaba segura de que estaba a punto de saltar sobre el príncipe para golpearlo, aunque eso me llevara a mi muerte segura.
Exhale de nuevo todo el aire que tenia en mis pulmones y me dejé caer en una banca del lugar.
Mirando la luna de nuevo mis ojos quisieron llenarse de lagrimas de nuevo.
Dereck era un idiota.
Mi corazón estaba doliendo como nunca.
¿Lo amaba tanto?
Sollocé en el silencio de la noche, las voces del salón salían por los balcones pero nadie se atrevía a salir al jardín ya que sabían que yo me encontraba en el lugar.
Exceptuando por alguien, los pasos de una persona me distrajeron y al subir mi mirada, el duque Maximilian me miraba desde lejos.
Era imposible confundirlo, la familia Maximilian eran conocidos por su característico cabello de color rojo intenso, era un hombre apuesto con un cuerpo increíblemente bien formado. Supuse que tenia asuntos conmigo ya que no dejaba de verme.
Limpié mis mejillas y me puse de pie.
—Es curiosa la forma en como la joven duquesa actuó esta noche, creí que iba a aprovechar el regalo que le di para luchar por su amor. —Aquel hombre sonrió con burla, lucía como si supiera todo.
—¿Fue usted quien me envió ese libro? —Cuestioné, y a juzgar por su sonrisa, supuse que estaba en lo correcto.
—Creí que ibas a tratar de ganarte de nuevo al príncipe Dereck.
—Es lo que el joven Aaron Maximilian del libro hubiera deseado, ¿No? Ya que está perdidamente enamorado de la joven Rosé. —Confronté al joven, mis pasos escuchándose con eco en el silencioso jardín.
Cuando terminamos en una distancia considerable, el aroma del perfume de Aaron me envolvió por completo, era una fragancia bastante atractiva y me hizo suspirar.
El se quedó en silencio, mirándonos intensamente a los ojos esperando por ver quien de los dos se doblegaba primero.
—Estas equivocada en algo señorita, —Dijo el joven duque con una sonrisa coqueta. —Yo aún no me enamoro de la condesa Rosé.
—¿Planeas hacerlo?
—No, no quiero morir. —Aaron sonríe y termina alejándose de mi. —Supongo que a juzgar por la forma en como la joven Barlovento actuó esta noche, tampoco quiere seguir el curso original de este mundo.
—¿Como conseguiste ese libro?
—Es un secreto, pero si estas dispuesta a hacer un trato conmigo... Puedo contartelo todo.