El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 2: Veneno del pasado.
Me quedé observando la ventana un rato largo y luego me destapé, puse mis pies sobre el suelo e intenté pararme, pero perdí el equilibrio y volví a sentarme en la cama.
Mí cuerpo se sentía extraño, mí brazo se movía de una forma extraña, mis piernas también. Todo en mí se sentía extraño. Tomando fuerzas me levanté. No pasaría ni un segundo más en esa habitación, de lo contrario sería mí perdición.
Salí de la habitación sosteniéndome de las paredes, al llegar hasta el pasillo que daba al salón y comedor recordé haberme arrastrado mientras vomitaba justo en ese lugar, mí cuerpo temblaba y una mano con guantes negros me acarició el rostro mientras decía: —Está bien cariño, el monstruo se ha ido.
Cerré mis ojos y endurecí mis labios, sintiendo un sabor amargo en la boca. El mismo olor de esa casa traía horribles recuerdos.
—Hans.
La voz retumbó en mi espalda y logró que todo mí cuerpo se crispara del susto. Me volteé lentamente y miré a Edwy con los ojos llenos de lágrimas.
—Vete... Vete por favor, —dije quebrando mí voz.
Sin poder mantenerme más de pie me tambalee, pero antes de que mis rodillas tocaran el suelo Edwy me tomó y me cargó en sus brazos con tanta facilidad como si yo fuera de un saco de plumas. Él me miró y negó con la cabeza.
—¿Cómo podría irme? Estás necesitando de mí ayuda ahora mismo.
Un nudo se hizo en mí garganta al escucharlo, no dije nada más. No tenía ganas, ni fuerzas.
Sus pasos recorrieron el pasillo y llegamos hasta la sala, con mucho cuidado él me sentó junto a la mesa, se sentó a mí lado y de a poco fueron entrando las empleadas con la comida preparada. Al rato ellas se fueron dejando el salón totalmente vacío.
—¿Por qué lloras? Ya no tengas miedo, —dijo él deslizando sus dedos sobre mis mejillas limpiando las lágrimas que salían solas.
—Me das miedo.
Cuando Edwy escuchó eso apartó su mano y su mirada, ahora observaba su plato de comida que empezó a comer.
—Come cariño. —Suspiro Edwy y prosiguió—: estos meses han sido largos.
No podía negar que moría de hambre así que agarré el tenedor y el cuchillo para cortar la carne, en cuanto lo hice Edwy se volteó a mirarme y abrió sus ojos asustado. Ignoré el hecho de que mantuvo su mirada clavada en mí y seguí con mí acción.
—Oh, —exclamé con sorpresa al ver sangre en la carne.
—¿Qué? —preguntó él sin entender.
Estuve a punto de decir algo cuando en mí estómago se hizo un revoltijo y terminé vomitando a un lado de mí silla en los zapatos de Edwy. Él asustado se levantó y empezó a gritar que alguien venga a ayudarme. Todos los empleados entraron al salón en tanto escucharon el ruido.
—¿Qué es lo que- —Sus palabras se ven interrumpidas por él mismo que se levantó agarrando mí plato de comida—. ¡¿Estaban intentando envenenar a mí esposo?! Acabaré con todos ustedes.
Yo que no paraba de vomitar escuché esto y mis manos reaccionaron por si solas agarrando su brazo con fuerza. No quería que algo más me carcomiera en la consciencia.
—Estoug... Estoy bien, —dije limpiando mis labios con los ojos, nariz y garganta adoloridos—. Solo necesito agua.
—Ya lo escucharon, sirvan agua a mí esposo.
Enseguida una empleada sirvió el agua y me lo acercó, lo tomé agradeciendo y bebí un buen sorbo.
—¿Debería acércarte hasta tu cama? —dijo Edwy tomando mis manos.
—Yo iré solo.
Me levanté de la silla y caminé con cuidado hasta el pasillo siendo perseguido por Edwy en cada paso, quién tenía los brazos extendidos alrededor de mí preparado por si me caía. Al llegar a la habitación él me abrió la puerta y tendió la cama, se sentó en la punta de ella en tanto me acosté y luego lo observé un rato largo en silencio.
—¿Qué me hiciste? —pregunté rompiendo el silencio.
—Lo que cualquier esposo haría con tal de estar con el amor de su vida.