En sus últimos momentos antes de morir en las manos del héroe del mundo, Sirius aquel que eligió ser un villano cae en conciencia de sus acciones y se arrepiente de todo el mal que ha causado en especial a los que un día fueron sus seres queridos. Solo al enfrentar la muerte entiende lo lamentable que fue el camino que eligió y con sus últimas fuerzas pidió a los cielos por que le dieran una nueva oportunidad. Sin saber que era escuchado por alguien en las alturas que le otorgó tal milagro.
NovelToon tiene autorización de Gato gordo para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 2: La prometida
Sirius siguió a Foreman hacia el interior de la mansión de su familia. Aquel lugar le pareció tan lejano como si todo fuera una ilusión que desaparecería al menor suspiro.
Ya había olvidado que un día perteneció a una noble casa y que los Palacios eran una de las 7 familias más poderosas del país. Esto le permitió ser arrogante y abusivo con la gente a donde quiera que fuera y formar poco a poco su imagen de villano.
Y la persona con la que fue más cruel en sus comienzos de maldad fue sin duda su prometida Rebecca Luna, una joven de la misma edad perteneciente a una familia poderosa aunque no al nivel de los Palacios. Esto le generaba a Sirius cierto desagrado ante aquella mujer que consideraba inferior, él creía que al menos alguien de su altura debía casarse con otra persona perteneciente a una de las 7 familia. Ignorando el hecho de que debido a sus aptitudes, su reputación estaba por los suelos y ninguna familia de su categoría desposaría a su hija con una oveja negra como él.
Sirius era conocido como un mujeriego qué gustaba de burdeles, además de ser un apostador y busca pleitos. Si no fuera por su familia que lo encubría ya estaría preso.
Por eso fue un milagro que la familia Luna aceptara dar a su hija menor como prometida de tal escoria de persona. Aunque de manera peculiar los Luna trataban de deshacerse de su hija que les resultaba una decepción a la que no le veían un futuro prometedor, ya que aunque no lo decía abiertamente ella era su oveja negra de la familia.
Rebecca no era una mala mujer pero su carácter tímido y encerrado en sí misma la volvían en una persona poco sociable. No asistía a eventos públicos, ni tenía talento para los negocios de la familia además tenía un defecto crucial que la volvía inferior en el mundo actual, pero de eso se hablara más adelante.
La poca importancia que le daban a la joven en su familia se veían en la forma en que la mandaban sola a encontrarse con su prometido, sin el cuidado de sus padres o de algún otro miembro, apenas con la protección de algunos guardias. La única excusa que daban era que de esa forma la pareja podría conocerse mejor.
Los dos hermanos entraron a un amplio y lujoso recibidor donde la tímida chica esperaba con su mirada en los suelos.
Sirius recordó que aquella vez, ella lo había ido a buscar en una visita amistosa y él la rechazó molesto de tenerla ahí sin un aviso previo. Corriéndola de manera grosera como si de un perro se tratará. Esto hizo que su hermano lo reprendiera y volviera a llevar ante la joven.
-Mis más sinceras disculpas señorita Luna, mi hermano ha sido irrespetuoso con usted, realmente nos apena-Se disculpó Foreman ante la chica
Su hermano siempre tuvo ese aire de caballero como una carta de presentación o un logo que podía representar a la familia Palacios.
-N, no, no Señor Foreman n, no tiene que disculparse, ni mucho menos hacer una reverencia, f, fue mi culpa por no avisar de mi llegada a, a al Señor Sirius - Respondió sonrojada entre tartamudeos Rebecca
-No tiene que ser tan formal señorita Luna, quité el señor y llámame solo Foreman, no me haga sentir viejo
-S, si disculpe -
Al ver a la joven hacer una reverencia rápida en señal de disculpa Foreman no pudo evitar sonreír.
-A pesar de que como usted dice no aviso de su llegada previa, fue sin duda un acto de pura grosería la forma en que se comportó con usted mi hermano, por eso nos disculpamos-Comentó Foreman
Rebecca temblaba, estaba roja, le costaba mucho hablar con la gente, quería salir corriendo de ahí y ocultarse el resto de su vida. Sirius permanecía inmutable casi como un fantasma.
-Vamos discúlpate-Le ordenó su hermano al verlo tan calmado
Sirius miraba a Rebecca, era tan opuesta a la que conoció en su otra vida aquella era tan feroz y en sus ojos ardía un profundo odio contra él y la que estaba frente suyo ahora era tan débil en presencia, su blanca piel y cabello rojizo le daban un aura de realeza, pero eso era todo, la más ligera brisa podía hacerla desaparecer.
Sirius pensaba disculparse sin más pero algo le molestaba, a pesar de que aquellas personas su hermanó y prometida era con quienes se relacionó más en su otra vida. Eran pocos lo sentimientos que estos le inpiraban. Incluso pensó en matarlos ahí mismo en especial a su hermano, pero sabía que en el retroceso de tiempo había perdido sus poderes y que ahora era demasiado inferior a su hermano.
Sirius entendió que aunque en sus últimos alientos se arrepintió de sus decisiones, no podía escapar tan fácil a su naturaleza malvada.
Solo pudo hacer una tosca reverencia y con una voz fría que asusto aún más a la joven dijo:
-Lo siento
Rebecca sintió el vacío de sus palabras, pero no dijo nada solo pensaba en huir. Foreman se asombró no creía que su hermano se disculpara, aunque lo vio esforzarse mucho para hacerlo, no era lago qué se veía siempre.
-N, no es ne, necesario que se disculpe señor Sirius
Rebecca sintió que se había ganado una profunda venganza de Sirius por obligarlo a disculparse. Así que planeó en excusarse para marcharse de una vez de aquella casa del horror, pero antes de que pudiera decir algo Foreman volvió a intervenir.
-Ahora porque no llevas a la señorita Rebecca a dar un paseo por el jardín e intentan conocerse mejor-Les sugirió
-Pero, señor Foreman yo...
-Solo dime Foreman, vaya señorita le prometo que mi hermanito se portara bien ¿Verdad? - Miró a Sirius
-Como sea-Respondió algo molesto el villano
Rebecca quería replicar, pero ya ni podía abrir la boca por lo sobrepasada que se sentía por la situación. De pronto se dio cuenta de que los rojizos ojos de Sirius la veían.
-Vamos-Le ordenó el joven
Villano y prometida marcharon juntos una vez más en aquel mundo.